9/29/2019

LOS CALIFAS, CÓRDOBA Y SU FUTURO ¿CABE EL RESURGIMIENTO?



Siempre se pensó que la Córdoba taurina estaba dormida, pero la conclusión final es que agoniza sin remedio



Mientras los goznes de la puerta principal del Coso de los Califas continúan cubiertos de telarañas, taurinamente hablando, la temporada sigue su curso. Es la tónica de los últimos años. Siempre se pensó que la Córdoba taurina estaba dormida, pero la conclusión final es que agoniza sin remedio. Entre todos la mataron y ella sola se murió. Con la afición desencantada, vencida por el aburrimiento y hastiada por la desidia, el final está muy cerca. El sistema que maneja los entresijos del planeta de los toros ha sido culpable. Pero ojo, no solo han sido los últimos empresarios que han pasado como regidores del coso los que han llevado a la plaza a la situación actual, sino que existen otros factores que han pesado para que todo haya desembocado al momento que actualmente se vive en Córdoba.
Uno ha sido la falta de unión. La afición cordobesa jamás ha estado unida para defender lo suyo. Cada uno ha hecho la guerra por su cuenta. Estamentos existen para haber conformado un bloque opositor que pudiera ser escuchado por las distintas empresas que han estado al frente de Los Califas. Luego la falta de puesta en común, así como cierto espíritu cainita, han impedido ese frente común que hubiera defendido la historia, idiosincrasia y prestigio de una plaza que hoy se ve abocada a sobrevivir a base de actividades que poco tienen que ver para lo que fue construida.
La falta de un revulsivo en forma de torero que ilusione a la ciudad también se echa en falta. Desde la irrupción de Finito de Córdoba, allá a finales de la década de los ochenta, no ha habido nadie de mover masas tal y como lo hizo el fino torero del Arrecife. Haberlos con capacidad, los hubo, lo que al final ocurrió es que algunos no pudieron y a otros no los dejaron. Actualmente con la falta de novilladas con picadores en ferias y fuera de ellas, salvo casos puntuales, hace más que inviable la aparición de alguien capaz de devolver la ilusión a una afición y ciudad como Córdoba, bastante anquilosada.
Mucho tienen que cambiar las cosas para un hipotético resurgimiento. Ya se ha visto hasta la fecha. Hasta ahora solo se ha permanecido en silencio. La actual empresa concluye su vinculación con Los Califas esta temporada. La incertidumbre es máxima. Este año, inesperadamente, ejerció su derecho a prórroga. ¿Volverá a optar por seguir el frente de la plaza? Ya se sabrá. Muchos pensaron y vieron el capital mexicano como una panacea. Al final, taurinamente hablando, no ha sido así. Córdoba es una plaza cada vez menos relevante a pesar de la magnificencia de su construcción. Una autentica pena, pero es una realidad cada vez más palpable.
Posiblemente, aunque no diga nunca jamás, será el último artículo en esta línea. El articulista se cansa de esgrimir siempre los mismos argumentos, rozando la cursilería y la reiteración. Pero no lo duden, las cosas duelen. Duele una historia maltratada y pisoteada. Una trayectoria íntimamente ligada a la historia del toreo. Una disciplina bárbara y dramática hasta que llego Lagartijo y la transformó en pura elegancia; formas heredadas por Guerrita quien la aderezó con un poder sobre el toro jamás visto hasta entonces y que el gran Gallito, o Joselito, como gusten, llevó aún más allá; Manolete trajo la quietud y la ligazón que se unieron a la elegancia y al poder; luego El Cordobés trajo la revolución social y la supresión de terrenos de toro y torero, fundiendo así todo lo que aportaron sus predecesores en el crisol de su tauromaquia.
Solo por esto Córdoba merecer no morir, o mejor dicho, no dejarla morir abandonándola. La Córdoba taurina se merece una última oportunidad. Solo queda la defensa de los que la aman.


9/22/2019

EL ENCASTE MINORITARIO LO ES POR...



