8/28/2017

MANOLETE: EL TRISTE AGOSTO DE 1947


Mañana se cumple el 70 aniversario de aquella corrida en Linares en la que el cuarto Califa recibió una mortal cornada de un miura -Islero- y encontró el final y el principio de su gloria.

Manolete estaba cansado. El peso de la púrpura era cada vez mayor. Cada día la presión del público le era mucho más hostil. El hombre, también es espíritu, y comenzaba a dar muestras de un soberano agotamiento. El torero cordobés había traído, tal vez sin saberlo, unas nuevas formas y concepto al toreo. Manolete culminó lo que fueron apuntando sus precursores. Desde el concepto artístico de Lagartijo El Grande; el dominio y conocimiento de sus oponentes, heredado de Guerrita y Gallito; y también la ligazón entre pases y la serenidad de Juan Belmonte. Todo eso aderezado por su impactante y única personalidad que adobaba aquella nueva tauromaquia de majestad, estoicismo y quietud.
Se afirma, por coetáneos y biógrafos, que aquella temporada de 1947 iba a ser la última de Manolete en activo. El espada cordobés tenía pensado y madurado retirarse del toreo. Tras una triunfal campaña americana, comenzó tarde la temporada española. Su primer festejo de la temporada tuvo lugar ya muy iniciada ésta, concretamente el día 22 de junio en Barcelona, hoy proscrita para esta liturgia milenaria que es la tauromaquia. Triunfó rotundamente en Pamplona, el día 10 de julio, donde cortó cuatro orejas y dos rabos a una seria corrida de Carlos Urquijo. Manolete, o mejor dicho Camará, había planteado una temporada corta pero sin eludir compromisos en plazas importantes. De hecho, se anunció en Madrid el 16 de julio para estoquear la tradicional corrida de Beneficencia. El público le exigía y se mostraba contrario a la actuación de torero en su primero. La envidia, pecado capital, hacía que los públicos no perdonen que aquel espigado muchacho al que idolatraban, alcanzara un éxito, y con ello un poder al que sólo podían llegar muy pocos. Manolete se entregó en su segundo de la tarde y le cuajó una memorable faena. Resultó gravemente herido. Perdió ocho festejos y no fue hasta agosto cuando volvió el terno de luces, ese que según cuentan, comenzó a aborrecer.
El Califa tenía su cita marcada con el destino. Comenzó agosto. Reapareció en la feria de la Virgen Blanda de Vitoria. Dos tardes seguidas los días 4 y 5. La primera de ellas alternó con Gitanillo de Triana y Parrita. Los toros pertenecían a Bohórquez, la misma vacada al que pertenecía el que le hirió gravemente días antes en Madrid. Le cortó una oreja a su primero tras cuajarlo al natural. En su segundo no estuvo fino con los aceros, cosa inusual en él, y el público, que cada vez estaba más en su contra, le abroncó con saña. Ese mismo público no le perdonó nada en la fecha siguiente. Los toros salmantinos de Sánchez Cobaleda no se prestaban al lucimiento. Manolete estaba muy por encima de ellos, pero el público no lo reconocía. Manolete seguía siendo el mismo. A su segundo le hizo la faena que acostumbraba, pero ya no bastaba. El público estaba imposible. Tanto es así que rechazó la oreja que la presidencia le concedió. Juanito Belmonte pasó desapercibido y Luis Miguel Dominguín fue paseado en hombros. Era el elegido para desbancar a un torero que pronto se convertiría en mito. Al día siguiente Manolete se volvió a enfundar el chispeante. El escenario era Santander. Le acompañaban Gitanillo de Triana y Pepín Martín Vázquez. Los toros tenían el añejo hierro de Trespalacios, propiedad de Ignacio Sánchez. Tras hacerse ovacionar en su primero, el Califa de Córdoba instrumentó una monumental faena a su segundo. Faena con firma y sello que puso al público en píe. Cumbre. Todo tenía la rúbrica de una magnífica estocada. Los máximos trofeos fueron a parar a sus manos.
