9/01/2014

LA TAUROMAQUIA MODERNA

Ganadería: Seis toros de Zalduendo, dos para rejones, reglamentariamente despuntados, y cuatro para lidia ordinaria. Desiguales de presentación y de juego desigual. TOREROS: Diego Ventura (rejoneador). Dos orejas y oreja. Finito de Córdoba (azul y oro). Silencio y oreja. El Fandi (amaranto y oro). Dos orejas y rabo y dos orejas. INCIDENCIAS: Plaza de toros de Priego de Córdoba. Corrida mixta con motivo de la Feria Real. Más de tres cuartos en tarde de calor. Durante el festejo fue inaugurado el nuevo sistema de iluminación del coso. Se guardo un minuto de silencio en memoria del que fuera empresario, Andrés Mora y del antiguo conserje Francisco Medina.
En el devenir de su historia, centenaria por cierto, el coso de Las Canteras de Priego de Córdoba habrá vivido muchas tardes la épica y la tragedia de la tauromaquia. Tardes que conforman un tratado para estudiar la evolución de la fiesta de los toros. Antaño, cuando el toreo estaba en mantillas, la fiesta tenía tintes trágicos y de batalla entre un ser irracional y fiero, contra el raciocinio humano. Con el tiempo y el transcurrir de los años, todo se ha ido humanizando. Ya no hay lucha. Hoy prima la plasticidad y la estética. La fiesta es amable, no se vive, salvo contadas ocasiones, la épica. Los públicos buscan la diversión, no el drama. Los auténticos valores de la fiesta, la fuerza contra la razón, están en vías de extinción. Han sido o están siendo sustituidos por otros en los que la verdad poco importa. Lo importante es disfrutar de algo que, desgraciadamente solo se queda en un bonito envoltorio. Un envoltorio que nos priva de la rivalidad entre espadas, donde se hacen combinaciones extrañas, tratando sobre todas las cosas atraer a un público heterogéneo y ávido de divertirse.

Abría plaza el rejoneador Diego Ventura. Este nuevo caballero de La Puebla es un rejoneador bipolar. Genio ante todas las cosas, y como genio hay que entenderlo. Es capaz de rejonear con unas formas clásicas y ortodoxas, como de buenas a primeras convertirse en un heterodoxo y singular revolucionario en el arte de Marialva. Cuando Ventura se propone hacer el rejoneo, demuestra el motivo de ser quien es en el escalafón. Templado, buen conocimiento de los terrenos, buena monta y mejor concepto. Luego viene lo que detestan sus detractores. Sus gestos de cara a la galería, sus arrebatos, sus constantes guiños al tendido y sobre todo la falta de respeto a sus oponentes. Pero Diego Ventura es así. Esa personalidad le ha llevado a ser una figura de su escalafón y le pese a quien le pese, lo que hace en el ruedo tiene que tener su reconocimiento.


Finito de Córdoba actuaba en la provincia esta temporada por primera vez. Tras su ausencia en la feria de mayo de Córdoba, muchos fueron los que se acercaron hasta la Subbética para verlo. Finito es un torero -no se descubre nada nuevo- en sazón, un torero cuajado y que con cualquier pequeño detalle puede salvar una tarde. Eso ocurrió en la tarde de ayer. Sus trasteos no tuvieron rotundidad, pero si estuvieron salpicados de detalles inigualables. Mejor en su segundo, donde hilvano una faena de poca ligazón, pero los muletazos resultaron mayestáticos y de gran belleza plástica. Lástima que el toro se rajara y la faena no tuviera mayor rotundidad. En su primero primó la desconfianza ante un toro con el que no termino de encontrarse a gusto.

El Fandi es un torero querido en Priego. El espada de Granada es uno de los máximos exponentes del toreo populista. En otra época resultaría difícil de comprender que alguien que no ha triunfado con rotundidad en Madrid, Sevilla, Bilbao u otras plazas de primera, este presente tarde tras tarde en cualquier plaza del planeta toro. Poco reconocido su primoroso toreo de capote, es alabado por sus facultades en el segundo tercio. Fandila banderillea con enorme poder a toros que carecen del mismo. De ahí que la mayoría de sus pares sean a pitón pasado, eso si muy espectaculares en su ejecución pero muy alejados de la ortodoxia. Con la muleta, como todos los espadas banderilleros, baja una enormidad. No obstante está ahí, siempre en la brecha y contando con el favor de un público amable en exceso. Son las cosas de esta tauromaquia moderna.
Crónica publicada en El Día de Córdoba el 01/09/2014




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