10/18/2009
SEÑOR, HAGA UNA REVERENCIA QUE HA LLEGADO UN TORERO. Firma invitada: Ana Isabel Gallardo Infante. "Ana Infante"
SEÑOR, HAGA UNA REVERENCIA QUE HA LLEGADO UN TORERO.
Les voy a contar una historia, los genios se merecen que se les dedique palabras y letras entrelazadas, de literatura y de pasión…
Lo qué es la vida, un día cualquiera , en los que el destino y Dios juegan su magnífica partida…Un cuerpo, y digo mi cuerpo, porque mi mente no estaba, se presentó con la timidez clásica de la infancia, en la finca perteneciente a una de las cunas con más solera taurinas, sin duda mi mejor paseíllo…
Afortunado el que posee alas de corcel, en una casa con historia, con joyas llenas de vida, con una gran señora como ama y Tellus, diosa romana de la tierra, una gran belleza de ninfa única, acompañada de un hombre que pertenece a la historia del pueblo taurino español, él tuvo la suerte de nacer y criarse en los senos de tal Venus… y en las rodillas de tal fémina y envejecida dorada armadura torera.
Como les decía, vi a ese joven, por su forma de andar y ataviarse el pelo, me recordó a los toreros de época, a aquellos que dan su vida a cambio del reconocimiento, del placer amoroso de torear, de templar, de sentir el danzar vivo de un toro rodeando su atípico tutú de seda bordado, del hacer sonar un pasodoble silencioso sólo con mirar al cielo, de escuchar al unísono la admiración del respetable.
Mis ojos no se cansaban de observarlo, auténtica admiración por esa mirada de fragilidad, de triunfo, de ambición, sólo esa fuerza la tiene un genio…
He tenido la suerte de disfrutar de su toreo en ocasiones, y ahí es cuando se produjo el eclipse, es bonito que un torero enamore a otro con su muleta, con su andar, con su mirada en un callejón, con su sensibilidad, con su cadencia, con su romance de valentía…
Gran maestro, rodeado de pequeños astros, sin luz, que intentan anularle con sus sombras, pero no saben que él es un Apolo, el Dios de las artes y de la luz, que en su damajuana lleva la pócima de las figuras del toreo.
Quizás en su alrededor, no apuesten por Palomo Danko, un hombre con ese corazón es propenso a que le nazcan envidias y no pase desapercibido, yo creo en él señores, y crean ustedes, no lo comparen, cada uno tenemos nuestra personalidad, simplemente mírenle con las perspectivas de un torero futuro de época, de un torero que les enamorará con su artística sombra, con su mirada traviesa, con su empaque, con su peculiar compás y con su don conquistador de gentes. Les hará olvidar por un momento donde están, haciéndoles creer que se encuentran entre bosques de almiares, ululando el viento entre las hojas de los árboles, simulando un paraíso de escultura viva entre toro y torero.
La vida nos cambia cuando se produce ese primer encuentro, ese enlazamiento de miradas en un patio de cuadrillas, esa propería curtida de cuero de su esportón llena de hechizo…
Cuando da libertad a sus sueños, hace que nos invada la gloria infinita de los grandes del toreo, de una estrella…cuando a nuestros días de rutina y monotonía, les regala un arco iris de un solo color cada día… de un vestido encerrado en cristal cosido con bellos recuerdos.
Cuando los breves minutos antónimamente los metamorfea en eternos y te concede dosis de alegría como antídoto a tu tristeza…y te das cuenta que vivir sólo por eso, merece la pena existir.
Desde mi corazón torero, reflexionando sobre el camino que uno recorre, te das cuenta que el amor o amar es una fuerza paranormal, sobrenatural quizás, como hace él desde el albero que parezca.
Por un momento, sitúense en el interior de su corazón, en su latido, y díganme si en algún momento de sus vidas no han sentido lo qué es amar, como ama él a su franela, a su locura cuerda, a su templada capa, a la muerte de su espada…
Amar es extrañar en cada momento, igual que él extraña su boceto de colores toreros, igual que él añora el tacto de su colorada tela, arracimada de temple, es no querer despedirse, es pensar en los momentos compartidos en la distancia, y que una lágrima roce su mejilla…
Amar es no irse enojado en dulces sueños, es sólo sentir la cercanía de su piel zaína con solo el silencio sonoro de su voz, amar es compartir y querer volver a empezar cuando pasa el tiempo…como él hizo después de su corta retirada.
Amar es querer que la vida sea eterna como lo que sentimos adentro, es querer que aún después de la muerte, aún después de los tiempos, nuestras manos y nuestras almas sigan estando juntas… y sigamos siendo como él, a su lado toreros.
Comenzarán los historiadores escribiendo su leyenda como el nacimiento de un Poseidón, dios del mar, pero terminarán, nombrándole Heracles, como héroe divinizado del toreo de nuestra época, con derecho a ser una gran novela.
Ana Isabel Gallardo Infante forma parte de la redacción del periodico digital "El Imparcial" y también matadora de novillos-toros bajo el nombre artístico de Ana Infante.
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