Valdepeñas, el día 8, fue la siguiente estación hacía la gloria. Los toros pertenecían a la ganadería de Concha y Sierra. Manolete estaba pleno en su primero. Faena completa, en su línea. Pases de todas las marcas. Perfecto volapié y le concedieron los máximos trofeos de su oponente. Manolete los rechazó, según la crónica de agencia de la época. ¿Tal vez por protestas de ese público que se cansó de su plenitud? Poca historia en el segundo de su lote. Esa tarde Pepín Martín Vázquez fue herido de gravedad por el sexto. Cornada muy parecida a la de Linares días más tarde. El torero fue trasladado en el Buick azul de Manolete a Madrid. Allí lo operó Jiménez Guinea, que le salvó la vida. El destino así lo tenía escrito.
Manolete toreó dos días después en San Sebastián. Le acompañaron Gitanillo de Triana y Manolo Navarro. El ganado pertenecía a la ganadería de Alipio Pérez Sanchón. El torero no alcanzó las cotas a las que acostumbraba. Solo fue ovacionado a la muerte de sus respectivos toros. Tal vez pesaran en su ánimo los sucesos del compañero herido dos días antes en Valdepeñas. Manolete pasó por el viejo Chofre de puntillas. Al día siguiente hizo el paseillo en Huesca flanqueado por Juanito Belmonte y Paquito Muñoz. Los toros pertenecían a Luis de la Calle, pero tenían el hierro de Domecq. El diestro cordobés no se encontraba bien en su primero. El público, tan en contra, le pitó mientras otros, los más, le aplaudían. En su segundo, como Ave Fénix, resurgió su personal tauromaquia, llegando a ejecutar una faena importante que fue premiada con una oreja de peso.
Tres días de asueto. No fue hasta el día 15 cuando Manuel Rodríguez volvió a vestirse de torero. El escenario, Gijón. Le acompañaron Juanito Belmonte y Paquito Muñoz. Los toros eran de Urquijo. Fue ovacionado en el primero y tras otra actuación digna de lo que es Manolete, desorejó a su segundo. Al día siguiente volvió a San Sebastián y con Juanito Belmonte y Dominguín como testigos, se resarció de su anterior actuación. Los toros pertenecían a una de sus ganaderías predilectas, Villamarta. Cumbre en su primero al que tras memorable faena le cortó las dos orejas. Su segundo fue un nulo colaborador. Manolete lo intentó pero fue imposible. La ciudad imperial de Toledo le esperó una jornada después. Los toros llevaban el hierro de Albaserrada, propiedad de Juliana Calvo, hoy Victorino Martín. Manolete se lució con el primero, cortando dos orejas, y se estrelló en su segundo. De nuevo fue pitado por el público. Paquito Muñoz fue el gran triunfador -tres orejas y rabo- mientras Gitanillo fue aplaudido cariñosamente.
Manolete continuó su camino hacia el Olimpo. Linares está cerca. El día 24 se anunció, el hizo el paseo en Gijón. Los toros pertenecían a Ramos Paul, puro Villamarta. Sus compañeros, Gitanillo, una vez más, y Parrita. Los Villamartas no se prestaron al lucimiento. Los pitos fueron la tónica general de la tarde. El amor propio de Manolete le hizo justificar su fama y nombre en su segundo. Lo consiguió. Sólo el mal uso del acero, algo inhabitual, le privó de cortar trofeos.
Santander. 26 de agosto. Corrida de Beneficencia. Festejo que pasó a la historia por ser el último donde Manolete salió andando de una plaza de toros. Las añejas fotos muestran a un Manolete triste. ¿Presagios y presentimientos?. Los saltillo de Rogelio Miguel del Corral no sirvieron ni fueron propicios para el éxito. Los toreros salvaron la tarde. Juanito Belmonte, Manolete y Raúl Acha Rovira, padre el actual cantante mexicano Enmanuel, son ovacionados por el público congregado en el coso de Cuatro Caminos.
Manolete, ya de madrugada, montó en su Buick azul. El destino, Linares. Allí iba a encontrar el final y también el principio de su gloria. 70 años ya y Manolete sigue vivo.

