Córdoba se ha despertado como todos los días. Se despereza poco a poco. Las calles comienzan a poblarse de gente que acude a sus trabajos como siempre. En el ambiente no se respira nada especial. Sin embargo para las gentes del toro, hoy no es un día más. Hoy es un día clave en la vida torera de dos hijos de la ciudad. Rafael Reyes y Javier Moreno, Lagartijo en los carteles, se presentan en la Real Maestranza de Sevilla. Son muy jóvenes. No han hecho nada más que iniciar el camino en la dura profesión que han escogido, pero ya han logrado llamar la atención de una afición seca, abulica y caprichosa. Son dos toreros con muchas posibilidades, distintos entre si, complementarios el uno al otro, pero que tienen formas y modos para cubrir una étapa en la historia taurina de la ciudad. De su actuación esta noche no dependen solo futuros contratos. Depende que su actuación se convierta en un rayo de esperanza para la Córdoba torera.
Esta noche, cuando muchos nos sentemos en los escaños del Coso del Baratillo, estaremos expectantes y a la vez preocupados. Expectantes como cordobeses, que deseamos lo mejor para lo nuestro. Preocupados como amantes de la fiesta, tendremos el temor de que todo no salga como deseamos. Por esto hoy no es un día cualquiera. Es una fecha especial, que puede ser punto de partida para reeditar tiempos pasados en los que Córdoba era algo en el mundo del toro. La ilusión y la esperanza se darán cita esta noche en el coso maestrante. Como dijo Cesar: Alea jacta est. La suerte está echada.
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