5/07/2011
LOS RELATOS DE RAFAEL EL VAQUERO. LABORIOSO, DEL MARQUES DE ALBASERRADA.
Tras una Semana Santa marcada por la lluvia, que ha dado al traste con los días grandes del drama pasionista en Córdoba, esperábamos que mayo rompiese con su tradicional fuerza y colorido. Teníamos ganas los cordobeses de ver a la ciudad de nuevo plena, policroma, luminosa, exultante de belleza, y así comenzar el mes más festivo cordobés con el disfrute de nuestras hermosas cruces de mayo. Pero no ha podido ser. Una vez más, al igual que días pasados, el mal tiempo ha dado al traste con todo. Las calles de la ciudad han brillado, no por luminosidad, si no por la pátina gris del agua caída, que si es buena para el campo, es mala, demasiado, para el disfrute de nuestras fiestas y costumbres.
No obstante las cruces han florecido en las plazas y jardines de la capital sin importarle para nada la climatología tan adversa. Climatología que ha impedido un desarrollo normal de la celebración, y que ha hecho que muchos cordobeses hayan quedado en sus casas y no hayan tenido valor, o quizá “posibles”, para salir a las calles e iniciar el mayo cordobés como marca la tradición y las costumbres de la ciudad.
La lluvia ha hecho posiblemente que se haya disfrutado más de la televisión. La “caja tonta” ha ganado adeptos. Los toros, previo pago, se han convertido en una válvula de escape para aquellos deseosos de ver festejos. Uno de estos canales, privado y de pago obviamente, está llevando en directo la feria abrileña sevillana al completo. Las televisiones públicas, las que todos pagamos, las fiestas de toros están prohibidas y son políticamente incorrectas, salvo en algunos canales autonómicos donde se ofrece una cara muy adulterada de la misma. Pues lo dicho, esta televisión privada y de pago, esta retransmitiendo al completo el ciclo abrileño hispalense. Todo un derroche técnico y humano, aunque como siempre los comentaristas fallen por activa o pasiva, y que lleva tarde tras tarde el colorido y la magia de la corrida de toros a nuestros hogares.
Precisamente una de estas tardes inclementes, meteorológicamente hablando, se ha producido un singular hecho. El indulto de un toro de Núñez del Cuvillo, de nombre “Arrojado”, a manos de un excelso y pletórico José María Manzanares. Indulto a nuestro juicio exagerado, pero que ya no tiene vuelta atrás. Este suceso ha traído de nuevo la polémica y el debate. ¿Fue o no fue el toro de indulto? La respuesta cierta se antoja imposible. El tiempo dictara sentencia.
A pesar del agua y tras comentar con algunos foráneos la situación de una de las cruces de mayo más emblemáticas, tomo la calle Torrescabrera dirección a casa. Sorpresa, en la puerta de la taberna “Gongora” vestido como un “pincel” se encuentra nuestro querido vaquero Rafael. Viste un traje de chaqueta color hueso, poco usual con lluvia pues los salpicones se hacen rápidamente notorios. En la mano diestra lleva con gallardía un paraguas a guisa de un bastón de mariscal, o más bien uno ornamental como los grandes aristócratas. Sobre su hombro izquierdo una gabardina cuidadosamente plegada que le incrementa notablemente su aire torero.
- Rafael, buenas tardes ¿Qué hace usted ahí como está el tiempo?
- Hombre, mi amigo. ¿Cuánto tiempo, no? Se ve que sus prosesiones le han tenio más que atareao.
- Pues la verdad es que si amigo. Aunque ha estado el tiempo mal las cofradías que han salido me han tenido ocupado y no he tenido tiempo de nada. Me tengo de desconectar de todo lo que no sean cofradías, bandas, costaleros, flores, horarios y cera.
- En que líos se mete oste. En fin ¿Qué me cuenta del indulto de ayer?
- Pues que no lo acabo de ver Rafael. La faena fue buena, excelente. Pero el toro hizo cosas que en campo el ganadero no lo hubiese aprobado. Pero en fin, la fiesta de los toros esta hoy como está. Pero en fin las cosas de la vida Rafael. ¿Por qué no pasamos y tomamos unos medios?
- Pos vamos a entrar. Me he asomao y como no veía a nadie conocio iba para la casa, pero ya que está oste aquí nos vamos a convidar para celebrar las cruces que están este año pasas por agua. ¿Qué le pasará a San Pedro que no nos deja tranquilos con tanta agua?
Río con ganas su salida y pasamos al interior de la taberna donde nos sentamos en una de sus mesas. Pido un par de medios de vino y media ración de cochifrito para que nos sirva de suculento aperitivo.
- Pos amigo mío hablando de indultos ¿a que no sabe oste una cosa?
- Dígame que seguro que es algo de interés, aunque mucho me temo que me va a volver a contar la historia de don Atanasio.
- Descuide oste que no van por ahí los tiros. La historia va por otro lao.
Rafael ríe maliciosamente. Cuando está así es capaz de sorprender con cualquier cosa interesante. Así que me pongo en guardia y le digo:
- Pues cuénteme Rafael, que soy todo oídos.
- Lo que le voy a contar es el único indulto, hasta ahora, que hubo en Sevilla.
- No me diga Rafael que fue usted testigo del indulto de “Laborioso” del Marqués de Albaserrada. ¿Cómo que estuvo usted por allí?