8/20/2017

LA ESCUELA TAURINA DE CÓRDOBA, DECANA DE LAS ACTUALES.


* La institución vio la luz allá por 1975, cuando comenzó su actividad organizando diversos festejos de promoción en estrecha colaboración con la Federación de Peñas de la ciudad.

El pasado sábado 29 de julio, el novillero sin picadores de Alhaurin de la Torre, perteneciente a la Escuela Taurina de Lucena, José Antonio Serrano El Lauri, se alzó como triunfador en el, ya tradicional certamen de novilladas sin picadores que anualmente celebra la Fundación de Tauromaquia Pedro Romero, y que son retransmitidas por Canal Sur TV.

Era la primera vez que un novillero vinculado a una escuela cordobesa se alza con el máximo premio del certamen, a pesar de que Córdoba está representada en este certamen por la citada escuela de Lucena y la del Circulo Taurino de Córdoba, que a la postre, se ha convertido en la más antigua de cuantas existen en España, toda vez que la de Madrid, por motivos ajenos al toreo, pasa por un delicado momento que hace dudar de su continuidad.

La escuela de la entidad cordobesa vio la luz allá por 1975, cuando comenzó su actividad organizando diversos festejos de promoción en estrecha colaboración con la Federación de Peñas de Córdoba, al objeto de poner promocionar nuevos valores. Continuaron estos festejos durante la campaña siguiente y ante los resultados el Circulo Taurino decide dar forma al proyecto creado y solicita a Manuel Benítez El Cordobés su participación en un festival para recaudar fondos para la escuela de nueva creación. El festival se lleva a cabo el día 2 de abril de 1977, y si bien Benítez no actúa finalmente, Gabriel de la Haba Zurito, Manuel Cano El Pireo, Agustín Parra Parrita y los novilleros El Mesías, Juan de Dios de la Rosa y Gallito parten plaza en Los Califas consiguiendo llevar numeroso público consiguiendo fondos suficientes para dar mayor solidez al proyecto. Ante el éxito alcanzado la temporada siguiente se repite el festival. Esta vez sí cuenta con la participación de Manuel Benítez El Cordobés, quien junto con el rejoneador Álvaro Domecq, Gabriel de la Haba Zurito y Manuel Cano El Pireo hacen el paseo el día 18 de marzo, llenando Los Califas con el consiguiente éxito tanto económico como artístico. La escuela taurina de Córdoba toma forma de manera definitiva y en agradecimiento al hoy quinto califa, se denomina durante estos años Escuela Taurina Manuel Benítez El Cordobés.

La escuela era ya una realidad y pronto comienza a dar sus frutos en esta nueva época. Tres aventajados alumnos se presentan ante el público el día 8 de octubre, en becerrada organizada por el Circulo Taurino a beneficio del Córdoba, C.F. que según la prensa de la época no atravesaba por un buen momento económico. Los tres alumnos que parten plaza fueron Fermín Vioque, a la postre primer matador de toros salido de la escuela, Antonio Tejero, años más tarde figurón en el escalafón de plata, y Antonio Romero, valiente y cabal que no alcanzó más altas cotas. Se lidiaron reses de Torrestrella que permitieron a los alumnos unas lúcidas actuaciones destacando Vioque, que cortó tres orejas, un Tejero que la lió cortándole a sus segundo los máximos trofeos y Romero, que con un valor rayano en la temeridad obtuvo una oreja de cada uno de su lote.

El público salió contento de la plaza. El Circulo Taurino también lo estaba. Se había comprobado que el trabajo y los años de lucha habían tenido un resultado favorable. La escuela taurina se había convertido en un semillero de nuevas promesas y también de nuevos aficionados, pues en ella se enseñaban además de los conocimientos básicos para ponerse delante de un animal de casta, valores que servirían a los alumnos de cara a un futuro, fuera o no, relacionado con la tauromaquia.

