5/05/2012

CORDOBA, SU FERIA Y SU EXTRAÑO CARACTER.


En Córdoba se echaba en falta la coherencia, en cuando a explotación del Coso de Los Califas se refiere. En los años de renacimiento taurino, léase eclosión y explotación del “finitismo” más radical, o bonanza económica era fácil, muy fácil, organizar toros en Córdoba. Luego todos mostraban sus carencias, que no eran otras que una gran falta de profesionalidad, o bien se topaban, caso de Canorea , con la intrínseca personalidad y carácter “senequista”, de la que yo llamo, sufrida afición cordobesa. Afición docta en tabernas y barberías, pero que le cuesta un mundo rascarse el bolsillo, comprar una localidad que le dé el  derecho a ocupar los escaños del coso de Ciudad Jardín y poner en valor los toros en su ciudad.
Es ahora cuando una vez pasado el “boom” que ha mantenido a Córdoba más o menos despierta, en lo taurino se entiende, y con las economías familiares seriamente perjudicadas por este toro marrajo llamado crisis, cuando llega la hora de volver a ser quien siempre fuimos. Una ciudad racional consigo misma. Para ello hace falta, como ya ha quedado de manifiesto, mucha coherencia. Y esta coherencia debe de venir de gente con prestigio, profesionalidad y saber hacer bien las cosas. Requisitos que reúne la actual empresa del Coso de Los Califas.
Ya el año pasado apuntó hacía sus objetivos. Ofreció un producto de primera calidad, pero se topo, con la particular forma de ser de los cordobeses. El trabajo no obtuvo el fruto deseado, la Córdoba taurina dio las espaldas, quizás cansados por años y años de abusos en temporadas precedentes, a lo que la casa Chopera puso en el escaparate.
Este año la empresa ha mantenido el listón. Carteles interesantes, aunque se eche en falta alguna ganadería que abra el abanico de la biodiversidad del toro de lidia, en septiembre puede ser, y un ciclo que vuelve a lo que siempre fue. Tres corridas de toros, una novillada y una de rejones. Así fue la feria de la Salud toda la vida, a los que de ello duden que tiren de hemerotecas, pocos festejos y sobre todo bien rematados. Aunque haya opiniones para todos los gustos, hay que reconocer que la feria tiene alicientes para que se congregue más de lo acostumbrado en los tendidos de nuestra plaza de toros.
Luego también está el marketing. Primorosamente estudiado y programado, la empresa no ciñe su trabajo a la semana de feria, sino que ha ideado un eficaz sistema de renovación y adquisición de abonos y entradas a través de una entidad financiera que da muchas facilidades al espectador y le evita horas de largas colas. También tiene previsto un bonito homenaje a un matador de toros como Juan José Padilla, que a punto estuvo de perder su vida en el ejercicio del torero;  va a sacar el toreo a las calles con una clase magistral de salón a cargo del citado Padilla y de Finito de Córdoba, y también llevará el campo bravo a todos con una muestra del auténtico laboratorio de la bravura con un tentadero de hembras, con vacas de La Quinta, en la plaza de toros.
El esfuerzo es loable. Ahora solo hace falta que Córdoba responda a quien está haciendo tal esfuerzo. Que no se quede en la crítica, en la fácil tertulia sobre el mármol de un mostrador de taberna. Que vaya a la plaza, que saque sus entradas y que construya siempre en positivo. Córdoba tiene que salir del ostracismo taurino donde se halla inmersa. A lo más mínimo de Córdoba responda, se ganará el terreno perdido y el trabajo y esfuerzo de la nueva empresa no caerá en saco roto.

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