9/07/2015

LA SABIDURÍA Y LA ESCOBA


Continua la fiesta en la comarca subbetica cordobesa. La fiesta en España, por lo menos hasta el día de hoy, está unida a la tauromaquia. Cabra celebra su feria en honor a su patrona, y un año más, los toros han formado parte de la celebración. Antaño, al tratarse del único espectáculo de masas del país, las plazas registraban buenas entradas, los tendidos se llenaban, las empresas ganaban dinero y todos tan contentos. Hoy las tornas han cambiado. Los toros son una oferta más de ocio que compite con otras, que al día de hoy, tienen más predicamento entre el gran público, y además son hasta mucho más económicas. La actual empresa lleva dos años trabajando en Cabra. Hasta ahora las cosas se estaban salvando, pero lo de ayer fue realmente triste. El público opto por quedarse en la feria, o quién sabe, en su casa sentado cómodamente en el salón. ¿Qué ocurre para que el público huya de los tendidos de las plazas? ¿Los altos precios? ¿La lidia monótona de hoy? ¿La falta de emoción? ¿O la falta de sensación de tragedia y épica? La respuesta es difícil, quizá sea un poco de todo, pero es digno de estudio que con un cartel semejante, hace unos meses abarrotasen los escaños de la centenaria plaza, y ayer no registrase más de un tercio de su aforo.

El buen momento por el que atraviesa el toreo ecuestre, ha puesto de moda las corridas mixtas. En ellas una figura del rejoneo, alterna con dos toreros de a píe. Sin llegar, eso si, a las épocas pretéritas, del hoy tan denostado, don Antonio Cañero, quien llegara a sortear los toros incluso con los alternantes en lidia ordinaria. Ayer en Cabra le tocó abrir plaza al luso-sevillano Diego Ventura, quien disputa el cetro del toreo a caballo, al gran innovador y revolucionario, Pablo Hermoso de Mendoza. Rivalidad a parte, destacar a Ventura como un torero a caballo muy particular. Su toreo aúna la ortodoxia, y dicen, que la heterodoxia, complicado maridaje. Lo cierto es que Diego Ventura conecta muy fácilmente con los tendidos, ya sea, por su toreo puro y clásico, como por sus gestos arrebatador al rematar las suertes. Su primero se lastimo y a pesar de intentarlo, solo pudo estar con el toro a medias. Destacó con "Roneo" y "Distinto". Un pinchazo y un rejonazo certero le hicieron cortar una merecida oreja. Su segundo fue en animal bruto que embestía a arreones. Con el Ventura anduvo sobrado a lomos de "Nazarí" con el que destacó en banderillas. Paradójicamente remató su labor de nuevo a lomos de "Remate", pero en esta ocasión los aceros le privaron de un premio mayor.

Enrique Ponce está celebrando sus bodas de plata como matador de toros. Veinticinco años en la brecha, y también, porque no decirlo, muchos de ellos con todo el peso de la púrpura sobre sus hombros. El valenciano está viviendo su segunda juventud, eso sí, con la solera y el poso que dan los años sin interrupción alguna en la profesión.  Siempre se ha criticado su aparente facilidad, su solvencia ante el toro, o su poco ajuste con los toros. Lo cierto es que Enrique Ponce es una figura del toreo porque se lo ha ganado a pulso. Un torero sin trampas, ni tampoco cartón. Un torero dominador y no exento de buen gusto, en la más tradicional linea "gallista", así es y así lo demostró en la tarde de ayer. Buena su labor en conjunto. En su primero destacó ya en los lances de recibo. Con la tela roja fue estructurando una faena elegante que gustó al público. Pulcritud, medida y buen gusto fue la tónica. A pesar de pinchar antes de cobrar una certera estocada paseo las dos orejas. En su segundo, un animal que manseó durante toda la lidia, tiro de toreo dominador para hilvanarle una faena imposible, en la que impidió que el animal dejase se embestir. Una oreja, que pudieron ser dos de no pinchar, por una faena inteligente de todo un maestro del toreo por el que parece no pasar los años.

En la jerga taurina, cuando un torero nuevo aparecía deslumbrando con sus formas frescas y a la vez clásicas, se decía que venía con la escoba. Así se habló de muchos. Se cuenta, así lo corroboran las hemerotecas, que Manolete tras ver de becerrista a Luis Miguel Dominguín en Albacete, le comentó a su padre "el nene trae muy mala leche, este viene con la escoba". Hoy pocos son los que vienen, o pueden, salir a barrer el escalafón. José Garrido es uno de ellos. Un torero muy nuevo, pero que trae, como se ha dicho siempre, la escoba debajo del brazo. Ahora será el sistema imperante quien tenga la última palabra, pero condiciones no le faltan. Gustó Garrido, y mucho. Su toreo tiene elegancia, como mostró en los lances de recibo a su primero. También tiene una cabeza privilegiada. Una muestra fue como fue afianzando al primero de su lote en los primeros compases de la faena para torearlo a placer. Una vez dominado, piso terrenos comprometidos ejecutando un toreo de parón que caló en los tendidos. Dos orejas tras una estocada. Igual premio obtuvo en su segundo por otra labor en la que primo la inteligencia. Valiente con el capote, una larga cambiada de rodillas y tres faroles de hinojos fue su carta presentación. Con la muleta volvió a demostrar que es un torero a tener en cuenta.


Ganadería: Dos toros de José Benítez Cubero, el corrido en cuatro lugar con el hierro de Pallarés, para rejones, reglamentariamente despuntados, y de buen juego; y cuatro para lidia ordinaria de Albarreal. Terciados de presentación y de  juego desigual. TOREROS: Diego Ventura (rejoneador). Una oreja y ovación con saludos tras petición.  Enrique Ponce. Dos orejas y oreja. José Garrido. Dos orejas y dos orejas. INCIDENCIAS: Plaza de toros de Cabra. Corrida mixta con motivo de la Feria en honor de Nuestra Señora de la Sierra. Dos tercios de entrada en tarde nublada y tormentosa. Enrique Ponce y José Garrido abandonaron la plaza en hombros. 


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