7/01/2008

Y LOS MARTES...CAPOTAZOS SUELTOS





La tragedia siempre está invitada en la fiesta de los toros. Ya sea en plaza de capital, provincia o talanquera en mitad de un barbecho, la tragedia siempre ocupa su localidad. Permanece en silencio tratando de pasar desapercibida hasta que tiene ocasión de hacerse presente. Días pasados había ocupado su localidad sigilosa en la madrileña plaza de Torrejón de Ardoz. Nadie había notado su presencia cuando en el tercio de banderillas del quinto novillo quiso ser la protagonista. Adrian Gómez, tercero de la cuadrilla de El Fundi y que esa tarde lo hacía a las ordenes del modesto novillero Miguel Luque, fue dramáticamente volteado quedando inerte e inmóvil sobre el albero. El fantasma de Nimeño, Robles o Bienvenida planeo en el ánimo de los asistentes. Pronto todos los presagios se hacían realidad. Fractura de tres vertebras y la medula seccionada de forma irreversible. Resultado una tetraplejia que ha acabado con un torero y ha imposibilitado a un hombre para el resto de su vida. La tragedia mostró su cara descarnada y verdadera, porque la tragedia no es un hombre emborrizado de sangre y arena como algunos pretenden hacernos ver en el papel cuché. Es mucho más seria y dramática.

Haciendo hilo a la triste noticia anterior, hay que hacer reseña de los desafortunados comentarios hechos en los foros de un conocido portal taurino de internet. Aquellos que se autodenominan defensores de los derechos de los animales, han demostrado tener pocos principios morales y éticos, pues no entra en cabeza civilizada alguna el mostrar alegría por tan horrible y desafortunado accidente. Ellos solitos se están autodefiniendo. El respeto que hasta ahora se está mostrando por el mundo del toro hacía ellos, que no indiferencia, se les puede volver en contra. Quizá sea lo que buscan para alcanzar una notoriedad que con vehemencia e integridad jamás podrán lograr. Todos estamos en nuestro derecho de defender nuestras ideas y principios, pero no demostrando tanta bajeza rayana en lo despreciable.

La mayor grandeza de la fiesta es su integridad y con ella viene aparejada la verdad. Últimamente existe una corriente de aficionados y prensa que reclama una fiesta de estas características. Pero es predicar en el desierto. Por mucho que de denuncie, se reclame y se digan las verdades del barquero, el fraude está muy enquistado en el corazón de la fiesta de los toros. Tanto que en plazas y ferias menores pasan cosas a veces imprevisibles. Tanto es así que en la pasada feria de Algeciras, Victorino Martín, que en otras plazas es paradigma de integridad, se permitió el lujo de enviar una corrida que dejo mucho de desear precisamente en eso, en integridad. La prueba, la foto que ilustra esta columna hoy.

FOTOS CEDIDAS POR WWW.DESDELCALLEJON.COM

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