11/23/2012

GANADEROS Y GANADUROS



De siempre me ha interesado el toro de lidia. Es un animal que me impacto de niño. Lo veía imponente cuando pasaba cerca de “La Alamiriya”, o “El Parralejo” con mi padre. También cuando veía los imponentes “alonsos”, hoy ya en el recuerdo, mover sus impresionantes cuerpos rojizos, con acaramelados pitones, en la finca “La Vega” al pasar en tren dirección a Sevilla.
Tanta pasión despertó en mi tan enigmático animal, que pronto empecé a guardar fotografías, recortes de prensa y a buscar documentación sobre la historia de la formación de vacadas y genealogía de las mismas.
Años más tarde tuve la ocasión de conocerlo de cerca, también a sus criadores, por lo que de repente me vi imbuido en un mundo hermoso, lleno de romanticismo y valores. Unos valores que al día de hoy están cada vez menos estimados y en clara recesión dentro del mundo del toro.
La ganadería de bravo nunca fue un negocio rentable. Era complemento de otras explotaciones agrícolas y ganaderas. Se era ganadero por tradición o por afición, nunca por presunción, puesto que era una actividad de poca rentabilidad. Esto permitía que solo unos pocos se dedicaran a esta empresa. Poco a poco, sobre todo en época de bonanza económica, otros a los que otras actividades habían permitido ganar dinero, se hacían ganaderos por presunción, en la mayoría de las veces adquiriendo desechos a precios de oro, o bien, comprando ganaderías a ganaderos de segunda o tercera generación que no tenían la afición de sus predecesores.
Poco a poco los nuevos ganaderos comenzaron a abundar, los de siempre, como es lógico a escasear. Los primeros se plegaron a los intereses de los toreros. Criaron un toro cada vez menos toro, echaron al vino agua y primaron en la selección bondad ante fiereza. Los de siempre siguieron cultivando el legado recibido de sus mayores, continuaron pues en la cría del toro encastado y salvaje. Los primeros mientras coparon el mercado en perjuicio de los segundos. Estos se vieron marginados, desplazados e incomprendidos por los nuevos aficionados. Menos mal que Francia vela por algunos valores que en España despreciamos.
Los tiempos no son buenos. Los primeros para colocar sus productos tiran precios abajo para seguir manteniendo el mercado, o bien, venden camadas de enteras de añojos herrados a “ganaderos-empresarios-apoderados”, para que los recríen en sus fincas al objeto de  darles salida en las plazas que regentan, o bien en carteles donde están los toreros que apoderan. Los segundos andan en penitencia por el desierto. Se reducen hatos de vientres y se matan muchas reses en el matadero. Francia es un oasis, siempre y cuando la normativa sanitaria comunitaria lo permite.
La unión, como en todo el mundo taurino, es inexistente. Nadie defiende los intereses del grupo, solo los suyos. Cinco asociaciones de ganaderos existen en España. Cada una guerrea por su cuenta. La más antigua, centenaria ella, vegeta viviendo del pasado. Paradójicamente creada para evitar a los morucheros recriadores, permite al día de hoy, que alguno de sus miembros compre a otros compañeros camadas enteras para recriarlos hasta hacerlos cuatreños, para después lidiarlos por todo el orbe taurino. Permite la creación de nuevos hierros, algunos de diseño chabacano y hortero, a gentes ajenas a este mundo en el que buscan notoriedad para su nuevo status social y que luego acuden a las plazas con habano en boca y rubia oxigenada del brazo, dándole igual que los toros que crían sean muertos en vida en el ruedo. Tienen el mercado asegurado.
Los ganaderos de verdad, seguirán levantándose al despuntar el sol. Montaran a caballo y pasaran el día repasando cercado por cercado, lotes de vacas, añojos destetados, erales, utreros, toros de saca, aún sin saber si los podrá ver en una plaza, o por contrario, los tendrá que destinar a las calles del Levante español o a algún festejo de recortadores. Si tiene ocasión de lidiar en alguna plaza, acudirá modesto, casí de incógnito con una libretita en la mano donde tomará notas del juego que den sus toros.
El mundo al revés, así nos luce el pelo. La última es que una ganadería propiedad de alguien de poder en los entrebastidores de la fiesta, va a lidiar en una feria tan importante como Sevilla sin hacer méritos para ello. Una vez más se anteponen los intereses del mercado en detrimento de los de los aficionados y la fiesta como debe de ser. Su posición privilegiada le dará la oportunidad de colocar la camada sin problema. Otros que están y estarán al pie del cañón, viviran con el alma en vilo hasta ver sus cerrados vacíos  eso si los “taurinos” se lo permiten. Para estos últimos mi aplauso y mi reconocimiento. Aún se diferenciar quien es quien en el campo bravo.

3 comentarios:

Fernando de P. dijo...

No se pueden decir las cosas más claras. El libre comercio existe, todo el que quiera y pueda, desde luego que puede ser criador de bravo; ahora bien, lo que no es de recibo y está muy asentado en este mercado tan peculiar es tirar los precios o regalar, si regalar, las corridas de toros por verse anunciado en ciertas plazas o carteles: después de eso quien es el guapo que pide lo suyo por la una corrida de toros. En una reciente entrevista, Choperita decía que en unos cuantos años no habría toros para plazas de primera...Entonces los ganaderos que subsistan podrán pedir por sus corridas al menos lo que cuesta criarlas+margen comercial+la categoria de cada uno.
La gran empresa taurina es la gran enemiga de la fiesta, quien no quiera verlo está muy muy ciego. Son un monopolio de todo, y quien no acepte las reglas, no juega. A ver si cunde en ejemplo de otras plazas y comienzan a gestionarse por clubs taurinos, peñas, grupos de aficionados....que en otros sitios funcionan tan bien. Por cierto de este tema el empresariado taurino no quiere ni oir hablar.

Saludos,
Fernando.

K-Charro dijo...

Creo que hay todavía más división entre los que aprecian el toro y los que aprecian el torero, que entre las asociaciones ganaderas.

Es duro leerlo pero es la realidad, a dia de hoy, vale mas tener un buen amigo dentro, que tener una buena camada... una pena

franmmartin dijo...

Lo verdaderamente milagroso es que la Fiesta de los Toros,o más bien el esperpento al que ahora se llama Fiesta de los Toros,siga en pié ( al paso que vamos por poco tiempo).
Pero es que observando a sus principales protagonistas: Los toreros;los que deberían de ir en segundo lugar los ganaderos;la denominada autoridad,los que viven de la política con atribuciones en éste mundo del toro;los empresarios los medios informativos sobrecogidos ante tanto arte que no se pué aguantá,y ésta neonata "afisión"que lo más taurino que ha visto ha sido el anuncio de La Lechera.Todos de consuno,parecen haberse puesto de acuerdo para echar abajo un rito ,una fiesta , un negocio, con fama de indestructible frente al que se estrellaron Papas y Reyes.
Pero ésta charpa actual dispone de medios mucho más poderosos que aplican con furia visigoga.La furia que han quitado al toro de lidia y están dispuestos a rebañar hasta el último maravedí dejando,eso sí,a Atila como un pobre aficionao.
Duele y mucho,decirlo:Esto está listo como dije en otro sitio hace tiempo,para hecerle un entierro buenecito de tres capas y sustituir ésta bendita afición por otra,si eso fuera posible.