GANADERIA: Cinco toros de la Condessa de Sobral y uno, corrido en 4º lugar, de Torrestrella, bien presentados en líneas generales pero muy desiguales entre sí. En cuanto a juego se taparon en el primer tercio para después resultar mansotes, broncos, embistiendo a arreones y sin terminar de romper en ningún momento. El cuarto se aculó en tablas tres el tercio en banderillas e imposibilitó el lucimiento a su matador.
ESPADAS:
REY VERA (rosa pálido y oro con remates negros). Pinchazo y estocada (silencio) y estocada y dos descabellos (silencio)
SERGIO SANZ (azul pavo y oro). Seis pinchazos y doce descabellos (silencio tras aviso) y dos pinchazos resultando cogido en el último, y nueve descabellos (ovación cuando era retirado a la enfermería)
CURRO JIMENEZ (aguamarina y oro). Dos pinchazos y estocada (vuelta tras petición) y estocada (oreja)
INCIDENCIAS: Plaza de toros de Córdoba. Corrida a beneficio de la obra asistencia de los Hermanos de la Cruz Blanca. Un cuarto de plaza. Durante la lidia del tercer toro, Rafael Gago fue atendido en la enfermería de la plaza de varias contusiones. Igualmente Sergio Sanz fue atendido tras la muerte del quinto toro de una herida de asta de toro en el tercio medio del muslo derecho que interesa piel, tejido celular subcutáneo y aponeurosis del vasto interno con dos trayectorias, una ascendente de quince centímetros y otra descendente de cinco. Pronóstico menos grave. Fue intervenido con anestesia local y fue trasladado a su domicilio según parte facilitado por el Dr. Arévalo.
Córdoba y los cordobeses muestran su solidaridad con los que más la necesitan. Precisamente por esto, resulta muy raro que la corrida que cada año se organiza a beneficio de los hermanos de la Cruz Blanca, no tenga la respuesta que se espera del público. Ya sea con un cartel de foráneos, ya sea con espadas locales, con ganaderías toristas o con otras más comerciales, la respuesta del público siempre hasta ahora ha sido más que insuficiente. Por ello choca que a pesar de la popularidad del hermano Manolo y de sus ‘niños’, que este benéfico festejo no acabe de tener peso especifico en el calendario taurino cordobés, ni el resultado económico apetecido. Algo está fallando de manera seria. Por ello sería interesante que la Cruz Blanca y sus colaboradores mediten junto con la empresa, los posibles errores que hasta ahora están haciendo imposible tan bajo interés mostrado por los públicos. Tal vez sea falta de previsión o falta de promoción, como también puede ser una fecha poco propicia. A saber. Córdoba y los cordobeses son muy caprichosos, pero en el momento que se conozca que es lo que está fallando y se subsane, los cordobeses acudirán a ‘Los Califas’ porque la insolidaridad no existe entre las gentes de esta tierra.
En lo meramente taurino este año se anunciaba un cartel netamente cordobés. Tres toreros que actúan poco y que pedían torear en su plaza, tuvieron la oportunidad de pisar el albero del coso cordobés. Un éxito en una plaza de primera, podría convertirse en una tabla de salvación, una luz, una esperanza. Tres toreros de corte muy distinto, con conceptos diferentes que veían en la tarde de ayer, una ocasión única para salir del ostracismo en que se ven inmersos. Los tres se estrellaron ante una corrida poco propicia para el lucimiento, puesto que el juego de los seis toros estuvo marcado por el mal genio, la brusquedad y la poca colaboración. Ante este material poco se puede pedir a toreros tan poco placeados. La oportunidad se tornó en desencanto, pero la dignidad fue suficiente para salir airosos del trance.
