Volvían
los toros de Adolfo Martín a Priego de Córdoba. El buen sabor dejado el año
pasado, era argumento más que suficiente para la repetición. Los ‘saltillos’
que el conde de Santacoloma dejara en manos de su hermano, el marqués de
Albaserrada, hoy vigentes en las ganaderías de la familia Martín, suelen ser reclamo
para el público que gusta del toro encastado y con un comportamiento distinto
al que se suele lidiar de forma más frecuente. Ayer en Priego, si no fuese por
las capas cárdenas y por la conducta de alguno de los lidiados, que si se
acordó de sus antepasados, lo acontecido no fue muy diferente de lo que sucede
de forma más habitual en los ruedos una tarde tras otra. Los ‘albaserradas’
criados por Adolfo Martín no cumplieron con las expectativas. Inéditos en el
tercio de varas y muy previsibles en el tercio de muerte, quizás pudieron
defraudar a parte del público que se congregó en el añejo coso de las Canteras.
¿Defraudaron? Si y no. La botella medio llena o medio vacía, según como se
mire, pero lo importante, al menos, es que la corrida tuvo un carácter menos
temático que las que lucen otros hierros, llamados equivocadamente
“comerciales”.
De
los toros corridos hubo uno, el tercero, que para si hubiesen querido muchos
ganaderos. Un animal que fue a parar a manos de un inspirado Daniel Luque, que
curiosamente se enfrentaba por vez primera con toros de esta sangre, y que
posiblemente cuajará la faena de la temporada en la provincia de Córdoba. Un
Daniel Luque excelso, que ya se gustó cuando recibió con mecidos lances a la
verónica a su primer oponente. La faena de muleta resultó bella, estética y
hermosa. Los muletazos surgían de adelante hacía atrás, rematados por debajo de
la pala del pitón, con un torero encajado de riñones y por momentos abandonado
a su suerte. El toreo al natural resultó un compendio de torería muy difícil de
describir. El de Gerena se gustó a si mismo, contagiando, con su buen hacer, al
público de los tendidos. Los cambios de manos y algunos remates merecieron
pinceles de la categoría de Ruano Llopis, o alguno de los cartelistas de los
años veinte del siglo pasado para ser inmortalizados. Remató el trasteo, ya de
forma más arrebatada, con las llamadas ‘luquesinas’ que terminaron por
enloquecer a los tendidos. La estocada, un poco trasera, resultó fulminante y
fue premiado con dos orejas de justicia. El público pidió el rabo. El
presidente, quizás por la colocación trasera de la espada, no lo concedió, pero
que más da. El arte efímero del toreo brilló en Priego de Córdoba de forma
luminosa. En su segundo, Luque, solo pudo estar valiente y porfión ante un toro
poco colaborador y que acabo desarrollando un peligro sordo.
Paco
Ureña puede ser uno de los toreros con más pureza del escalafón. En
contraposición con el toreo florido de Luque, el de Ureña resulta más macizo.
El murciano pisa unos terrenos donde esta la gloria, y también la tragedia.
Destacó en la faena al segundo de la tarde. Una faena que fue modelando el
torero a base de verdad y mucha pureza. Su toreó gusta por la ortodoxia y
clasicismo del que lo impregna. Brilló en el toreo con la mano izquierda, donde
engancho las embestidas para llevar al toro con mano baja y mucho temple.
Lástima que marró con los aceros porque de seguro hubiera cortado trofeos. En
su segundo, un animal a la defensiva, solo pudo poner en liza su voluntad y las
ganas por redondear una tarde en la que demostró que sus triunfos en plazas de
mayor categoría no son fruto de la casualidad.
A
pesar de cortar una benévola oreja, la de ayer no fue la tarde de Javier
Castaño. Triunfador del año pasado, el torero castellano se ha ganado el cariño
de la afición prieguense, pero solo pudo mostrar su voluntad y ganas, ante un
lote que no le ayudó a brillar con rotundidad. Aún así volvió a intentar su
toreo poderoso y añejo ante este tipo de toros, que ayer no le prestaron
colaboración alguna.
GANADERIA: Seis toros de Adolfo Martín, bien presentados, aunque excesivamente romos de pitones, y de
variado juego. 1º Soso con clase; 2º noble con poca fijeza; 3º noble con
calidad por ambos pitones; 4º orientado y desarrollando peligro; 5º distraido y
6º complicado y tobillero. Tomaron seis puyazos, uno por barba. El mejor el
jugado en tercer lugar para el que se pidió la vuelta al ruedo.
TOREROS: JAVIER CASTAÑO
(marfil y oro con remates negros). Estocada caída (oreja) y tres pinchazos y
descabello (palmas tras aviso). PACO
UREÑA (malva y oro). Pinchazo y media estocada (ovación con saludos desde
el tercio) y cuatro pinchazos y descabello (palmas tras aviso) y DANIEL LUQUE (siena tostada y
azabache). Estocada (dos orejas) y estocada enhebrada, estocada y cuatro
descabellos (silencio).
INCIDENCIAS. Plaza de toros de Priego de Córdoba. Corrida de toros
con motivo de la Feria Real. Menos de media entrada en tarde agradable. Paco
Ureña y Daniel Luque se presentaron como matadores en la plaza. Destacaron con
los palos Fernando Sánchez de la cuadrilla de Castaño en el cuarto y Raúl
Caricol en sexto. En la brega Marco Galán. Al finalizar el festejo Daniel Luque
abandonó la plaza a hombros.
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