Aquella becerrada había supuesto un punto de inflexión. Tanto es así que una semana después, el día 14 de octubre, el Circulo Taurino vuelve a organizar otro festejo repitiendo cartel de toros y toreros. Esta vez el beneficio seria para las hermandades de Jesús Caído, cofradía con vinculación a los toreros de Córdoba, y también para la de la Sentencia. Vioque, Tejero y Romero repitieron lo apuntado una semana antes. La escuela era una realidad plena.

Hoy, muchos años después, la escuela taurina del Circulo Taurino de Córdoba, bajo la dirección de Rafael González Chiquilín y Rafael Gago, profesionales que dieron sus primeros pasos en la misma, continúa con la labor de los que le precedieron luchando con la falta de vocaciones y también con la escasa financiación, lo que no es obstáculo para seguir trabajando en perpetuar esta singular escuela que cuenta con más de cuarenta años de existencia.

El Día de Córdoba (20/08/2017)




8/17/2017

ROMERO DE TORRES Y EL CARTEL TAURINO DE BELMEZ


El cartel anunciador de la Feria taurina de Belmez recupera una imagen del pintor y combina lo clásico con lo nuevo.

Romero de Torres pintó a los tres califas de su tiempo.

Vivimos en la era digital. En todo, prácticamente en todo, las nuevas técnicas y tecnologías suelen estar presentes. El diseño gráfico no iba a ser menos. Las ventajas son muchas a la hora de hacer una composición de carácter artístico. En el mundo de la publicidad también es normal. El reclamo publicitario de un festejo taurino, a través del cartel, fue, es y será de vital importancia de cara al aficionado, o espectador, pues la cartelería taurina es el principal medio de atraerlos hacía la plaza.
Los carteles taurinos fueron primero unas litografías. En grandes letras con algún grabado y cenefas se daba cuenta del festejo. Después fueron evolucionando hacía unos murales de gran tamaño, que eran fijados en las paredes con aquel característico engrudo. El cartel vivió una época dorada donde grandes artistas plásticos destacaron en su realización. Nombres como Roberto Domingo, Ruano Llopis, Reus, Ballestar o Saavedra destacaron por su pericia a la hora de ejecutar pinturas, cuyo destino era ser plasmadas en los carteles, que luego empapelarían las paredes, anunciando el festejo a celebrar. Tanto es así que muchas de estas pinturas se convirtieron en clásicos, siendo reproducidas en multitud de ocasiones. Ahora los nuevos diseños, nacidos de las nuevas tecnologías, acaparan la cartelería. Composiciones de muchas horas de trabajo y que dan un toque actual a un espectáculo al que se trata de adaptar a los nuevos tiempos.
Combinar ese toque clásico con las nuevas formas ha sido la sorpresa a la hora de anunciar la corrida de Belmez, que se celebrará el próximo mes de septiembre. La empresa Taurina de Buendía ha tenido el buen gusto, y el detalle, de que una pintura clásica de Romero de Torres, haya servido de base, y como fondo protagonista, para el diseño de cartel que ya se puede ver en muchos lugares como reclamo de la corrida. Julio Romero de Torres vuelve a ser protagonista en algo que le sedujo durante toda su vida, pues el pintor fue un gran aficionado a la tauromaquia.
En su obra el toreo está presente en numerosos cuadros, aunque nunca plasmó escena alguna de la lidia en la plaza. Únicamente durante su juventud, en la que colaboró en la revista El Toreo cordobés, fueron publicados algunos apuntes a plumilla de lo que acontecía en los ruedos, pero poco más. Sin embargo durante su trayectoria la tauromaquía está viva y latente en parte de su obra.
Una de sus primeras pinturas relacionadas con el toreo, vino por encargo de Dolores Molina, sobrina de Rafael Molina Lagartijo, que le encargo un retrato del primer califa a la muerte de éste, allá por 1900, y que le pagó con una baza califal -el pintor era muy aficionado a la arqueología- proveniente del cortijo Córdoba la Vieja, propiedad del matador. Este cuadro aún es conservado por la familia y se puede considerar la primera obra de marcado carácter taurino del afamado pintor. Años más tarde Romero de Torres retrató a Rafael Guerra Guerrita, segundo califa del toreo cordobés, por encargo de Rafael González López. Este señor, durante su etapa como presidente del Club Guerrita y al objeto de que presidiera el salón de citado club, solicitó al pintor un retrato de Guerrita que este realizó.
Cuando el local cerró sus puertas a la muerte de Rafael Guerra, la pintura pasó a manos de la familia, quien recientemente la cedió al Ayuntamiento de Córdoba para que se expusiese en el museo del pintor. También retrató a Rafael González Machaquito. Una como figura protagonista en un cuadro que se conserva en el museo de Bellas Artes cordobés, en la plaza del Potro, y otra como figura de vital importancia en el grupo en la pintura Consagración de la Copla, donde el tercer califa aparece a la izquierda del espectador.
También Romero de Torres plasmó a Juan Belmonte, la primera en su etapa como novillero, vestido de paisano y como muestra de agradecimiento por un brindis que hizo el trianero al artista cordobés. Posteriormente Romero de Torres volvió a pintar a un Belmonte, ya en la cúspide de su carrera, con la cabeza rapada por estar prestando el servicio militar, y liado en un capote de paseo.
Su última obra relacionada con el toreo, pertenece a su última etapa, pintada un año antes de su muerte. Se trata de Ofrenda al arte del toreo, donde retrata a una mujer desnuda que cubre sus piernas con un capote, portando una rama de laurel en su mano simbolizando la gloria. Ante ella una losa de mármol donde se pueden leer los nombres de Lagartijo, Guerrita y Belmonte.
La pintura que ilustra el cartel de Belmez forma parte de la obra titulada Poema de Córdoba, una obra formada por siete paneles que muestran de forma alegórica diversas facetas de la ciudad. Obviamente el toreo está presente y el panel titulado Córdoba torera está dedicado a la figura de Lagartijo.
La pintura la protagoniza una mujer que ciñe un manto rojo, a la guisa de un capote de brega al rematar una larga cordobesa, con el fondo de la plaza de la Corredera, lugar donde se celebraron corridas en la antigüedad, y donde un espada con el toro a los pies brinda su trasteo a una estatua del primer califa.
Romero de Torres vuelve muchos años después a anunciar una corrida de toros. Su Córdoba torera sirve como reclamo para que el público acuda a Belmez a presenciar la anunciada corrida de Victorino Martín, que será estoqueada mano a mano por los diestros Paco Ureña y Pepe Moral, y que ha levantado gran expectación incluso fuera de los límites de nuestra provincia.

