3/26/2019

FINITO Y EL AIRE FRESCO CON AROMA


·        *  Lo hecho por el diestro cordobés en Valencia, ahí queda, y eso que muchos se rasgaron las vestiduras por su inclusión en los carteles.

*       ·         Sus dos trasteos tuvieron personalidad y torería




Si entre los bastidores del toreo todo huele a viciado por la falta de escrúpulos e ideas de los que lo manejan, fuera, o sea, sobre los ruedos, el espectáculo va perdiendo a pasos agigantados lo que podríamos llamar el factor sorpresa, así como la variedad y diversidad para llegar a un mayor número de espectadores.
Todo es tan previsible que son muchas las tardes en que parece que el que se sienta en el tendido es capaz de conocer, o al menos intuir, lo que va a ocurrir sobre la arena. El toro de hoy, salvo contadas excepciones, tan homogéneo en tipo y comportamiento, está seleccionado para lo que se ha dado en llamar el toreo moderno.
Una res carente de movilidad, casta y bravura, que permite que todo lo que se haga ante él, aunque en un momento sea capaz de matarte o mandarte a la cama, tenga una valoración mínima por parte del aficionado que acude, cada vez de forma más esporádica, a las plazas de toros.
Ante este toro tan previsible, los toreros que a ellos se enfrentan, también con algunas excepciones, muestran que todos, o casi todos, están cortados por un mismo patrón.
SU HACER, SU ESTILO Y SU MADUREZ QUEDARON UNA VEZ MÁS LATENTES EN EL COSO DE LA CALLE JÁTIVA

El dominio del oficio –me resisto a llamarlo técnica– de pe a pa, así como la puesta en práctica de un sinfín de ventajas, añadidas a la falta de carácter de los toros a los que se enfrentan, hacen que todo esté huérfano de pureza y ortodoxia, suplantándose esta por unas faenas largas en exceso, basadas en un toreo superficial e impostado, donde el espada de turno vende una entrega hueca de los verdaderos valores de la liturgia y drama de la tauromaquia.
Todo es tan igual y tan previsible que cuando surge la verdad, o algo distinto, aunque sea en forma de fogonazos intermitentes, llama poderosamente la atención. Por ello, hay actualmente espadas en los que la afición deposita todas sus esperanzas.
El toreo dramático de Paco Ureña; el concepto clásico con poder de Pepe Moral; el clasicismo de Emilio de Justo; o la gracia e intuición de Pablo Aguado son, o pueden ser, a corto plazo el revulsivo que precisa un escalafón de matadores viciado y cerrado por el sistema, a más no poder.
Un simple detalle puede marcar diferencias. La muestra, en la reciente feria de Fallas. Emilio de Justo no podía cumplir con su contrato al no estar recuperado de su lesión. La empresa optó por sustituirlo por un conocido de todos, Finito de Córdoba.
Muchos se rasgaron las vestiduras. La inclusión del espada cordobés en el cartel no fue bien vista y criticada. Los motivos fueron tan banales como manidos. La inhibición, la abulia, la falta de contratos, la pérdida de interés para el aficionado, fueron los más exhibidos por muchos.
Llegó el día del festejo y aún sin redondear una faena rotunda y maciza, Finito de Córdoba puso a muchos de acuerdo. Sus dos trasteos tuvieron un denominador común:la personalidad y la torería, cualidades éstas que no se aprenden, ni tampoco se enseñan. Se tienen y punto final.
Alguna media verónica preñada de torería con el capote, para luego mostrar con la pañosa una calidad y estética de muchos quilates. Que no hubo ninguna tanda completa, tal vez, pero aquellos muletazos sueltos, como dos derechazos de planta erguida, así como unos ayudados por alto a su segundo, que quedaron grabados en la memoria y retinas de los que los vieron para siempre.
Cortó una oreja. Si la espada, su cruz durante toda su carrera, hubiera viajado con mejor destino, se podría estar hablando de un triunfo rotundo de tres orejas, lo que le hubiera servido para abrir una puerta grande que hubiera supuesto un revulsivo de cara a la temporada.
Lo hecho por Finito de Córdoba en Valencia, ahí queda. Muchos lo han censurado. Le achacan la falta de profundidad en sus faenas, de trazo rectilíneo, de componer en exceso a toro pasado, de toreo amanerado y artificioso que abusa de lo accesorio, tratando de restar méritos a su actuación, que si no fue redonda y rotunda, tuvo un sublime concepto estético y una personalidad única e intransferible. Y todo ante dos toros que las figuras comienzan a dar de lado por tener más motor del por ellos apetecido.
Ya se dijo hace años. Finito era un buen torero, su forma de ser no le iba a llevar a ganar ninguna guerra, pero que vencería una ingente cantidad de batallas. Valencia, al igual que ante aquel utrero de Galache, fue testigo de una nueva victoria.
Su hacer, su estilo y su madurez quedaron una vez más latentes en el coso de la calle Játiva. Rectilíneo, manierista, accesorio, tal vez, pero que vengan muchos como él, porque de esta torería está huérfana la fiesta y está necesitada de aire fresco, sin importarle un ápice que lo traiga un torero con muchos años de alternativa de caro aroma y que se llama Juan Serrano, Finito de Córdoba en los carteles.


