Cayetano y Roca Rey pueden ser los que den brillo nuevo a unos carteles que se vienen repitiendo desde hace tiempo.
Que no haya novillada picada es pecado mortal.
Los carteles de la feria taurina de Córdoba se han hecho de
esperar. Tanto que el suspense que los ha rodeado ha sido propio de una
película de Alfred Hitchcok. La sufrida, calificativo ganado con creces,
afición cordobesa se preguntaba si finalmente habría toros en feria. Su
paciencia es infinita, tanto que cuando las combinaciones fueron públicas, a
través de un triste comunicado emitido a través de correo electrónico, hasta a
algunos les han parecido dignos, aunque a otros, los más, su opinión es contraria,
argumentando su improvisación y sobre todo la reiteración de nombres y la falta
de novedad.
Las combinaciones en sí, sobre todo en un año en
el que la ciudad conmemora el nacimiento de Manolete, pueden parecer cortas en
número. La verdad es que si tiramos de hemerotecas, la feria de la Salud
siempre fue de dos o tres corridas a lo más, eso sí con festejos durante el
resto de la temporada taurina. Difícilmente habrá más toros pasado mayo, aunque
aún está pendiente la celebración del tradicional festival benéfico de la AECC
trasladado este año a octubre. Quitando esto resultará imposible ver un pitón
más fuera de feria en el albero califal.
La FIT y sus gentes lo han tenido a huevo este
año. La efemérides del centenario del nacimiento de Manolete hubiera sido la
apuesta para sacar a Córdoba del ostracismo, pero han preferido seguir de
partícipes en el duelo de una plaza cuya recuperación se antoja todo un
imposible. Una plaza que continúa languideciendo ante la pasividad de la
propiedad y la afición cordobesa, cumplidores de un guión cada vez más triste
que nos recuerda los filmes de Visconti o Rossellini, iconos del triste
neorrealismo italiano.
Hablando de cine, la feria de este año es como
esas películas clásicas que forman parte de nuestras vidas. Esas que hemos
visto hasta la saciedad, conociendo su inicio, su trama y su desenlace final.
Esas que visionamos en ocasiones cuando son repuestas por televisión, pero que
jamás lo haremos pasando por taquilla. Los carteles son como el Ben-Hur de
Willian Wyller, repetido y que, según como se plantee la ocasión, no nos
importará ver de nuevo. Morante, Manzanares, Ponce o Finito son nombres de
sobra conocidos y que han estado presentes en los últimos tiempos en Los
Califas. Cierto es que dejaron en ella, como en otras plazas, pasajes para la
historia, pero que a fecha de hoy, una hipotética actuación épica no sería nada
más que reverdecer unos laureles de sobra conocidos. El dinástico Cayetano
pondrá el toque rosa para los seguidores del cuore, aunque el menor de los
Rivera Ordoñez puede ser uno de los alicientes de la feria. Su evolución y
última actuación en Sevilla le avalan, solo hace falta que se mire su dimensión
torera y no el envoltorio que lo rodea. La otra novedad es el peruano Roca Rey.
Un torero valiente, heterodoxo y que dicen trae aire nuevo a la fiesta.
Cayetano y Roca Rey pueden ser en el ciclo de la Salud, los que den brillo
nuevo a unos carteles que se vienen repitiendo desde hace tiempo por las ferias
del planeta toro. Con una poca de fortuna pueden ser como Charlton Heston y
Stephen Boyd del Ben-Hur de Wyller, ellos solos llenaron la pantalla en aquella
obra maestra del cine.
El panorama ganadero es más de lo mismo.
Zalduendo, que también repite en el festejo menor, y Juan Pedro Domecq.
Ganaderías representativas del toro moderno. De ese animal que más que un
enemigo es un colaborador para el torero. Toros posiblemente dóciles y faltos
de raza, de juego pobre y triste balance, pero que son esenciales en esta
fiesta moderna donde nos han llevado los taurinos. Es el toro que piden y el
toro que les crían los ganaderos serviles, mientras otros optan por padrear sus
hatos de vacas con toros de raza limousine para rentabilizar sus carnes. Triste
pero es así.
Que una feria como la de Córdoba no celebre novillada
picada, máxime cuando su esperanza es un novillero que se llama Lagartijo, es
pecado mortal. La renovación del escalafón pasa por los festejos picados. Las
novilladas sin picadores, ya sea en clase práctica o no, y tentaderos públicos
no son la solución. La presencia del nuevo Lagartijo era obligada, se lo ganó
en la arena y no en los despachos, pero hoy ya se sabe, hay que tener padrinos,
si no que le pregunten también al novillero sin caballos Romero Campos. El día
28, mientras en Córdoba se celebra un festejo de rejones, Lagartijo partirá
plaza en el coso del Baratillo, presentándose ante la afición sevillana, y de
seguro con un buen número de cordobeses en los tendidos, esos que también le
hubieran acompañado en su Córdoba natal.
Córdoba taurina es, hoy por hoy, como la Villar
del Río de Berlanga. Esa localidad que en Bienvenido Mr. Marshall esperaba que
los americanos la sacaran de su desidia y que finalmente pasaron de largo. Todo
hacía pensar que la FIT y Bailleres apostaban por Córdoba, pero finalmente se
ha visto que es una pieza más en su puzzle empresarial y que la tierra de los
Califas les importa lo mismo que Villar del Río a míster Marshall.
Es una pena que sigamos en el ostracismo, y nadie quiere apostar por Córdoba aparte de la afición que acude a la plaza siempre, porque, si así fuese, la sociedad propietaria hubiera exigido al menos una novillada picada en el serial a la empresa para ver in situ al único novillero con proyección que tenemos en el campo profesional y que ha despertado el interés de los cordobeses.
ResponderEliminarSi no lo ponen aquí, sabiendo que en Córdoba acudimos en masa cuando interesa un torero de la tierra, decididamente habrá que pensar que la empresa no mira el futuro suyo, porque lógicamente se irán pronto y su interés será otro. Y la sociedad propietaria mira hacia otro lado mientras llena el recinto otrora taurino de músicas, teatros y demás actividades que antes eran complementarias y ahora son la base de su existir como entidad.
Eso es legítimo, pero que no vayan por delante en cuanto a defender a la Córdoba taurina se refiere, porque sería mentira.
A pesar de las trabas que llevamos soportando tantos años y que tanto daño han hecho, acudamos en masa a nuestra plaza para que la tauromaquia brillante de Córdoba no se hunda.