Comienza la temporada en Los Califas. Mal juego de los
de Zalduendo.
El festival taurino a beneficio de la delegación
provincial de la Asociación Española Contra el Cáncer supone la apertura de la
temporada, exigua al día de hoy, en el Coso de Los Califas. Un festival
totalmente consolidado en el calendario taurino local y que este año se vio
envuelto en la polémica, tras anunciar el Ayuntamiento que, para la presente
edición, no colaboraría económicamente en la organización del mismo. Por ello
era esperado que el público se volcara con la causa, pero finalmente a la hora
del inicio del festejo los tendidos estaban cubiertos únicamente en dos tercios
de su aforo.
En el apartado meramente artístico, la tarde fue más
de sombras de que luces. Tarde de detalles, que no acabó de romper por el pobre
juego de los animales enviados por la ganadería de Zalduendo. Su comportamiento
tuvo como denominador común la falta de fuerza y sobre todo la carencia de
casta. Con animales así el toreo se hace monótono, aburrido y ayuno de emoción,
por lo que el esfuerzo que realizan los espadas queda totalmente hueco teniendo
nula trascendencia en el tendido. Pena daba ver como los deseos de espadas con
el oficio de Ponce, Finito, o Urdiales se estrellaban ante
oponentes de tan pobre comportamiento, por lo que la tarde fue cayendo en
picado. Solo detalles sueltos y la actuación final del novillero Ginés Marín
maquillaron el resultado final del festejo.
Ginés Marín fue quien hizo lo mejor de la tarde.
Novillero cuajado, maduro, preparado para la alternativa y con unas condiciones
magníficas para ser alguien en el mundo del toro. Ya dejó sus credenciales en
un ajustado quite por gaoneras en el toro de Julio Benítez. Luego en el que le
correspondió estoquear, estuvo elegante y solvente en los lances de recibo.
Quieto y jugando magníficamente los brazos. Brindó su trasteo al respetable y
con la tela grana, cuajó la faena más compacta de la tarde. Inició con unos
ayudados por alto saliéndose hacía los terrenos de fuera, para continuar
toreando con la mano diestra en una serie que tuvo mando y sobre todo temple.
Al natural se gustó y con ello, también al público que entró de lleno en la
faena. Los pases tuvieron solvencia, técnica, ortodoxia y buen gusto. Con
toques imperceptibles embarcó las embestidas del novillo para llevarlo de
adelante hacía atrás y de arriba abajo. Los hubo realmente monumentales. Los
pases de pecho resultaron bellos y rematados al hombro contrario. La faena
estaba hecha. Las ganas de redondear le hicieron pisar terrenos de cercanía,
resultando los pases más amontonados y embarullados. Mató de forma rotunda y las
dos orejas del animal fueron a parar a sus manos. Marín demostró que está
maduro para la alternativa que tiene a la vuelta de la esquina. Ojo que reúne
condiciones optimas para ser gente en esto, solo falta que la fortuna le
acompañe.
Abrió cartel Enrique Ponce. Descubrir al valenciano, a
estas alturas de su carrera, su facilidad y buen oficio es algo que ya se da
por sabido. Ponce anduvo muy por encima de su oponente. Sobrado y fácil. Como
de costumbre. Lanceó pulcramente y tras brindar su faena al público cuajó un
trasteo marca de la casa. Natural, estético y conocedor de distancias y
terrenos. Si hubiera estado acertado con la espada, posiblemente hubiera
cortado un trofeo, pero su mal uso le impidió redondear una actuación, que si
no fue rotunda, tuvo el don acostumbrado de la facilidad.
Finito tuvo ganas de agradar a su público. Veroniqueó
con soltura sin que los banderilleros pararan al toro. Su faena de muleta tuvo
destellos de su clase, especialmente en los remates y en los ayudados por bajo,
algunos realmente sublimes. En el toreo fundamental se encontró con un animal
que no colaboró en absoluto para el lucimiento, por lo que su labor no acabó de
romper.
Se presentó Urdiales en Córdoba, tras estar muchos
años en el escalafón. El riojano, debido al pobre juego de su oponente, no tuvo
la actuación esperada y deseada. Sólo pudo mostrar buen concepto en una labor
en la que estuvo muy por encima del animal que le tocó en suerte. Acertado con
la espada cortó la oreja que solicito el público.
El Fandi hace lo que sabe y lo que puede. Nunca engaña
a nadie. Heterodoxo, atlético y populista, su toreo dista mucho del que gusta
al aficionado. No obstante, el de Granada tiene un publico fiel, que le jalea y
lleva siempre en volandas. Mató de eficaz media estocada y fue premiado con una
oreja.
Julio Benítez estuvo voluntarioso toda la tarde. Con
el capote estuvo valeroso entrando en quites. Brindó al respetable y realizó
una faena en la que destacó su ganas de agradar. Puede que le pesara el
compromiso, lo que le llevó a alargar en exceso la faena, lo que unido al mal
uso de la espada solo le sirvió para escuchar leves palmas tras un aviso.
Pobre balance por el mal juego de las reses, solo
salvado por detalles sueltos y la actuación en el sexto del novillero Ginés
Marín.
Ganadería: Cinco toros y un utrero (6º) de
Zalduendo, reglamentariamente despuntados. En líneas generales desiguales de
presentación, carentes de fuerza y parados. El cuarto, berreón y manso, tuvo
movilidad y el sexto resultó el mejor del encierro.
TOREROS: Enrique Ponce. Dos pinchazos y media estocada (ovación con
saludos). Finito de Córdoba. Media
estocada tendida y dos descabellos (ovación con saludos tras aviso). Diego Urdiales. Estocada (oreja). El Fandi. Media estocada trasera
y tendida (oreja). Julio Benítez 'El
Cordobés' Tres pinchazos, media estocada y dos descabellos (al gunas palmas
tras aviso). Ginés Marín. Estocada.
(Dos orejas).
INCIDENCIAS: Festival a beneficio de la
Asociación Española Contra el Cáncer. Dos tercios de entrada en tarde primaveral.
Destacar entre las cuadrillas a Oliver
y Ambel en la brega, y a José María Tejero y Juanma Arjona con los rehíletes. Al
finalizar el festejo el novillero Ginés
Marín salió a hombros por la puerta de Los Califas.
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