- Sí señor. Ocurrió que había en Sevilla que entregar unos papeles de ganadería en las oficinas de la zona y Espinosa de los Monteros nos mandó al mayoral de la casa y a mí a entregarlos. Así que cogimos el tren y nos plantamos en Sevilla. Entregamos el papeleo en las oficinas y justo al salir de allí nos encontramos con nuestro “colega” Domingo Nogales que trabajaba para el Sr. Marqués de Albaserrada. Nos contó que venía de desembarcar una novillá en la plaza y que tenía que volver pronto. Aquella prisa no fue ostaculo para que nos convidásemos con unas copas de manzanilla y que nos enreara a quedarnos al día siguiente para ver el festejo.
Como de costumbre Rafael calla durante breves instantes para saborear el rico caldo montillano y tomar un trozo de cochifrito del Valle de los Pedroches. Canta las excelencias del lechón y como no, de la buena embocadura del vino que se sirve en la taberna “Góngora”.
- El mayoral y yo teníamos el día siguiente de descanso, así que desidimos quedarnos en Sevilla. Buscamos pensión en una que conocíamos en la calle Marqués de Paradas, junto a la estación de Córdoba, e hisimos noche allí para al día siguiente acudir a la Maestranza para que Domingo nos diese las entradas que nos había prometio.
- ¿Y cómo fue la novillada Rafael?
- Pues una novillá mu encastá. Aquello saco mucha raza. En el cartel estaban Paco Puerta, Rafael Astola y Pedrín Benjumea que estuvieron bien, cada uno en su estilo. Pero lo ‘gordo’ vino en el quinto, que como siempre se dijo, nunca hubo uno malo. Antes Paco Puerta fue aplaudido en su primero y tanto Astola como, el “paisano”, Benjumea habían lograo arrancar una oreja a cada uno de sus novillos.
- Pero Rafael ¿tan bueno fue “Laborioso” como cuentan?
- Salvador fue un novillo muy bravo. Una animal con mucho temperamento. Recibió tres buenas varas de Velázquez, la última a los sones de la banda de música, aluego y a pesar del castigo, no se cansó de embestir con clase y bravura a la muleta de Rafael Astola que estuvo muy bien con él. La gente estaba entusiasmá y de guenas a primeras comenzó a pedir la vida del novillo.
- Y la historia nos cuenta que todo llego a buen puerto
- Pos claro que sí. Ya digo que el novillo fue bravísimo. Astola le entro a matar con una banderilla y tras volver “Laborioso” con vida a los corrales, dio la vuelta al ruedo junto con Nogales, el mayoral, y el picador Velázquez. La presidencia le había concedío una oreja simbólica, no como ahora que sin que nadie pida ná aparece el alguacil con las dos y el rabo.
- Entonces Rafael ¡vivió usted el suceso en directo!
- Lo que le cuento. Al terminar la novillá estuvimos con el bueno de Domingo, el mayoral, que estaba el hombre entusiasmao. Nos contó que “Laborioso” se había embarcao por cabezonería suya. Al ser muy descarado de pitones desentonaba en exceso de sus hermanos. También que era hijo de una vaca “pedrajeña” y de un toro del hierro de Veragua. Pero lo más gracioso fue cuando comentó una “trastá” que hizo el animal en “La Mirandilla”.
- ¿Qué fue lo que hizo el toro Rafael?.
- Pos que fueron unos trabajadores a talar los árboles de la finca y uno de ellos iba y venía a Gerena en bicicleta. El hombre dejaba la bicicleta siempre a su vista junto al cercado más cercano a donde trabajaban, un día a “Laborioso” le llamo la atención la maquina y se le arrancó quedándose las ruedas y el cuadro enredados en su cuerna llevándola el animal durante un buen periodo de tiempo enganchá de los pitones, con el susto del propietario del aparato. Desde entonces “Laborioso” comenzó a ser conocido por toda Gerena como el “Bicicleta”.
- Rafael eso ya no lo sabía yo. Siempre aporta usted algo nuevo.
Reímos con ganas la ocurrencia del novillo de emular a Bahamontes y terminamos de comentar el suceso único, hasta el día de hoy, de un indulto en el Baratillo sevillano. Rafael, testigo directo del de entonces y vía televisión del último, tampoco está muy conforme con el más reciente. El defiende un toro bravo en los tres tercios, no solo en el último. Nos despedimos hasta otro día, que espero que sea pronto, para seguir deleitándome, y a todos ustedes, con las historias del viejo vaquero Rafael.
2 comentarios:
Si tu comentario es antitaurino estás perdiendo el tiempo: vete a un blog antitaurino e intenta ponerlo allí, porque aquí será rechazado. Si tu intención es insultar o faltar al respeto a alguien, también estás perdiendo el tiempo. Por fin, si no puedes identificarte de alguna forma tampoco podrás escribir aquí. Gracias por tu comprensión.
Como siempre Salvador, magnífico
ResponderEliminarUn saludo
Pgmacias
El picador que picó a "Laborioso" fué Francisco el Beta, de Coria del Río, era mayoral de la ganadería de Moreno Santamaría y tuve ocasión de hablar con él de ese novillo en la finca La Marmoleja. Lo definía como un novillo muy bravo, "un tejón", mientras mostraba orgulloso la foto a la que usted se refiere. Esa es la diferencia, Chocolate hijo no va a poder nunca presumir de foto, por ahí creo yo que van los tiros. Un saludo.
ResponderEliminar