Abría cartel Rey Vera. Desde que tomó la alternativa en ‘Los Califas’ hace algunas temporadas, no había pisado la arena de la plaza de Córdoba. Durante estos años ha toreado frecuentemente en plazas de provincia, con corridas poco propicias para un torero de su corte. La corrida de ayer podía suponer un antes y un después en su carrera, pero desgraciadamente se encontró con dos toros a contra estilo. El primero un cárdeno de fuerzas medidas, que no tuvo mala condición, pero que nunca acabo de entregarse debido a la ya apuntada falta de poder. Ante él, el matador estuvo correcto en el planteamiento, pero la falta de festejos hizo que la ejecución no resultase todo lo lúcida que hubiera deseado. No obstante destacó la tercera tanda con la mano diestra en la que Rey Vera demostró el toreo que atesora. La frialdad de abrir plaza y el juego del toro impidieron que el trasteo alcanzara mayores cimas, no obstante el torero estuvo digno, muy digno.
Su segundo fue un toro que duro un suspiro, bueno mejor dicho, menos que un suspiro. Toro bonito de lámina que quedo en eso, en una lamina. Tras salir suelto de los capotes y llegar las dos veces reglamentarias al caballo, se aculó en tablas y dijo de aquí no me muevo, impidiendo con ello el lucimiento que su matador hubiera deseado.
Sergio Sanz hacía su cuarto paseíllo como matador de toros. Con tan corto bagaje estuvo hecho un león. Valiente, honrado y muy por encima de sus dos oponentes. En su primero, al que lanceó de forma valerosa, estuvo muy firme ante un toro encastado pero muy incierto. La firmeza fue su mejor arma. Las tandas resultaron vibrantes, calando en el tendido. Aguantó un parón en el que el toro se paró en mitad de la suerte sin inmutarse, volvió a tocar y terminó de dar el muletazo con una solvencia impropia de alguien que torea tan poco. Unas manoletinas finales terminaron de caldear el ambiente. Lástima que la espada funcionara tan mal. Cuando las orejas se necesitan hay que matar a los toros, si no todo se diluye y eso fue lo que ocurrió. Sanz se aperreó con los aceros y lo que pudo ser una oreja de peso quedó en un sepulcral silencio.
La faena al quinto tuvo la misma tónica. Entrega, valor y ganas. Trasteo muy similar en las formas, que no en el fondo, a la anterior faena. Loable la actuación del torero. Resultó cogido tras un pinchazo y se desplomó en el suelo de forma dramática. Cuando Rey Vera había dejado media estocada, Sergio Sanz salió de la enfermería para rematar al toro. De nuevo el mal uso del descabello le imposibilitó el corte de la oreja. Mala suerte pues, pero decir que con esa honradez y esas ganas, la fortuna puede que sonría al torero de Ciudad Jardín.
El triunfador del festejo fue el prieguense Curro Jiménez que sumaba la primera actuación tras la alternativa el pasado mes de octubre. Jiménez mostró sus credenciales con una larga cambiada de mucha entrega en el tercio y esta entrega fue la tónica general de sus dos trasteos. Bullidor, valiente y sobre todo conectando de manera muy fácil con el público. La faena a su primero fue más espesa, debido sobre todo a los enganchones y a la falta de acople con la brusca embestida de su oponente, pero en la segunda, el de Priego estuvo muy centrado tratando de hacer el toreo de forma clásica. Dio mucho sitio al toro e intentó siempre de llevarlo toreado en muletazos largos. Cuando el animal se vino abajo, se metió en terrenos más cercanos e hizo un toreo más popular que terminó de calentar al tendido. Lo mejor de su actuación fue la realización de la suerte de matar al sexto. Una estocada para enmarcar, por la pureza de la ejecución de la misma. Curro echó la muleta abajo al pitón izquierdo y de forma despaciosa se fue tras la espada que quedó en el mismo hoyo de las agujas, rodando de élla el toro como una pelota. La oreja que paseó más que premiar la faena y ganas del torero, premiaba una estocada que puede ser la de la temporada en Córdoba.
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