3/23/2019

MARTA REILLO, SENSACIÓN DEL CARNAVAL DEL TORO DE CIUDAD RODRIGO


·         Esta joven lleva tiempo queriendo ser torera. Pasó por las escuelas de Cuenca y Córdoba, donde actuó en la becerrada homenaje a la mujer cordobesa, obteniendo los máximos trofeos




Es de sobra conocido que la fiesta de los toros, a día de hoy, tiene muchos problemas a nivel organizativo. De cara al espectador se ha caído en una terrible monotonía, que daña irremediablemente la imagen de uno de los mitos vivos de nuestra cultura mediterránea. Se ha caído, organizativamente, en la desidia, en la falta de ideas y sobre todo en la comodidad.
El empresario busca ganar mucho dinero, exponiendo cada vez menos. Se apuesta a caballo ganador, se recoge el beneficio y punto y final. No se apuesta por la innovación, ni tampoco por aportar ideas que traigan aire fresco a un espectáculo que lo necesita de forma imperiosa.
Los festejos mayores, o sea las corridas de toros, mantienen el mismo esquema tarde tras tarde. Las combinaciones se repiten feria tras feria. Los actuantes son siempre los mismos, salvo casos muy puntuales, ante un toro seleccionado, no bajo las directrices del criador, sino de los espadas de primera fila, que buscan un animal que les permita actuaciones cómodas y poco comprometidas. 
EL ESCALAFÓN DE LOS NOVILLEROS ESTÁ CERRADO Y LOS EMPRESARIOS NO LOS INCLUYEN EN FERIAS

De ahí que los toreros, hoy, duren mucho tiempo y comanden un escalafón prácticamente cerrado, donde es muy difícil entrar en el circuito de ferias de relumbrón, cosa que no hace mucho garantizaba un triunfo en Madrid o Sevilla.


A día de hoy, un triunfo en esas plazas sólo sirve para repetir actuación en ellas, o en el mejor de los casos, entrar en carteles de menor entidad y en días considerados poco propicios para la celebración de festejos.
También se echa en falta una renovación desde abajo. O sea, con la irrupción de novilleros que se cuajen a base de torear por méritos propios y no por la cartera de padres o ponedores. El escalafón de novilleros está cerrado. Los empresarios, debido a su coste, similar al de una corrida de toros, han dejado de incluirlas en las grandes ferias.
Son pocos los lugares donde las novilladas tienen relevancia. Ningún novillero tiene el tirón suficiente para llevar a cabo una revolución que devuelva las novilladas al lugar que deben de tener, pues no hay que olvidar que es ahí donde se forman los nuevos toreros.
Muchos de estos noveles, ante la falta de festejos por los que se les pide un dinero del que carecen para poder actuar, se pasan al mundo de las capeas. La fiesta aquí sí está sufriendo una regresión. Son muchos los que, ante la falta de actuaciones, recurren a las capeas para aprender y formarse.
El caso singular de la semana se ha visto en una joven de Cuenca que, sin ella proponérselo, ha sacudido el mundo de los que quieren y no les dejan. El suceso tuvo lugar en Ciudad Rodrigo, en su tradicional Carnaval del Toro.
Todo transcurría como de costumbre. Los capas, ahora en pugna con los recortadores, tratan de dar unos muletazos a torazos que bien podrían saltar a plazas de primer nivel. Un precioso berrendo en negro, con el hierro de Pilar Población y encaste santacoloma, salta a la plaza mayor de la población salmantina.
El toro infunde respeto. De repente, una figura menuda, grácil, con una melena rubia sujeta en una larga coleta, se coloca delante del animal. Le cita y logra dar dos tandas con quietud y personalidad. Todos se preguntan quién es. Es Marta Reillo, una joven conquense que, sin saberlo, ha revolucionado –hoy las redes sociales son básicas para ello– el planeta toro. De hecho, ha sido la primera mujer en actuar como capa, o maletilla, en el Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo.
Esta joven lleva tiempo queriendo ser torera. Pasó por las escuelas de Cuenca y Córdoba, donde actuó en la becerrada homenaje a la mujer cordobesa, obteniendo los máximos trofeos, sin que volviera a torear nada más en la temporada. No obtuvo recompensa alguna por su actuación en Los Califas, teniendo que volver el año siguiente a su Cuenca natal.
Los vídeos de Ciudad Rodrigo de Marta Reillo recorren las redes y perfiles sociales llegando a muchos lugares. Las visitas asombran. Marta no era consciente de lo que estaba haciendo, de hecho aún no lo es. ¿Le servirá de algo aquel soplo de frescura que dio ante aquel toro? Es difícil de saber.
Hasta ahora se está escribiendo y hablando de ella, sólo falta que aparezca la figura del empresario, habano en los labios, como en las películas de los cincuenta, y la contrate para un buen número de novilladas. Pero ella es mujer sensata. “No quiero torear novilladas, solo quiero aprender”, dice a los que le preguntan. Marta, también sin saberlo, desnuda el gran problema de hoy en la fiesta de los toros, que no es otro que la falta de sensatez y el nulo aprendizaje para un rito en el que se puede perder la vida.