8/01/2017

PROXIMOS CARTELES EN LA PROVINCIA



Mientras Los Califas continua con una programación ajena para lo que fue concebida, que no es otra que celebrar espectáculos taurinos, las plazas de la provincia comienzan a despertar del letargo en que se ven sumidas durante muchos meses. Es triste que este año, en que se conmemora el centenario del nacimiento de Manolete, el coso califal haya abierto sus puertas para celebrar festejos de toros solo en cuatro ocasiones. Esta efeméride debió, o debe de ser pues aún no es tarde, referente en el llamado planeta toro y no quedar hueca sin ningún festejo taurino. Lo que se está conmemorando no es otra cosa que el nacimiento de un mito, que lo es por muchas cosas, pero sobre todo por haber sido un referente en una disciplina artística milenaria, como es la tauromaquia, a la que trajo unas formas y maneras que fueron claves para la evolución de la misma. A esto hay que unir una personalidad única y magnética que hicieron que su figura fuera mucho más allá de las plazas de toros, llenando así toda una época en la historia.

Todavía no es tarde, aunque parece que no va a ser así, la celebración de un festejo homenaje al arquitecto del toreo moderno, como lo denomina el escritor Delgado de la Cámara, sobre la arena califal. Es triste que la sombra de Manolete permanezca viva en la ciudad cien años después, pero que en el coso taurino de la ciudad esté ausente más allá del busto que modelara Ruiz Olmos y que cohabita con los demás califas haciendo escolta a la puerta grande. 

