La ganadería cordobesa de Justo Barba cría un animal que tiene todas las señales externas de representar un episodio de albinismo, un ejemplo único en el campo bravo español
Si preguntásemos a cualquiera que nos describiese un toro de
lidia, es seguro que en esa descripción apuntaría a que es un animal de capa -o
pelo- negro. Extremo este cierto, pues el negro es el color que domina la cabaña
brava en la actualidad. También es cierto que pueden aparecer animales con
otras capas, pero la realidad es que el negro es el color en el pelo de la
mayoría de reses que se lidian año tras año en las plazas del llamado planeta
toro.
Antaño, cuando la cabaña brava tenía más variabilidad
genética -no hay que obviar que en la actualidad casi todo tiene su origen en
la casta de Vistahermosa y que una de sus características era el pelo negro-,
las capas eran mucho más diversas. De ahí que en las viejas litografías
decimonónicas aparezcan animales de pelos variados, hoy en día minoritarios o
incluso desaparecidos.
Durante los años veinte y treinta del pasado siglo los
criadores de reses de lidia fueron adaptando sus productos a la lógica
evolución del toreo como disciplina artística, por lo que buscaron un animal
que se prestase con más facilidad a los cánones que trajesen Joselito y
Belmonte. Fue cuando la casta originaria de Vistahermosa se fue imponiendo a
todas las demás, convirtiéndose en mayoritaria, en detrimento de otras que no
tuvieron la moldeabilidad necesaria para su adaptación a los nuevos conceptos.
Aquello supuso la desaparición de otras castas, o sangres, como la llamada
navarra, cuyo pelaje era el colorado encendido; la jijona, también de pelajes
rojizos; así como la vazqueña, que alcanzó extrema notoriedad cuando fue
propiedad del ducado de Veragua y cuyo rasgo externo no era otro que la gran
diversidad de pelajes.
Hoy en día es de gran regocijo para los espectadores la
presencia en el ruedo de un toro con capa distinta al negro. Se suelen ver
accidentales pintorescos, caso de los llamados burracos, también capas de pelos
mixtos como el cárdeno, el sardo o salinero, e incluso de pelaje claro como los
jaboneros, reminiscencia veragüeña, e incluso algún berrendo en ganaderías que
tuvieron su origen en cruces, caso de los patas-blancas o los muy hondos hidalgo-barquero.
Sin lugar a dudas una capa llamativa es la llamada
ensabanada. Son animales en los que el pelo blanco es mayoritario y que se
encuentra representado en la vacada de Osborne. Es un pelo extremadamente raro
y escaso actualmente, tanto que el doctor veterinario Rodríguez Montesinos
afirma en uno de sus estudios que representa el 0,099% del total de los
efectivos de la raza de lidia. De ese singular pelaje fue el toro de nombre Atrevido que inmortalizó Antoñete en Las Ventas
madrileñas en la década de los 60 del pasado siglo. Hoy esta capa está
representada en la ganadería matriz de Osborne y en otras derivadas de ella,
como puede ser Núñez del Cuvillo.
El ensabanado tiene como característica principal el pelo
blanco, aunque su piel suele tener pigmentación de tono café o incluso negra,
así como la mucosa obscura. Si no fuese así, estaríamos hablando de un caso de
albinismo, extremo prácticamente inexistente en el vacuno de lidia. Repasando
datos y hemeroteca poco o nada se vislumbra sobre un toro albino. Sólo uno del
hierro de José Marzal de pelo ensabanado, con los ojos claros, que se lidió en
Badajoz en la feria de San Juan en un cartel conformado por Juanito Belmonte,
Manolete y Morenito de Talavera.
Y es ahí cuando salta la noticia, pues en la ganadería
cordobesa de Justo Barba ha nacido en la paridera de este año un animal que
tiene todas las señales externas de tener esta singularidad de la naturaleza.
Hijo de la vaca Abubilla,
de pelo jabonero, y del toro Alimaño,
de igual capa, corretea por los prados de la dehesa un becerro de pelo blanco y
mucosas sonrosadas. El ganadero en primer lugar pensó que se trataba de un
animal de capa albahía, pero con los días apreció los detalles de que tenía la
piel, hocico y cerco de los ojos de un singular tono rosado. Estas
características morfológicas hacen pensar que estemos ante un caso de albinismo
singular y extremadamente raro en la raza de lidia, caso que hace de este
futuro Abubillo un ejemplar único en la cabaña de
bravo española. Tanto es así que su propietario y criador ha manifestado que de
confirmarse de forma científica no lo destinará a la lidia, quedando como un
inquilino de alto honor en la casa durante toda su vida.
Recordar que esta ganadería cordobesa es poseedora de dos
ramas que se llevan por separado. Una minoritaria, a la que pertenece este
becerro, de casta vazqueña-veragueña de origen Javier Gallego, y otra
proveniente de Parladé y Rincón, de origen Antonio Doblas.
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