9/26/2009

TARDE DE MEDIAS TINTAS EN POZOBLANCO




TARDE DE MEDIAS TINTAS.

GANADERIA: Seis toros de “Jaralta”, bien presentados pero desiguales entre sí y de juego desigual. Los tres primeros nobles pero desrazados y mansos pero encastados los tres últimos.

MORANTE DE LA PUEBLA (rosa y oro con remates negros). Estocada caída (oreja) y pinchazo y estocada (pitos)

EL JULI (azul rey y oro). Madia estocada y descabello (oreja) y estocada atravesada que hace guardia envainada en la piel y dos descabellos (ovación con saludos)

MIGUEL ANGEL PERERA (amaranto y oro). Dos pinchazos y estocada (ovación con saludos) y dos pinchazos y metisaca en los bajos (ovación con saludos)

INCIDENCIAS: Plaza de toros de Pozoblanco (Córdoba). Primera de abono de la Feria de Nuestra Señora de las Mercedes. Tres cuartos largos de aforo en tarde de temperatura muy agradable.

Dicen que en el término medio está la virtud. Cierto que es verdad. Pero casualmente en tauromaquia esa máxima no es del todo real. Para que el espectáculo tenga dinamismo y emoción las medias tintas no sirven. O se está o no se está. O se da el paso adelante o no se da. Si no todo queda a medias, sin rematar, sin romper. La botella medio llena o medio vacía. Según con el ojo y el ánimo con que se mire. Quedado ha dicho. En los toros el término medio no existe. La corrida de ayer ha tenido mucho de eso. Toda la tarde en un tono medio. Queriendo y no queriendo. Todo empezando por la corrida de la ganadería local de “Jaralta”, que volvía tras unos años de ausencia. La corrida no acabo de romper. Por unas cosas o por otras. Los tres primeros noblotes pero muy venidos a menos. Cuarto y quinto mansurrones, continuamente a la defensiva y con casta de la mala. Y el último que parecía que iba a romper quedo en agua de borrajas.
Ante ellos los toreros también anduvieron a medias tintas. Abrió cartel “Morante de la Puebla”. Todos conocen la particular personalidad del torero de La Puebla del Río, que precisamente no es un matador de medias tintas. O cumbre o desdibujado. Ayer ni eso. En su primero cuajó un trasteo muy irregular. En él siempre tuvo la virtud de intentar hacer el toreo con su particular personalidad. Algún muletazo suelto tuvo su cadencia y plasticidad. Los demás a medias. Lo mejor el concepto y algún chispazo de su tauromaquia con aromas de toreo añejo de otro tiempo pasado. En su segundo no se dio coba. El animal tenía sus complicaciones y tras hacer como que lo intentaba, tiró por la calle de en medio. Estos tipos de torero son así.
El Juli es un torero con mucho oficio. Tanto que parece que hace las cosas de forma correcta. Pero al final tras quitar todo de lo que envuelve la tauromaquia del de Velilla de San Antonio, solo queda corrección y poco más. Lo mejor los lances de recibo a su primero. Lances cadenciosos y con la figura encajada que hacía presagiar que El Juli daría lo mejor de sí mismo. La faena de muleta tuvo poca alma, correcta eso sí, pero vacía y muy desigual. Solo la segunda tanda con la derecha tuvo algo de fundamento. Lo demás poca cosa. La faena al quinto tuvo su punto de emoción. El de “Jaralta” era una alhaja. Derrotando al final de los muletazos y tirando cornadas continuas por los dos pitones. Ante él, El Juli, hizo una pelea que tuvo la tónica de la tarde. El término medio. Valiente, eso sí, pero sin terminar de mostrar quien ganó la pelea. Tanto que el manso por un momento pareció ganarla. Mitad y mitad. Afeo sobremanera su actuación con una horrible estocada envainada de la que asomaba casi más de medio estoque por el costillar.
Perera recibió a su primero con unos desiguales lances a pies juntos. Tras brindar su actuación con la franela al público y un inició prometedor de muletazos por alto, todo quedo en nada. El animal al sentirse domeñado se aburrió y dejó de embestir. Perera se colocó entonces en ese sitio de cercanías entre los pitones y logró sacar algún muletazo estimable. Poco más. El mal uso del acero le impidió cortar algún trofeo. En su segundo intentó con clasicismo el toreo a la verónica. Algunas salieron, otras no. Brindó al ganadero y volvió a infundir esperanza el inició de faena por alto. Se colocó dando distancia a su oponente y cuajó una buena tanda de derechazos. El animal se desinfló y sus embestidas se tornaron irregulares, por lo que la faena no acabo de remontar nunca. De nuevo la espada le jugó una mala pasada. Y es que cuando se pierde el sitio es complicado matar a los toros.
En tarde medias tintas lo mejor la asistencia de público. La afición de Pozoblanco, como todas porque no son tontas, acudió en buen número a la plaza. Esto demuestra que cuando se ofrece un buen producto, éste se consume. Así se desmonta la excusa de muchos empresarios que no rematan carteles ni ferias argumentando que los espectadores no acuden a las plazas. Está claro que cuando lo que se ofrece tiene atractivo, la respuesta del público siempre es positiva. Esto demuestra que ante la falta de empresas de verdad y con ganas, la autogestión es la mejor fórmula. A ver si se toma nota desde la Capital.

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