Ingresado, de Jandilla, padre del toro Bengala |
A pesar de su juego su nombre es omitido en el libro conmemorativo del 50 Aniversario de Los Califas editado por Diario Córdoba
Repaso el libro que ha editado
Diario Córdoba con motivo del cincuentenario de Los Califas. Un libro con todo
lujo de detalles, -eso sí, debería de
llevar el patrocinio de alguna clínica oftalmológica por lo diminuto de sus
letras-, entrevistas, artículos de historia, estadística y un anuario con
profusión de festejos celebrados en cada temporada. También cuenta con artículos de personajes
que no conocen Córdoba ni de lejos, ni que tampoco han sufrido, ni vivido
ningún festejo ferial en sus tendidos, pero claro su firma viste un poco más y
da cierto lustre, que no hace falta, a la edición, aunque al final su opinión este
llena de tópicos. Un libro que es digno a la efemérides que se celebra, y que no
puede faltar en la biblioteca de todo aficionado a los toros de Córdoba.
El compañero Antonio Luis
Aguilera hace una fiel estadística de los toros de nota lidiados en estos
cincuenta años. No obstante a la fidelidad y concienzudo trabajo, observó dos
detalles, que aunque insignificantes, brillan por su ausencia. Desde esta
modesta bitácora trataremos de poner la apostilla, ojo para sumar, jamás para
restar, al escrupuloso trabajo elaborado.
La primera de ellas es sobre el
festejo celebrado el día 25 de mayo de 1980. En el cartel estaban Francisco
Rivera "Paquirri", José María Manzanares y Luis Francisco Esplá,
quienes se las vieron ante una sería y brava corrida de Torrestrella. La
corrida fue brava, hoy inconcebible que un encierro como aquel lo estoqueasen las figuras del momento, y que a la postre
ofreció una buena tarde de toros. "Paquirri" cortó dos orejas,
Manzanares, una y un Esplá muy joven, hizo vislumbrar su tauromaquia luminosa y
dinámica, que a la larga le sirvió para convertirse en un icono del toreo de
nuestro tiempo. Digo, y repito, que la corrida fue brava. El tercero de la
suelta, un animal de pelo negro zaino, se arrancó a los montados con alegría,
para luego galopar en banderillas permitiendo al alicantino cuajar un tercio
épico y cumbre. Tanto que le sirvió, tras el tercer par, para dar una
apoteósica vuelta al ruedo. Luego en la muleta el animal fue un derroche de
casta y motor. Una movilidad indómita para dar y tomar, tanto que Esplá no pudo
del todo con él a pesar de su oficio y conocimiento. Tras una faena vibrante, y
en la que jamás intentó el toreo al natural, un certero espadazo parecía que
pondría punto y final a aquel animal, y que las orejas del bravo, sobre todo
por la emoción del trasteo, acabarían en las manos de un Esplá que se sentó en
el estribo a ver a su oponente doblar. El toro sacó su bravura y se resistió
con su casta a lo inevitable. Su muerte. Aquel momento postrero emocionó al
público que pidió la vuelta al ruedo para el animal y el pañuelo azul no tardó en
asomar. Las mulas dieron la vuelta al toro entre aplausos, mientras el torero
alicantino se tuvo que conformar con saludar en otra vuelta al redondel.
Esto es lo que aconteció aquella
tarde. ¿Pero cómo se llamaba aquel bravo animal cuyo nombre se omite en el
libro que ha visto la luz? La respuesta es que aquel toro llevaba por nombre
'Rompevientos' , número 67, guarismo 6. Era hijo de la vaca de igual nombre,
número 381, y del semental 'Almejito', número 108.
Otro detalle que se obvia,
seguramente motivado por qué no obtuvo el premio de la vuelta al ruedo, es el
juego del toro 'Bengala' también del hierro jerezano de Torrestrella, lidiado
el día 26 de mayo de 1989. Ese día hubo movimiento de corrales, nihil novum sub sole, y la corrida de
Ramón Sánchez fue desechada. Se suplieron los anunciados con tres toros de
Javier Osborne, jugados en primer, quinto y sexto lugar, y otros tres con el
hierro de Álvaro Domecq. Pues bien el tercero de los jugados, de nombre
'Bengala', número 80, guarismo 5, fue uno de los toros más bravos, por no decir
el que más, lidiado en Los Califas. Negro de capa desarrollo bravura en los
tres tercios, siendo lucido de manera poco egoísta por su matador, Emilio
Oliva. El de Chiclana no estuvo mal, pero pudo y debió estar mejor. Su punto
flaco, la espada, le privo de cortar los máximos trofeos y posiblemente de
despejar un camino que al final se le cerró para siempre. La cabeza de
'Bengala' decir que se encuentra en la plaza cubierta de 'Los Albujeros',
regalada por los hermanos Camará y Antonio Pérez Barquero, al criador de tan
bravo animal. Como dato curioso hay que decir, que este toro era hijo del
semental 'Ingresado', número 144, del hierro de 'Jandilla', padre de muchos
toros premiados con la vuelta al ruedo e incluso indultados por su excepcional
juego.
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