2/22/2015

REFLEXIONES A LA LUZ DE LA LUMBRE. ¿Hacía donde camina el torero?


El día amanece gris. Sobre el suelo está patente  la pátina brillante que ocasiona de la lluvia. En las hojas de la yedra, que hay en el patio exterior, las gotas caen de forma despaciosa desde el cielo de tono cárdeno. El ambiente invita a quedarse al calor del hogar. Todo es propicio a reflexionar y pensar el motivo de las cosas que nos rodean. Confieso que últimamente de doy muchas vueltas a la cabeza. A estas alturas de la vida me hago muchas preguntas. Será la madurez, o que va uno para viejo, pero trato de buscar explicaciones a muchas cosas que he defendido a capa y espada.

La fiesta de los toros es una de mis pasiones. Me la inculcaron desde pequeño como algo grandioso. Un acto en el que se enfrentan un hombre, con su conocimiento, y un animal salvaje como el toro, con poder y fuerza bruta. Un ritual donde la muerte siempre está presente. Una liturgia donde el tótem sagrado es el animal y el hombre el oficiante. Un ceremonial donde el hombre puede perder la vida. Así me lo inculcaron y así lo he entendido.

Hoy defender la hegemonía del toro está mal vista. Si se habla solo del toro, de su evolución, de su diversidad, de su poder, de su historia, o de su puesta en valor verdadero, los mismos que se dicen taurinos te miran por encima del hombro. Para ellos eres un integrista, un talibán, un ser que desea una fiesta trágica y sangrienta. La fiesta de hoy es una fiesta amable, una fiesta donde el hombre utiliza su inteligencia, y no ante el toro, para medrar y vilipendiar la esencia de la fiesta misma. Hoy se 'torea' más en los despachos y entre bastidores que en el ruedo. Los trust empresariales manejan el mundo del toro en un sistema egoísta e injusto, eso sí, pensado para obtener pingües beneficios exponiendo muy poco.

Muestra de todo lo escrito no es otra que la que hay liada en la organización de las primeras ferias del año. En Valencia y Castellón se ha castigado a los triunfadores de la temporada pasada y se ha premiado a los de siempre. Incluso se ha maltratado a un ganadero serio e integro como Fernando Cuadri. Por Sevilla también pintan bastos y de los gordos. Tras el boicot del pasado año por parte del denominado G-5, a saber Morante, El Juli, Talavante, Perera y Manzanares, este año las aguas siguen revueltas puesto que solo el torero de Alicante está contratado para el ferial abrileño. Los demás siguen en sus trece. Esta semana Morante se descolgaba de los carteles argumentando que la empresa no es digna de regentar una plaza como la Maestranza sevillana.

El caso tiene muchas lecturas. Personalmente me inclino por la expuesta por Vicente Zabala de la Serna y Carlos Crivell en las páginas del diario El Mundo. Parece que un magnate allende de los mares, que curiosamente apodera a Morante, y que a base de golpe de talón pretende regentar la coqueta plaza sita en el Arenal sevillano.

Ya maneja parte del toreo en su país y ha desembarcado en España para tratar de ser amo y señor de la fiesta de los toros. Primero adquirió una ganadería de renombre, aunque pasara un mal momento, como es Zalduendo. Luego le compró a Litri hijo su finca para que sirviera de predios a la torada adquirida. Más tarde sorprendió pujando y haciendose con los destinos de una plaza de primera categoria, eso si sumida en las profundidades como es Córdoba. Y por último se unió a un avispado empresario francés y a otro español, para formar una autodenominada Fusión Internacional por la Tauromaquia (FIT) para potenciar la fiesta de los toros en toda su extensión.

Su propósito no es otro que organizar el toreo a su antojo y beneficio, regentando plazas y apoderando toreros tanto de aquí como de allá, teniendo sus miras en hacerse con la gestión de las Ventas y la México a medio plazo.

No me gustan estos salvadores del toreo que fundamentan todo en su poder económico. No me gusta tampoco como está el toreo en el país de donde viene este señor, si la España taurina está viciada, que decir de la mexicana donde el toro importa cada vez menos. Y me gusta aún menos porque estos señores son los encargados de administrar la plaza de mi tierra, a la que otro salva patrias allende de la mar océana dejó sumida en el barro.


No quiero ser pesimista pero esto cada vez tiene peor color. Un color plomizo como el del cielo de hoy. Por eso prefiero seguir soñando con toros de verdad, de los que dan emoción y fuerza a la fiesta. En toros que vendan cara su vida y que su sangre brava sea tan heterogénea como fue en tiempos pasados. Y por supuesto que haya toreros y hombre capaces de enfrentarse a ellos. Si el sueño se hiciese realidad tendríamos fiesta de toros para siempre. 

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