El rito sacrificial del toro es difícil de comprender
en una sociedad que se ha alejado del contacto real con la muerte
Desconocimiento e intereses foráneos son los grandes enemigos de la fiesta
Muchos están empeñados en matarla. Razones diversas
abogan por su desaparición. Morales, éticas conservacionistas y políticas,
todas respetables pero todas carentes de un fundamento serio y coherente. El
caso es que atacar la tauromaquia es políticamente correcto y todo ataque a la
misma está bien visto por una sociedad urbanita que toma un concepto ecologista
idealizado en exceso. Malos tiempos para la última gran fiesta milenaria de la
cultura mediterránea, donde el atavismo del hombre, su lucha a muerte contra la
fuerza bruta de la fiera, está presente desde tiempo inmemorial en nuestro
código genético.
La muerte forma parte del ciclo vital: todo ser vivo
está predestinado a ella. Es el fin, el punto final. El hombre ha querido poner
una máscara al fin de la vida. La sociedad se ha vuelto aséptica en cuanto a la
muerte. Atrás quedó el tiempo donde el ser humano, desde su niñez, tenía un
contacto real con el final. Se sacrificaban los animales para servir de
alimento en fiestas familiares donde los niños asimilaban que el cerdo o el
pollo estaban destinados a terminar en la mesa familiar. Hoy nuestros hijos se
han acostumbrado a ver al pollo muerto, desplumado y plastificado en las
bandejas de las grandes superficies. Esos mismos niños que convivían cotidianamente
con sus abuelos viéndolos envejecer, morir y ser velados en familia, en la
casa. Hoy el contacto con los mayores en sus postreros momentos es en las salas
de hospitales y tanatorios, algo frío y artificioso.
Por eso hoy en día es difícil, muy difícil, de
comprender el rito sacrificial del toro de lidia en una plaza. La tauromaquia y
la muerte van unidas de la mano; es la grandeza del rito. En el toreo el hombre
muere de verdad, al igual que lo hace el toro, en una lucha desigual entre
hombre y bestia. Puede resultar anacrónico pero es la realidad y a su vez es el
carácter diferencial que hace al toreo un valor de España, le pese a quien le
pese.
Desconocimiento e intereses foráneos, movidos por no sé qué razones, son los grandes enemigos externos de la fiesta. Los que alegan está subvencionada con dinero público, callan y no dicen quien está sufragando desde el extranjero las campañas para destruir y abolir una fiesta llena de valores culturales, antropológicos y artísticos. Resulta difícil entender porqué razones un ciudadano de los Países Bajos irrumpe en un ruedo tarde tras tarde, rozando una actitud provocadora ante la pasividad de las fuerzas del orden, en defensa de un animal desconocido en su cultura natal. También resulta extraño que otros, humanos dicen, deseen la muerte a un semejante por el mero hecho de ejercer como oficiante en una liturgia legal y declarada bien cultural por los representantes del pueblo español.
Desconocimiento e intereses foráneos, movidos por no sé qué razones, son los grandes enemigos externos de la fiesta. Los que alegan está subvencionada con dinero público, callan y no dicen quien está sufragando desde el extranjero las campañas para destruir y abolir una fiesta llena de valores culturales, antropológicos y artísticos. Resulta difícil entender porqué razones un ciudadano de los Países Bajos irrumpe en un ruedo tarde tras tarde, rozando una actitud provocadora ante la pasividad de las fuerzas del orden, en defensa de un animal desconocido en su cultura natal. También resulta extraño que otros, humanos dicen, deseen la muerte a un semejante por el mero hecho de ejercer como oficiante en una liturgia legal y declarada bien cultural por los representantes del pueblo español.
La muerte está presente en el ruedo. La tragedia volvió
a sobrevolar una vez más la plaza. A pesar de la pérdida de rusticidad del
toro, por disminuido que esté en su carácter físico y psíquico, el animal
siempre entraña peligro. Un animal pequeño y del llamado encaste, o descaste,
mayoritario prendió de fea manera en Huesca a Rivera Ordóñez ocasionándole una
herida de extrema gravedad. El tiempo pareció retroceder y la imagen de hace 31
años en Pozoblanco se hizo presente en la mente de todos. La fortuna y la
suerte, el milagro para los que somos creyentes, marcaron la trayectoria del
pitón en el abdomen y el final luctuoso no fue el mismo. El hijo de Paquirri se
recupera en un hospital mientras gente de poco escrúpulo le desea una muerte
por el mero hecho de ejercer su profesión. ¿Hacia dónde camina el ser humano
cuando desea la muerte de sus semejantes?
La fiesta en su historia siempre ha sido discutida. Hubo
tiempos que incluso fue prohibida por reyes que no comprendieron su
enraizamiento en el pueblo español. También hubo bulas papales condenándola que
los españoles no aceptaron imponiendo sus gustos y tradiciones. Está
documentado que tras la muerte del cordobés José Dámaso Rodríguez Pepete, el Senado español trató
en una sesión la supresión de las fiestas de toros. La fiesta siempre salió
triunfante.
El principal enemigo de ésta es la pérdida de sus valores reales. También de la falta de importancia de la materia prima, que es el toro. El toro debe de salir íntegro y fiero, es la única solución, porque visto el reciente percance de Huesca por muy disminuido que esté, puede acabar con la vida de un hombre en un abrir y cerrar de ojos. Hace falta también unidad de todos los estamentos que conforman el toreo. Mal se hace mirando para otro lado, o haciendo cada uno la guerra por su cuenta. La unión hace la fuerza y es hora de formar un frente común para su defensa. Si el toreo no se une, desde fuera se recrudecerán los ataques ante la debilidad que se muestra desde el interior. Sería triste no defender la fiesta de los toros por los que forman parte de ella, veríamos nuestras plazas, algunas centenarias, convertidas en recintos de copas y baile para los hijos de la sociedad aséptica que hemos creado.
TAUROMAQUIA PATRIMONIO CULTURAL
ResponderEliminar“Fiesta más culta del mundo, García Lorca, . . . que profundo.”
Tauromaquia Patrimonio
Cultural, fuera el demonio,
de la tradición taurina,
que tiene historia genuina.
¡Qué digo historia, prehistoria,
del misticismo a la gloria!,
la lucha de vida o muerte,
vean la pintura rupestre.
Simbología, simbolismo;
arte puro, torerismo,
la faena, en sí, es maestría,
de un espada, que porfía.
En la lidia del decoro,
frente de un armado toro,
genes, crianza, su natura,
esencia, trapío, bravura.
Cornúpeta, humano reto,
filosofía del respeto,
la barbarie no es cultura,
¡mentira que haya tortura!
Torero, astado, igualdad,
frente a muerte, paridad,
peligro hay en la corrida,
ritual, herida, . . . la vida.
Pasión, emoción presente,
en el alma de la gente
que, entregada, en una Plaza,
sus problemas, bien . . . aplaza.
Sublimación inmanente,
hecho, realidad presente;
encierro, docta doctrina,
en economía, una mina.
Digna fuente de trabajo,
que quita lo cabizbajo,
música, baile, pintura,
canto, poesía, escultura.
Periodismo, religión,
fotografía, luz, canción,
dibujo, literatura,
nos brinda el toreo de altura.
No cuestionar sin saber,
cultivarse es un deber,
en toda materia humana,
no a la inconsciencia malsana.
Defendamos nuestra fiesta,
de la ignorancia siniestra,
de insensatos irredentos,
de “antitaurinos” violentos.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 24 de agosto del 2015
Dedicado al Sr. Ricardo Ramos, taurino de corazón, defensor de la fiesta por convicción.
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)