5/31/2014

LA ESTÉTICA DE CURRO DIAZ SALVA LA TARDE


El toro es un material vivo para la creación de una efímera obra de arte. Generalmente los artistas cuentan con otro tipo de material, inerte, sobre el que crean con su talento, en la mayoría de las ocasiones sin necesitar hacer un esfuerzo para adaptarse a él. Con el toro todo es distinto. El lidiador tiene que acomodarse al comportamiento del astado, o más bien, ir moldeando un comportamiento, en muchas ocasiones heterogéneo, para la creación de un trasteo plástico y estético. El toreo siempre fue eso. Hacer que la inteligencia humana siempre fuese dominadora de la fuerza bruta de un animal rústico y salvaje.
Viene esta reflexión por lo visto ayer en el coso califal. El toro siempre tiene un comportamiento, aunque hoy tiende a ser muy similar, distinto entre sí. No hay dos toros exactamente iguales por mucho que sea su parecido. Es por lo que se puede afirmar que cada animal tiene su lidia y cada lidia tiene su toro. Por mucho que se pretenda el torero tiene que adaptarse al toro que tiene en frente. ¿Qué pasa cuando está máxima falla? Pues que todo queda a medias, inconcluso, sin terminar y sin rematar. Queda la obra de arte sólo esbozada y en algunas ocasiones emborronada.
En la tarde de ayer en Córdoba hubo toros que pidieron algo distinto a lo que se le ofreció, pues se le hizo algo preconcebido de antemano y no lo que pedían durante el tiempo que permanecieron en el ruedo. Por ello, quedó la duda de qué hubiera pasado si los espadas hubiesen atendido los requerimientos de sus oponentes.
Sin lugar a dudas quien mejor entendió lo expuesto fue el linarense Curro Díaz. Un torero que se presentaba en Córdoba y que venía precedido con la vitola de realizar un toreo plástico y de estética. Curro Díaz comprendió a la perfección al que hizo quinto. Un toro, al que no pudo torear de capote, pero que supo con la franela en darle aire y tiempos muertos para cuajar un trasteo de gran plasticidad y belleza. No fue una labor compacta, pero como ha quedado dicho, tuvo momentos que calaron en el público. Los derechazos resultaron rotundos, con el cuerpo encajado, vertical, acompañando con la cintura las embestidas, rematando todo con pases de pecho o sentidos e inspirados muletazos por bajo. Al natural el toreo de Díaz tuvo la misma virtud. Naturales largos, con mucho sabor y aderezados con la peculiar torería de los espadas calificados como artistas. Labor, la de Díaz, muy bella y cuya mayor virtud fue saber adaptarse al toro que tenía enfrente. Antes de conseguir una eficaz estocada el torero se adornó con bonitos muletazos por bajo con algún trincherazo suelto de lujo.
Poco pudo hacer Curro Díaz en su primero. Sólo un recibo voluntarioso con el capote, en el que destacó algún lance a la verónica suelto y poco más. Con la muleta se estrelló con un animal parado, soso y muy bajo de casta. Lo intentó, pero desistió tras no alcanzar el lucimiento esperado.
Se esperaba al renovado Ferrera, pero por Los Califas se vio al torero de antes de su eclosión de la campaña pasada. En su disculpa el estar convaleciente, lo que le impidió calarse la montera, de una intervención, pero lo cierto es que su labor no brilló como se esperaba. Sobre todo tras su paso, donde se convirtió en triunfador, de la pasada feria sevillana.
El extremeño se topó con un primer toro que duró poco. Quedó inédito con el percal, donde el animal desarrolló mucha brusquedad. Banderilleó con muchas facultades pero sin mucho ajuste. La faena de muleta resultó un querer y no poder. Lo intentó por todos los medios, pero el material no fue el propicio. Sí tuvo sin embargo material en su segundo. Lo capoteo de forma vibrante, pero carente de fondo. Banderilleó con su peculiar estilo, donde tras clavar afea mucho la salida con un horrible salto a destiempo. Brindó el trasteo de muleta a Manuel Benítez El Cordobés, un trasteo en el que posiblemente equivocara distancias ahogando la noble embestida de su oponente. El animal pedía cites con más espacios y tiempo entre tanda y tanda. El afán por gustar hizo que Ferrera estuviese acelerado y no terminando de cuajar una faena compacta. Fue cogido sin consecuencias precisamente por eso, por no perder un paso entre muletazo y muletazo; se empeñó en un toreo de cercanías cuando de seguro, el toro con más sitio hubiese desarrollado mejor sus embestidas, pues el animal tenía buen fondo.

Reaparecía Jiménez Fortes tras su cogida en Madrid. El malagueño tiene por estandarte un valor temerario. Su toreo se basa precisamente en ese valor, pero el toreo son muchas más cosas. Jiménez Fortes quiere ser torero a toda costa. Quiere ser figura y gente en esto, pero en ocasiones no termina de comprender lo que le ofrecen los toros que tiene enfrente. Bien en su primero, en su línea. Ni un reproche, sólo que el valor no es todo. Rápidamente busca el terreno donde se encuentra a gusto, pero en ocasiones, como en la tarde de ayer, el toro le pide otra cosa. Correcto en los lances de recibo a su primero, equivocó luego las distancias en el tercio de muerte, cuajando un trasteo de más a menos por buscar ese terreno donde se encuentra tan a gusto. Se estrelló con un sexto, que hizo sobrero, con un peligro sordo, estando solvente y en su linea de torero valiente no perdiendo crédito.
FICHA
Ganadería: Seis toros de González Sánchez-Dalp, bien presentados pero desiguales en el juego. Parados y sosos los jugados en primer y segundo lugar; el tercero de más a menos; el sexto, lidiado como sobrero, bronco y a la defensiva. Los mejores los corridos en cuarto y quinto lugar. Nobles y con calidad. TOREROS: Antonio Ferrera, de negro y oro. Silencio y vuelta tras aviso. Curro Díaz, de rosa y oro. Ovación con saludos y oreja. Jiménez Fortes, de azul marino y oro. Ovación tras aviso y silencio tras aviso. INCIDENCIAS: Plaza de toros de los Califas. Corrida de toros. Cuarta de abono de la Feria de Nuestra Señora de la Salud. Un cuarto de plaza en tarde primaveral. Se guardo un minuto de silencio por el fallecimiento del antiguo conserje de la plaza Francisco Llamas.

El Día de Córdoba
31/05/2014

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