El otro día
tuve la dicha de presenciar una novillada más que interesante. He de confesar
que acudí expectante a Sevilla. Quería ser testigo “in situ” de la presentación
de dos paisanos en la Maestranza. Fui
a ver las evoluciones de dos jóvenes toreros que han levantado expectación en
Córdoba. Hasta allí fui y casualmente me encontré con el juego más que notable
de unos animales de una ganadería también cordobesa. Los erales con el hierro
de “La Quinta”
estuvieron presentados correctamente de acuerdo, eso si, a su encaste de
“santacoloma”, una muestra más que en tamaño no va el trapío. Eso fue la
fachada, por dentro tuvieron un juego en que predomino la movilidad, clase,
raza y bravura. A la postre el juego de los erales de “La Quinta” se convirtió en el
protagonista de una noche de verano a la orilla del Guadalquivir.
Y aquí es
donde viene la pregunta ¿Por qué el encaste de “santacoloma” esta siendo
apartado del gran circuito pese a su juego? La respuesta no es otra que
precisamente por lo mostrado en Sevilla. Por su juego variado e imprevisible, juego
que rompe la tónica de lo que se pide hoy; juego que no admite fallos; juego
que no admite medias tintas; juego
dinámico y exigente. En resumidas cuentas, un juego vistoso para el espectador,
pero que exige a los profesionales un esfuerzo extra para lo que están
acostumbrados.Tanto es así que no solo los aspirantes a toreros naufragaran ante tanta bravura, las cuadrillas, alguno que otro avezado en empresas mayores, también pasaron una seria prueba ante los cárdenos erales.
No obstante
a todo esto, el espectador pronto se olvida de todo, y nada dice cuando se le
vuelve a imponer el toro imperante. El bobo, fofo, flojo, desrazado, parado y
“domecqticado”. El aficionado es minoría y sus demandas solo son atendidas en
contadas ocasiones y cuando lo son. El sistema vuelve a imponer tarde tras
tarde el toro apto para sus intereses, marginando todo aquel encaste o
ganadería incomodo para los mismos. No es solo la sangre procedente de “santacoloma”,
es toda aquella no apta para lo que se ha dado en llamar el toreo moderno. "Veraguas" y "conchaysierras", "
vega-villares" o "saltillos", "albaserradas", "atanasias", "coquillas", e incluso algunas
tenidas de antaño como toreristas caso de “nuñez” o “cubero”, todas están en
serio exterminio étnico. Ya han terminado en el matadero unas pocas de vacadas
con solera e historia. Ganaderías y encastes que no gozan de protección alguna
y que su perdida menoscaba de forma grave la biodiversidad de la cabaña brava.
Y mientras tanto el espectador calla y tolera, el aficionado protesta y no es
escuchado, la prensa oficial mira hacia otro lado haciéndose la tonta y el
sistema impera a sus anchas imponiendo una fiesta cada vez más descafeinada a
todos. Lo malo que quien pierde no es nada más y nada menos, que la fiesta de
los toros en sí.
Foto: Una vaca con el histórico hierro de Saltillo otea en el horizonte su crudo futuro.
Me encanta cuando estar en vena de gran cronista, y a muchos que no a ti les cuadra perfectamente el refrán "Nada es verdad ni mentira todo es del color conque se mira" y tal y como están las cosas los refranes los aplican según sus intereses.
ResponderEliminarGracias Juan por tus palabras. No hago nada más que expresar lo que creo que es verdad.
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