3/06/2019

DE LA DESIDIA A LA ESPERANZA PASANDO POR LA NOSTALGIA


·         La Córdoba taurina atraviesa una crisis preocupante con pocos visos, al menos, a corto plazo, de recuperación



Cuando las primeras ferias taurinas de la temporada se vislumbran en el horizonte, Córdoba continúa penando en el purgatorio del ostracismo. Ya se conoce que el, antes, tradicional festival de la Asociación Española Contra el Cáncer no se celebrará y ha sido sustituido por un espectáculo ecuestre. Lástima, pues el festival era una fecha consolidada de pleno en el almanaque taurino cordobés.
Con esta ausencia otro año más se pierde, posiblemente, el último acto taurino social importante que se celebraba en el Coso de los Califas. Sobre la Feria poco se sabe. Sólo que continuará la misma empresa, al ejercer su derecho a prórroga, y que el esquema de la Feria de Mayo, según ha podido trascender, poco variará de lo celebrado en años pasados.
O lo que es lo mismo, dos festejos mayores, otro de rejones, aunque se habla de una novillada con picadores. Poca cosa para lo que debe ser una ciudad que, taurinamente hablando, atraviesa una crisis profundamente preocupante y con pocos visos, al menos a corto plazo, de recuperación.
También es triste que en las primeras ferias importantes de la temporada la representación cordobesa sea prácticamente nula. Solo la aportación ganadera de Alcurrucén, aunque sus toros prácticamente yo no pastan en el término de Pedro Abad, y la vacada de Fuente Ymbro, propiedad del cordobés Ricardo Gallardo, ponen una ínfima gota de cordobesismo en unas combinaciones, donde se refleja que Córdoba taurina está tocando un preocupante fondo.
Sin matadores relevantes en el escalafón superior, aunque Finito podría abrir y revestir de categoría muchas combinaciones, y con un escalafón inferior destrozado por el sistema, donde es prácticamente imposible provocar un necesario cambio generacional, el panorama comienza a ser preocupante y, cada vez, más desolador.
EL PANORAMA COMIENZA A SER PREOCUPANTE Y, CADA VEZ, MÁS DESOLADOR
La Córdoba taurina sigue con el puso muy débil, solo aliviado por los actos culturales y coloquios que se siguen organizando, en los que en numerosas ocasiones se masculla con amargor la triste situación que vive la fiesta de toros en una ciudad universal.
No obstante, estos actos son los que mantienen el rescoldo de lo que fue Córdoba en el planeta de los toros y, sobre todo, los que continúan demostrando, citando a Baroja, que "Córdoba no está muerta, solo es un pueblo que duerme", a lo que apuntamos que ojalá despierte pronto, porque nunca es tarde si la dicha es buena.
Destacar también a la Juventud Taurina de La Carlota, que organizó días pasados un tentadero solidario en las instalaciones taurinas del Hotel El Pilar. Tuvo enorme éxito y un beneficio económico que será destinado a la labor altruista de la Asociación Española Contra el Cáncer.
Elogio y aplauso hacia estos jóvenes que han promovido un espectáculo taurino en tiempos convulsos, luchando posiblemente contra multitud de obstáculos, pero que a la postre han podido celebrar el festejo que pretendían, convirtiéndose este, sin ellos saberlo, en la apertura taurina en la provincia de Córdoba de este año de 2019. Enhorabuena y a seguir en la lucha.

Guerrita y el toro Cocinero

Circuló estos días por las redes sociales una foto de Guerrita estoqueando un monumental torazo. Para que luego digan que el II Califa se aliviaba. La fotografía impresiona. Pero puestos a indagar aquella lidia, cuando el siglo XIX agonizaba, tiene su historia oculta.
Para la fiesta de San Isidro se programó una monumental corrida de toros, en la que se anunciaban Guerrita, Antonio Fuentes y El Espartero, ante una corrida colmenareña, de la hoy casi extinta casta jijona, perteneciente a la ganadería de Félix Gómez. De entre los toros había uno que destacaba por el desarrollo de su cornamenta e imponente trapío.
Guerrita, monarca absoluto de la tauromaquia de la época, le dice al mayoral que le diga al ganadero que sustituya ese toro por otro más acorde a sus hermanos. El conocedor de la ganadería responde, que ese toro, de nombre Cocinero, no venía reseñado para él.
Entonces no existía el sorteo, por lo que Guerrita, picado en su amor propio, hizo que el toro fuese enchiquerado para ser lidiado y estoqueado por él mismo, obteniendo un resonante triunfo en la vieja plaza de la Carretera de Aragón, ante un público que siempre fue duro con él.
Las cosas del Guerra y un pundonor profesional, llamada vergüenza torera, que hoy están ayunas en muchas figuras del escalafón que solo matan lo que le es, no ya más propicio, sino lo más cómodo y fácil para el ejercicio de su profesión.