Cuando el doctor Eliseo
Morán se traslado desde su Salamanca natal a Córdoba, el destino le premió el
poder vivir en una ciudad milenaria. Más tarde, plenamente asentado en la
ciudad como un cordobés más y, se hizo ganadero de bravo, se dio un capricho que no está al alcance de todos los aficionados. Eliseo Morán sin lugar a dudas vio
cumplido un sueño. El paisaje charro donde se crió, de toros y encinas, se hizo
realidad muy lejos de la tierra que lo vio nacer. En el corazón de la sierra de
Montoro, entre madroños, jaras, coscojas y lentiscos, el doctor Morán cría sus
toros. Unos toros ‘parladeños’ procedentes de Martín Lorca, de sangre Juampedro
y Torrealta. Para su debut en la plaza de su tierra adoptiva, Eliseo es ya un
cordobés más, trajo un eral con una capa caprichosa, aunque a la postre fuera el lunar negro del encierro. Nacido en enero de
2011 y herrado con el número 66, de nombre “Azafata” y sardo según el “papeleo”
oficial. Pues bien, el animal luce, o mejor lucia, un pelo muy particular.
Ensabanado, salpicado y capirote en cárdeno claro, lleva en el lomo una
caprichosa mancha de color castaño. Todo un capricho para la vista y quizás un
símbolo de la afición ganadera de su propietario.
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