La afición cordobesa se ve obligada a salir de la ciudad para presenciar festejos taurinos. Algunos abandonan los límites de la provincia y se aventuran a ver corridas en ferias de localidades cercanas, o incluso han seguido las evoluciones de las promesas que apuntan, casos de Lagartijo, en Sevilla o Madrid,  o de la reciente triunfadora en el ciclo de novilladas nocturnas de Sevilla, Rocío Romero.
Con la feria de las novilladas de lujo de Montilla en el recuerdo, y en el más absoluto olvido, han sido tres localidades del norte de la provincia las que han presentado sus carteles taurinos para celebrar aparejados a sus tradicionales fiestas. Es posiblemente la única válvula de escape que tengan muchos cordobeses para sentarse en los tendidos de una plaza de toros.


El primero de ellos tendrá lugar el próximo día 4 de agosto en la localidad de Villanueva de Córdoba. Allí el empresario Enrique Luján junto al matador de toros, hoy en las filas de plata, Ángel Luis Carmona, han preparado un festejo mixto que reúne varios alicientes. El primero es la presentación, han leído bien, de un Enrique Ponce que tras veintisiete años de alternativa, partirá plaza montera en mano. Será acompañado por el saltereño Manuel Jesús "El Cid", que viene de cuajar una faena, que posiblemente será una de las de la temporada, en la feria de Santander, eso sí, mal rubricada con los aceros. Junto a ellos hará el paseíllo el novillero local Carlos Jordán quien debutará con los del castoreño. Para la ocasión se ha preparado un encierro de sangre "ibarra" con el hierro de Sancho Dávila.

Vuelven los toros a la centenaria de Belmez tras un año en blanco. La afición belmezana se reivindica como la abanderada torista de la provincia y verá este año lidiar en su plaza una corrida, nada más y nada menos, con el hierro de Albaserrada, propiedad del mediático Victorino Martin. Los encargados de estoquearlos el próximo día 9 de septiembre, serán mano a mano Paco Ureña, quien atraviesa un momento cumbre en su carrera, junto al sevillano Pepe Moral, que estuvo a punto de abrir la Puerta del Príncipe en Sevilla durante la última feria de abril, ante toros de otra ganadería señera y legendaria como es la de Miura. Un cartel atractivo, al menos para los más defensores del toro bravo, el que ha montado el empresario Jorge Buendía, y que de seguro no solo atraerá aficionados de la comarca, sino de toda la provincia e incluso de fuera de ella, y es que Victorino Martín es un reclamo muy atractivo para la garantía de un espectáculo taurino con dinamismo y variedad.


Pozoblanco cerrará el mes de septiembre con la celebración de su feria en honor de Nuestra Señora de las Mercedes. Dos festejos ha preparado Antonio Tejero. En la corrida de toros, que tendrá lugar el día 23, alternaran Antonio Ferrera, que está sorprendiendo allá por donde actúa, obteniendo triunfos importantes en plazas como las de Sevilla y Madrid, mostrando unas lidias plenas y dinámicas, llenas de ortodoxia y no carentes de pellizco y buen gusto. David Mora, un torero que ha demostrado con creces de lo que es capaz, con salidas a hombros por la Puerta Grande de las Ventas, y que el sistema maltrata de forma injusta, será el segundo espada del cartel, que completa un joven José Garrido que trata de abrirse paso en el escalafón con unas formas que gustan al aficionado. Los toros pertenecerán al hierro de Alcurrucen que es uno de los que salvaguardan una sangre importante en el campo bravo, caso de la de Núñez. Para el 24, Pozoblanco albergará un festejo de rejones con la participación de Sergio Galán, Leonardo Hernández y la francesa Lea Vicens, quienes tendrán como oponentes toros de la ganadería portuguesa de Passanha.


A falta de que sean presentados los carteles de las localidades de la subbetica cordobesa, estos son, por ahora, los festejos donde la afición podrá asistir para disfrutar de la tauromaquia. Alicientes hay para ello, y para todos los gustos, pues la fiesta debe de tener variabilidad y diversidad.

El Día de Córdoba (31/07/2017)