Buena, muy buena, resultó la novillada enviada por la ganadería de La Quinta. Novillos bien presentados, en la línea de su encaste santacoloma, con motor, movilidad y bravura. Eso sí, con los problemas típicos de la casta, que en ocasiones desbordaron a los actuantes, pero todos con un juego interesante, tanto para toreros como para aficionados, lo que a la postre hizo que el espectáculo tuviera un dinamismo inusual en estos tiempos. Lástima que el mal uso de los aceros impidiera un éxito numérico mayor, pero, cuando el toro se mueve, poco importan las orejas, que a la postre no son más que despojos.
Abría cartel el novillero manchego, pero alumno de la Escuela Taurina del Circulo Taurino de Córdoba, Emilio Bresó, que evidenció un estilo personal y vertical que le hace aportar algo distinto. A sus dos oponentes los recibió con una espaldina a portagayola. En su segundo sufrió una espectacular voltereta, a la que siguieron lances en los que siempre mostró intención de hacer las cosas bien. Quietud, mucho valor y personalidad. Las cosas le salen unas veces sí y otras veces no, pero apunta variedad con el pecado; eso sí, tiene un punto de frialdad que hace que le cueste llegar con facilidad al tendido. No obstante, su bisoñez es ahora disculpa para los posibles defectos que se le puedan buscar.
Lagartijo tiene el toreo metido en la cabeza. Lo ve todo, excepto la suerte suprema, con una facilidad pasmosa. Torero con una cabeza privilegiada y encima con buen gusto. Sabor tuvo el recibo con el capote a su primero con la rodilla genuflexa y buen trazo sus dos faenas de muleta. Mejor la segunda, un trasteo de menos a más en el que destacó al natural. Lástima que la espada siga siendo su asignatura pendiente. Entra a matar a lo que salga, no hace la suerte, no cruza y así es imposible. Tiempo hay de perfeccionarse. Su toreo espontáneo y natural no puede emborronarse con la mala ejecución de la llamada suerte suprema.
Rafael Reyes continúa apuntando alto. La concepción de su toreo se ha visto notablemente depurada. Fácil y valiente con el percal buscando la variedad. Banderilleó con soltura a su segundo. Con la muleta trató de hacer un toreo de mucha ortodoxia a sus oponentes. Cites en la larga distancia para después tratar de parar, templar y rematar atrás los muletazos. Su toreo tiene consistencia y pureza con las lagunas obvias de quien aún esta empezando su carrera.
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