GANADERIA: Seis toros de Manuel Blazquez. Bien presentados
aunque muy deficientes de pitones y faltos de fuerza. Los seis desarrollaron
buen juego y colaboraron con los matadores. Los mejores los jugados en 5º y 6º
lugar. A este último de nombre “Juguetero”,
número 21, fue premiado con una merecida vuelta al ruedo tras una leve petición
de indulto.
TOREROS: Juan Serrano “FINITO DE CORDOBA” (negro y azabache).
Estocada atravesada (oreja) y media estocada trasera y tendida (oreja)
Manuel Díaz “EL CORDOBÉS” (nazareno y oro). Estocada (ovación con saludos tras
petición mayoritaria no atendida) y estocada (dos orejas)
ANDRES
LUIS DORADO (grana
y oro). Dos pinchazos y estocada (vuelta al ruedo) y estocada (dos orejas tras
un aviso).
INCIDENCIAS: Plaza de toros
de Cabra. Corrida de toros con
motivo de las fiestas en honor de Nuestra
Señora de la Sierra. Un tercio de plaza en tarde de agradable temperatura.
Al finalizar el paseíllo se guardo un minuto de silencio en memoria del torero
local “Felipin”. Una vez terminado
el festejo Andrés Luis Dorado y Manuel Díaz “El Cordobés” abandonaron
el coso a hombros. El ganadero fue expulsado del callejón por el delegado
gubernativo por irrumpir en el ruedo tras la muerte del segundo toro reclamando
los trofeos para el espada de turno.
Cuentan que los toros bravos son los que
descubren de verdad a los toreros. En la historia del toreo se han dado casos
de que un toro, bravo de verdad, ha puesto en evidencia las carencias de muchos
espadas. En otras ocasiones y también ante toros con clase y bravura, ha habido
toreros que han tenido oportunidad de desarrollar el toreo como de verdad lo
sienten. Para bien o para mal, los toros bravos siempre descubren las virtudes
o vergüenzas de los matadores de turno. Ayer en el centenario coso egabrense se
tuvo la oportunidad de comprobarlo en las postrimerías de la corrida.
Salto el sexto, de nombre “Juguetero”, chorreado y bragado, de
muy bonita lamina. Su matador, el cordobés Andrés
Luis Dorado, abrió el percal para recibirlo con gallardía y buen gusto.
Empujó con clase el burel en la única vara que tomo. El espada quitó por
zapopinas y tras brindar al respetable cuajó un trasteo con verdad, torería,
valor y sobre todo comprometido a las bondades de las embestidas de tan noble
ejemplar. Tras una tímida petición de indulto, Dorado se perfiló muy en corto y cobró una estocada que rubricó una
tarde que de seguro va a suponer un punto de inflexión en su carrera.
El otro gran triunfador de la tarde fue “El Cordobés”. Manolo Díaz está en un momento de su carrera que lo ve todo de una
manera diferente. Atrás quedaron los años de la “revolución”. Ahora “El Cordobés” trata de disfrutar y
hacer disfrutar. En su primero, un ejemplar con clase pero con poca fuerza,
realizó una labor importante y técnica, para terminar toreando a placer, sobre
todo al natural, y finalmente abrió la caja de los truenos con saltos de la
rana y demás muestras de su particular repertorio. Mató certeramente y vino el
lio. El público más que mayoritariamente solicitó los trofeos para el espada,
la presidencia no atendió la petición y ya se sabe. Música de viento y bronca
para el palco, con incidente incluido al saltar el ganadero al ruedo flameando
un pañuelo y afeando la actitud presidencial. Se desquitó “El Cordobés” en su segundo. Se mostró ortodoxo y con una dimensión
distinta a la que nos tiene acostumbrados. Vibrante faena de muleta en la que
destacaron de nuevo las tandas con la zocata. Volvió a ser certero con los aceros
y, esta vez sí, la presidencia le concedió dos justas orejas.
Finito
de Córdoba,
impecablemente vestido, fue a Cabra
a vestir y dar vitola al cartel. Juan
Serrano sin redondear nada dejó destellos de su personalidad, de su
calidad, de su plástica manera de interpretar el toreo. Sus labores, mejor la
primera, no fueron redondas, tuvieron muchos dientes de sierra, pero siempre el
empaque del torero que otrora enamorara a Córdoba
daba fogonazos nostálgicos de otra época en la que brilló con luz propia en todas
las ferias del planeta toro.
Algunas personas llevamos algún tiempo indicando la valía de este joven matador cordobés. Ayer lo demostró nuevamente con su actuación, máxime con un toro bravo (6º de la tarde)que repetía incansablemente obedeciendo los dictámenes del torero. Siempre se ha dicho, y así lo creemos muchos aficionados, que estos toros son los que te "ponen o te quitan". Andrés Luis Dorado se puso ayer en posición muy ventajosa. Esperemos que quienes tienen que colocarlo en los carteles comprendan definitivamente que hay un "torero" con quien se aprende y disfruta en cada una de sus actuaciones. Enhorabuena, maestro.
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