Existe una corriente, entre
los aficionados a los toros, muy dada a defender la pureza de los encastes.
Todo ello viene motivado, sin lugar a dudas, por la expansión de una sola sangre por la
cabaña brava. Esto es consecuencia de que un solo encaste,
parladé-tamarón-domecq, acapare los puestos de los carteles de más relumbrón. Esta
sangre dominante en el campo bravo, nos ha traído a las plazas un toro que poco
favorece, o nada, a una lidia dinámica y completa. Por ello algunos aficionados
se están movilizando en pro de la defensa de aquellos encastes distintos al
imperante y mayoritario.
En ocasiones esta defensa se
radicaliza hasta extremos que rozan una demagogia rayana en un integrismo que protege
cosas que se desconocen, como si se trataran de auténticos dogmas de fe. Todos
los encastes marginados y minoritarios son defendidos. Todos, y si alguno de
ellos lo es con más efusión, este es el vazqueño que los Duques de Veragua llevaran
a lo más alto. Basta con repasar entradas sobre este encaste en los distintos
blogs taurinos. Siempre llevan aparejada la polémica. Unos defienden y erigen, de
forma radical, la exclusividad de una ganadería, la de Tomás Prieto de la Cal,
en la única representante de esta sangre. Otros tratan de poner en valor a otros ganaderos
que trabajan, de forma denodada, por recuperar
lo poco que puedan tener de esta casta mediante la absorción de otras que algún
día pudiera haber contaminado la pureza de lo vazqueño.
La polémica está servida. Sin
ir más lejos esta misma bitácora taurina es fiel reflejo de lo expuesto con las
entradas tituladas: ¿Se extinguirán los Veraguas?, o más recientemente ¿A qué vacada pertenece esta piara?. Los comentarios y las posiciones encontradas se
dispararon y fueron de las entradas que más comentarios han tenido en este
blog.
Ahora le llega el turno a
Rafael Cabrera Bonet. Todo un erudito, un tratadista magistral sobre todo lo
concerniente a la génesis, formación e historia de nuestras ganaderías. Una
entrada sobre la ganadería de Aurelio Hernando, en su blog Entre recortes y galleos, ha vuelto a destapar la caja de los truenos al hablar de la sangre de
Veragua. Tanto es así que Cabrera Bonet ha tenido que intervenir escribiendo
una entrada nada más que magistral. Comparto con el todo, o casí todo.
Decir que el encaste vazqueño
fue creado mediante el mestizaje de distintas razas y ganaderías de la época.
Los Duques de Veragua por tanto manejaron una ganadería mestiza, eso sí, a la
que dotaron de una personalidad única. Fueron requeridos elementos de la ganadería
Ducal para la creación y mejora de múltiples ganaderías. Veragua fue prácticamente
el Domecq de su época. Luego la edad de oro, o lo que es lo mismo la imposición
de los toreros, ¿les suena esto de algo?, la fue marginando hasta hacerla
desaparecer prácticamente.
Hoy es una sangre valorada, es
algo único y en peligro de extinción, y demandada por gran parte de los amantes
del toro. Por ello hay que dejar las discusiones bizantinas y tener una mente
mucho más abierta. Hay que defender el encaste en sí, luchar por su pervivencia
y dejar de hacerlo cerrándose en exclusividades ganaderas que son tan
perjudiciales, como el monoencaste, para nuestra fiesta.
Me da igual que Prieto de la
Cal pusiera un toro de Torrestrella o Algarra a sus vacas. Si lo hizo, lo haría
para refrescar y mejorar su ganadería. Poco me importa que las ganaderías
hermanas de Javier Gallego y Aurelio Hernando traten de buscar la pureza
mediante cruces por absorción eliminando todo lo que no posea sangre veragueña.
Tampoco me importa que Fernando Palha crease su ganadería partiendo de una vaca
llamada “Chinarra”. ¿Y saben el motivo? Porque lo que los tratadistas taurinos
escribimos, es lo que quieren que escribamos. Al final no sabremos si lo que
nos han contado y ha sido escrito es verdad o es mentira. Leyenda o mito. Lo
que realmente ha sucedido en la formación y posteriores movimientos de nuestras
ganaderías más señeras, es desconocido. Nadie sabe, más que los propios
ganaderos, lo que cada uno ha hecho en su casa, lo que se ha puesto de manera
secreta y puntual, tratando de buscar el toro ideal que cada criador tiene en
su cabeza. Lo que realmente importa es que se busque un toro que venda cara su
vida, que sea completo en los tres tercios, que sea integro por fuera y por
dentro, y por consiguiente que de espectáculo. Eso es el beneficio que
obtendría la fiesta y no la defensa irracional de algo que se desconoce. Por
qué si queremos saber la verdad la historia, no la que nos han querido contar, ésta tendrá
que ser reescrita por transportistas de ganado, camioneros, vaqueros y mayorales.
Fotos:
Arriba, semental de la ganadería de Julio de la Puerta; en el centro, sementales de la ganadería de Prieto de la Cal; y abajo, semental de la ganadería de Javier Gallego.
¡Chapo Salvador magnifica entrada!.
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