GANADERÍA: Seis toros de "Fuente Ymbro", chicos y
anovillados. Su juego resulto noble en líneas generales con matices. El primero
tuvo calidad y poca fuerza, el segundo fue noble pero de poca fijeza, el
tercero embistió con templanza, el cuarto fue pronto y alegre con transmisión,
el quinto bronco venciéndose por el pitón izquierdo con peligro y el sexto se
dejó sin más. Recibieron un micro puyazo cada uno de ellos. TOREROS: FINITO DE CÓRDOBA (Corinto y oro). Palmas y dos orejas y rabo simbólicos. JUAN JOSÉ PADILLA (Verde
esperanza y oro con remates negros).
Dos orejas y oreja con petición de la segunda. EL FANDI (azul turquesa y oro). Oreja con petición y oreja. INCIDENCIAS: Plaza de toros de Montoro. Corrida de toros con motivo
de la feria en honor de Nuestra Señora del Rosario. Más de tres cuartos en
tarde de tiempo desapacible, llovió durante la lidia de los toros primero y
segundo. El cuarto toro, de nombre "Organillero", número 177 y pelo
negro listón, fue indultado. Al finalizar el festejo los tres espadas y el
mayoral de la ganadería, abandonaron la plaza a hombros por la puerta grande.
Tras la lidia del quinto toro el espada Juan José Padilla fue atendido en la
enfermería de un traumatismo facial.
Mucho ha llovido desde aquel día de otoño de
2004. Once años han pasado y aún permanece la faena de Finito de Córdoba a un
bravo toro. Un animal de un encaste hoy en horas bajas, como es el Atanasio,
con el hierro de Juan Pérez Tabernero. Finito de Córdoba inmortalizó aquella
tarde a un bravo toro con una faena sublime. Una faena tan eterna que todavía
es recordada. La reglamentación de la época y también, porque no decirlo, la
falta de sensibilidad del palco, impidieron que aquel bravo toro salvase su vida.
Fue apuntillado tras aquella excelsa faena del torero nacido en Sabadell. Tras
aquella tarde, Montoro tenía una deuda con el toreo de Finito. Siempre que Juan
Serrano hizo el paseo en el coso montoreño, el recuerdo de aquella faena estaba
aún presente en el ambiente y a poco que un toro le ayudara, Montoro estaba
deseando de rememorar lo que entonces fue imposible. Y es que el toreo eterno
no caduca y difícilmente se olvida. Ayer, la deuda se vio saldada. Finito cuajó
un trasteo de su corte y en esta ocasión el animal que tenía enfrente, un toro
con muchas virtudes, regresó vivo a los corrales siendo perdonada su vida tras
asomar en el antepalco el pañuelo naranja.
Finito de Córdoba lo recibió de forma magistral a
la verónica. Fueron lances donde jugó con gracia los brazos, ganando terreno
entre lance y lance para rematar grácilmente con media verónica en los medios.
El animal acudió pronto al caballo, donde apenas se le hizo sangre. Ya en el
segundo terció se adivinó su prontitud y su largueza en los capotazos de
Oliver. Finito inició la faena pegado a tablas en unos muletazos de costadillo
de tuvieron quietud. El toro se arrancó pronto cuando se le citó a larga
distancia. Las tandas con la mano derecha resultaron compacta y macizas. Largos
y templados los derechazos en un prodigio de estética. Bajo el trasteo al
natural. Retomó la diestra y volvió a subir el diapasón. De nuevo el toreo de
verdad se hizo presente en el redondel. La faena estaba hecha. Finito acudió a
las tablas a por el acero y comenzó la petición de indulto, curiosamente desde
el mismo callejón y provocada por profesionales, siendo entonces secundada por
el tendido. Finito continuó dibujando el toreo, demandando con la sonrisa el
perdón de la vida para el toro. El recuerdo de hace once años estaba patente.
En esta ocasión sí asomó el moquero naranja y el toro volverá vivo hasta Los
Romerales, predio donde pasta la ganadería de Fuente Ymbro. Excesivo premio,
pero ya era hora de saldar una deuda contraída hace más de una década. En su
primero Finito cuajó un trasteo pulcro y de chispazos que la lluvia no dejó que
tuviera más calado en el tendido.
Juan José Padilla estuvo más templado que en otras
ocasiones en su primero. Bien con el capote, cuajó un buen tercio de
banderillas, donde destacó el primer par al cuarteo con mucha verdad. La faena
tuvo un principio prometedor. Buena la primera tanda. Luego a Padilla le
traicionó el subconsciente y volvió a ser el torero valeroso y valiente a que
acostumbra. Mató rápido y cortó dos orejas. En su segundo volvió a estar airoso
con el percal y rehiletes, buen par al quiebro en el tercio. La faena la inició
de rodillas en terrenos de sol, siendo aparatosamente cogido. Con el rostro
ensangrentado volvió a la cara del toro e hilvano una faena en su línea. Estocada
y descabello y otra oreja al esportón. Feo gesto el que tuvo con la
presidencia. No hay que obviar que el presidente es la máxima autoridad del
festejo y el respeto debe de ser máximo hacía él.
El Fandi termina la temporada una vez más
encabezando el escalafón de matadores. Lanceó correctamente a su primero, que
poco se le reconoce su manejo del percal, y tras un tercio donde primó la
velocidad, realizó una faena desigual pero fiel a su estilo y contentado a un
tendido entregado y excesivamente amable. Su segundo fue un animal que
rápidamente se rajó y buscó las tablas. Fue allí donde el torero de Granada se
fajó con para arrancarle, tras una estocada y un golpe de cruceta, otra oreja
que le suponía pasar el umbral de la puerta grande con sus compañeros.
Tarde entretenida donde la memoria de una tarde
sublime, fue revivida por un torero que hace el toreo como pocos, y que sabe
hacer de una materia viva, como es el toro, obras que son difícilmente de
olvidar. De hecho aquella aún recordada, ha tenido un peso especifico para ser
rememorada durante la tarde de ayer, aunque haya sido de mucho menor tono que
la vivida hace muchos años.
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