En 1920, la
trágica muerte de Joselito días antes en Talavera de la Reina, hizo que los
carteles de Córdoba tuvieran que recomponerse en breve espacio de tiempo para
su ciclo de mayo.
La pandemia mundial que azota al mundo ha traído consecuencias nefastas para la fiesta de los toros. El coronavirus, conocido por la ciencia como covid-19, ha hecho que las principales ferias de principio de la temporada taurina hayan tenido que ser suspendidas.
La Feria de la Salud de
Córdoba, en una temporada que estrenaba nuevo gestor en Los
Califas, también ha tenido que ser suspendida, en una campaña que se
antojaba ilusionante por el aire fresco que parece que trae la nueva
empresa. No se recuerda en
Córdoba un dato similar. La fiesta siempre estuvo presente en
el mayo festivo cordobés. La última gran pandemia que se recuerda, la gripe
española en 1918, no pudo cercenar del calendario festivo de la ciudad los festejos
taurinos, cosa que este nuevo virus, emparentado con el que nos azotó en 1918,
sí ha conseguido.
Tampoco
en la temporada de 1920, marcada por la trágica muerte de Joselito
días antes del ciclo cordobés y en el que la tauromaquia se tambaleó de arriba
abajo, Córdoba no se vio privada
de los festejos taurinos
programados en la Feria en honor de Nuestra Señora de la
Salud. Joselito tenía contratadas las tres corridas de la feria y debido a su
mortal percance en Talavera, la organización tuvo que buscar deprisa y
corriendo sustitutos para completar el hueco dejado en los carteles por el
coloso de Gelves.
La prensa
local de la época, El Defensor de
Córdoba y El Diario
de Córdoba, se hicieron eco, de manera amplia, de la cogida mortal.
El espada sevillano había traído, en dupla con Juan Belmonte, un aire renovador a
la fiesta de toros. La principal aportación fueron unos modos que, a la postre,
sirvieron para poner los cimientos de la fiesta de toros tal y como hoy es
conocida. Gallito chico, como
también fue conocido, moldeó al toro a su forma, para potenciar
su idea del rito ancestral; dotó de mayor relevancia al tercio de muleta, hasta
entonces basado solo en preparar al toro para su muerte; y, sobre todo, trató
de revolucionar el mundo empresarial del toreo, con la construcción de grandes
plazas para albergar mayor número de público a precios más asequibles.
Joselito
puso los cimientos. El toro Bailador frustró la revolución gallista, preguntándonos hoy qué hubiera
pasado en el toreo si ese animal no se hubiera cruzado en su camino. La
aportación de Joselito, como ha quedado dicho, fue vital para la evolución de una fiesta del XIX en
pleno siglo XX. Por ello, a su prematura desaparición, el
toreo, incipiente por él propugnado, se estremeció. Los gestores del añorado
Coso de Los Tejares tuvieron por tanto una difícil papeleta para recomponer el
ciclo taurino de la Salud de aquel triste, para el toreo, año de 1920. Al
final, las vacantes de Joselito fueron cubiertas por Chicuelo, en dos tardes, y
el valeroso espada mexicano Luis Freg.
¿Cómo se
desarrollaron los festejos taurinos de aquel año en Córdoba? Repasando la
prensa local de la época, conocemos que el primer festejo se celebró el martes,
día 25. Se corrieron toros de Félix Moreno Ardanuy, que había adquirido años
antes la célebre ganadería de Saltillo,
que fueron lidiados por Rafael Gómez El
Gallo, hermano mayor del torero desaparecido, Ignacio Sánchez Mejías y Manuel Jiménez Chicuelo. La entrada fue pobre en sol y
mediana en la sombra. Destacaron el Gallo y Sánchez Mejías, que cortaron una
oreja por coleta. Menos afortunado estuvo Chicuelo, que se topó con Aguador, un
bravo animal que lució en el tercio de varas y con el que no estuvo a la altura
que todos hubieran deseado.
Al día
siguiente se jugaron toros de la reconocida ganadería de Miura, estando acartelados Luis Freg, Paco Madrid y Sánchez Mejías.
Más público se congregó en los tendidos del coso. Los espadas destacaron por su
valor y temeridad con los temidos toros sevillanos, destacando Freg, que dio
una merecida vuelta al ruedo tras petición.
El último
festejo mayor –la feria tuvo dos
novilladas más en su abono– tuvo lugar el día 27, donde se
anunciaron El Gallo, Manolo
Belmonte, Sánchez Mejías, que toreó las tres corridas, y
Chicuelo, quienes se las entendieron con ocho toros de Gamero Cívico, en tarde
de calor y unos tendidos poblados. La corrida no tuvo mucho que contar, según
los cronistas de la época. El Gallo trasteó con su peculiar arte, así como con
sus precauciones habituales, Sánchez Mejías volvió a hacer gala de su valor y
arrojo, Chicuelo apuntó detalles y Manolo Belmonte, hermano del Pasmo de
Triana, fue el único que lució cortando una oreja a uno de sus oponentes.
Un siglo ha
pasado. La caída trágica de uno
de los colosos en la historia del toreo no paró la rueda
de la fiesta de los toros. Cien años después, un virus, que está estremeciendo
el mundo, ha parado la rueda del toreo.