Tan difícil no es. Se vio claramente en la tarde de ayer. Toda la Feria el personal cabreado con los toros y ayer nadie dijo nada. Toda la semana buscando un tipo de toro para Córdoba, y apareció sin buscarlo. Un toro bien presentado, limpio de pitones, con continente y con contenido. Unos rompieron para bien y otros para mal. Pero todos, aunque parezca mentira, tuvieron algo interesante a destacar.
Encastado en manso, pero con raza siempre y movilidad, el primero; encastado con motor y transmisión el segundo, aunque su matador nunca quiso guerra con él; bravo, pronto y con agresividad el tercero. Un gran toro. Bruto, con movilidad y con los problemas que da la casta el cuarto; mansote con movilidad el quinto y el sexto, el peor, fue el único que se paró. También decir que después de ver la gasolina del tercero y el cuarto, cundió el pánico entre las coletas y se castigó en exceso en varas a los lidiados en cuarto y quinto y lugar. Ya se sabe, cuando el toro puede molestar, leña al mono que es de goma. Corrida interesante pues, que despeja muchas incógnitas sobre el tipo de toro que se busca para esta plaza.
Lo más curioso es que una vez más ha sido la vacada gaditana de Torrestrella la que ha mostrado lo que es y debe de ser un toro para una plaza de primera. La sombra que aquel genial ganadero que se llamó Álvaro Domecq y Díez, aún planea por los cerrados de Los Alburejos. Un adelantado a la época que le tocó vivir, que se independizó de sus hermanos en la ganadería familiar y que comenzó a buscar el toro que soñaba.
No hace falta reproducir una vez más el historial de la génesis de la ganadería de Torrestrella. La amalgama de sangres que el ganadero, cual alquimista de la bravura, fue cruzando dió lugar a un toro hondo, quizás como los veraguas de Curro Chica, con transmisión como los villamartas y rincones de Carlos Nuñez, y con la bondad y nobleza de los parladés de la ganadería familiar. Alvaro Domecq creó un toro con fondo y forma. Un toro bravo. Un toro que ha puesto en órbita a muchas figuras del toreo y que no hace mucho era matado por lo más granado del escalafón de matadores.
El toreo moderno, el toreo de hoy, no hace buenas migas con la casta. Las figuras han dado de lado al toro criado en Los Alburejos. Tras la desaparición del ganadero la vacada atravesó un ligero bache. Los actuales criadores han solventado los problemas, el toro de Torrestrella ha vuelto por donde salía. Más o menos bravos, pero siempre con algo que mostrar. Lo malo es que precisan muletas firmes y toreros con hambre de triunfo. Cuando esto no ocurre, como ayer por ejemplo, salvo la disposición de Leandro, no se ve realmente la dimensión de un animal que creó un ganadero que se adelantó a su época. Un toro perfectamente válido para grandeza de la fiesta.
Salvador Giménez
Publicado en "El Día de Córdoba" el 29 de mayo de 2011
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