Transcurría la tarde en un tono plano. Pesaba en el ambiente el
pobre resultado de la corrida del viernes. El ambiente estaba bastante
enrarecido. Tanto es así, que el primer toro fue protestado de salida, algo
inusual en Córdoba. Ni el saludo capotero de Finito a su primero tuvo la
repercusión de debió de tener. Las cosas de esta Córdoba en ocasiones
incompresible. El torito de color melocotón acudió al caballo con alegría. Al
llegar al peto claudicó. Es el toro de nuestro tiempo. Finito tomó la muleta y realizó
una faena bella. Retazos de buen gusto y preñada de una torería de otra época.
Una estocada trasera y dos golpes de cruceta terminaron con la vida del astado
de peluche. Morante anduvo a medias tintas con el segundo. Otro torete de capa
jabonera que se apagó pronto. La tarde continuaba plana. El público seguía
extraño, raro, sin romperse. Talavante vive un momento magnifico. Inédito con
el capote se encontró con un animal, perfectamente lidiado por Trujillo, que le
permitió desplegar su particular tauromaquia anárquica y de improvisación.
Salió
el cuarto. Un toro de muy justa presentación. Un toro bien hecho y de bonitas
hechuras a pesar de su justeza. Finito se rompió a la verónica. Meció el capote
y enjaretó unos bellos lances a la verónica rematados con una hermosa larga
cambiada por bajo. El animal acudió presto a la montura en el primer puyazo. En
el segundo salió repuchado. Galopó en banderillas, lidiado con justeza por
Antonio Manuel Punta. El público seguía frío, eso sí, por poco tiempo. Los cimientos
de Los Califas iban a crujir una vez más en sus 50 años de historia. Finito
cuajó la faena de la feria. Una labor completa de principio a fin. El toreo
fundamental, el que de verdad hacer vibrar al público fue brotando de las
muñecas del torero cordobés. Los muletazos fueron excelsos, sublimes, rotundos.
El toreo fundamental se fue haciendo presente y los naturales resultaron
ejemplares. Adelantando el engaño, tocando con suavidad para tirar del toro
hasta más allá de la cadera. La faena tocaba la cima. Todo apuntaba a un suceso
único. A una faena para el recuerdo, para la historia de Los Califas y, por qué
no decirlo, para la historia del toreo. Pero surgió lo inesperado.
El
demonio de la soberbia aparición por Los Califas cuando nadie lo había invocado.
El público enardecido por la duración y rotundidad de la faena, comenzó a pedir
el indulto del animal, provocado por un torero en un éxtasis pleno. La
presidencia no consideró tal petición, puesto que el toro buscó las tablas en
la postrimería de la obra. Juan Serrano desoyó al palco. Comenzó un reto
absurdo entre palco y torero. Juan Serrano continuó toreando un toro muy venido
a menos, pero seguía los vuelos de la muleta del torero. Los avisos fueron
cayendo uno tras de otro. ¿Por qué motivo no sonaron los metales cada vez que
asomó el pañuelo en el palco? El caso es que el tiempo marcado por el
reglamento había pasado. Todo se cumplió.
El reto
continuó de forma incomprensible. Juan Serrano en lugar de retirarse preparó al
toro y lo despacho de una estocada a pesar de las advertencias de los
alguacilillos y delegado gubernativo. Desacato doble. Curiosamente por no
querer matar al toro, y otro posterior por matarlo, hecho inusual en la
historia del toreo. El escándalo estaba servido. Lo que pudo ser un triunfo
rotundo e histórico, quedo en la nada. El demonio de la soberbia se había
salido con la suya. ¿Que motivó a Juan Serrano a cambiar una faena de rabo y
convertirse en triunfador de la feria, a sembrar un escándalo a los 24 años de
su alternativa? La autoridad no debe de ser jamás ninguneada y menos aún
desobedecida. No hay que olvidar que vela por la fiesta, sus valores y el
toreo. Desobedecerla es faltar el respeto a la fiesta. Lo demás, no importó.
FICHA DEL FESTEJO
Ganadería: Seis toros de Núñez del
Cuvillo, muy justos de presentación. Los tres primeros se tapaban por sus capas
melocotón y jaboneros, alguno impropio para una plaza de primera. De juego
desiguales. Mejor los jugados en tercer y quinto lugar. El cuarto tuvo un juego
excepcional en la muleta pero terminó rajado. TOREROS: Finito de Córdoba, (negro y oro). Ovación con
saludos y ovación con saludos tras tres aviso. Morante de la Puebla,
(corinto y oro). Silencio y oreja. Alejandro Talavante, (azul marino y
oro). Oreja y palma de despedida.INCIDENCIAS:
Plaza de Toros de los Califas. Tercer festejo de la feria de Nuestra Señora de
la Salud. Dos tercios de entrada en tarde primaveral. Entre las cuadrillas
destacaron Javier Ambel, Juan José Trujillo de la cuadrilla de Talavante.
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