Se culpa mayormente a los espadas que ocupan los primeros lugares del escalafón, pues prefieren enfrentarse a animales más favorables al lucimiento que a otros que son marginados




Mucho se habla, y escribe, entre los aficionados sobre el peligro de homogeneización que corre la cabaña brava en España. La imposición de una sangre, o encaste, como es la de la familia Domecq, originaria de Vistahermosa a través de Parladé y Mora-Figueroa, sobre las demás, es uno de los pecados más graves que se acusa al sistema que rige en la actualidad la tauromaquia.
De ello se culpa mayormente a los espadas que ocupan los primeros lugares del escalafón, pues prefieren enfrentarse a animales más favorables al lucimiento, se argumenta que con menos exposición, que a otros que son marginados y arrinconados, muy a pesar, del protagonismo histórico, que alcanzaron en otras épocas del toreo.
De hecho sangres o castas, antes muy reconocidas, algunas de las fundacionales como la Vazqueña, Navarra, Gallardo o Cabrera, así como otras obtenidas a través de selectas cruzas realizadas por reconocidos ganaderos, como pueden ser Santacoloma, Vega-Villar, Hidalgo-Barquero o Albaserrada, por poner algunos ejemplos, apenas entran en los circuitos de las grandes ferias y, si lo hacen, son estoqueadas por espadas muy alejados de los lugares de privilegio.
No obstante, estas vacadas, algunas de gran reconocimiento como Miura, Victorino Martín o Saltillo, gozan de un reputado prestigio entre la afición más exigente. Sin ir más lejos estas ganaderías gozan, a pesar de todo, de buena salud y en la presente temporada se han lidiado animales, a ellas pertenecientes, con magníficos resultados, obteniendo incluso el perdón de sus vidas reses de las ganaderías de Miura en Utrera, caso del nombrado Tahonero, y Victorino Martín con su toro Milhijos en Sanlúcar de Barrameda, lo que viene a demostrar que estas sangres tienen aún vigencia en el toreo, muy a pesar de lo que se pueda pensar sobre su anacronismo en nuestros días, por su comportamiento muy alejado de lo a que nos acostumbra la sangre hoy mayoritaria.
Ciertamente los espadas de turno son los máximos responsables de la marginación de estas castas, representadas en muy pocas ganaderías. Siempre fue así. Es la máxima de los figuras: “Aprende a ser yunque, pero cuando seas martillo, golpea, golpea y golpea”. El torero cuando alcanza la cima, busca lo más favorable para su lucimiento, se les reprocha también con menos riesgo. Es el instinto de conservación inherente a todo ser humano.
En tiempos pasados, Guerrita impuso los Saltillo, que curioso ¿no?, y los Otaolas, en detrimento de otras sangres, como la Navarra. Luego Gallito fue imponiendo todo lo originario de Vistahermosa, pasando los pintorescos y policromos Vazqueños a un segundo plano. Manolete mostró su especial predilección por las ganaderías del campo charro salmantino y más tarde El Cordobés se anunciaba con los criados por Carlos Núñez, un día sí, otro no, y el de en medio también. Son las ventajas de la purpura. Hoy, a las actuales figuras, llamase Ponce, Juli, Rey o Perera se les acusa de los mismos pecados de quienes les precedieron en la cima del toreo.
Pero no solo hay que achacar el arrinconamiento de estas sangres a los toreros de relumbrón. Los criadores, o ganaderos, también tienen mucha culpa en este tema. Antaño, cuando a un ganadero le embestían sus toros y los públicos los demandaban, no tenían objeción alguna en vender animales a otros criadores. Muchas ganaderías en la antigüedad tuvieron su origen en la ganadería de los Duques de Veragua, en Saltillo, o incluso en la misma de Miura.
A fecha de hoy, la familia Domecq ha vendido, al precio que han pedido, a cuantos se han acercado a sus casas, motivo por la que la casta por ellos criada ha tenido mil y una derivaciones, llegando incluso una colaboración con ellas que permite el intercambio de sementales. Mientras, los llamados minoritarios, son ganaderos egoístas que niegan la venta a todo aquel que se acerca a sus casas. Ellos se autoproclaman guardianes de una histórica sangre y afirman que con ellos morirá. Es impensable que haya un intercambio de sementales entre Victorino y su primo Adolfo, aunque haberlos los hubo.
Sería de ciencia ficción que alguien acudiera con éxito a Zahariche para la compra de un raceador de Miura y que su petición fuese atendida, o que nuestro paisano Justo Barba se trajese para la sierra de Espiel un lustroso semental de Prieto de la Cal para refrescar y mejorar su incipiente ganadería. Generosidad por parte de unos y egoísmo por parte de otros. Lo minoritario es minoritario no porque no embista, que también embisten, sino por causas de mercado y competencia.


9/08/2019

LA NECESARIA EVOLUCIÓN Y EL TORERO DE CULTO



Uno de los modelos que está desapareciendo debido al nuevo sistema de la tauromaquia es el del torero de culto, como lo fueron Rafael de Paula y Curro Romero


El toreo vive un momento extremadamente delicado. Urge una renovación, una adaptación a los tiempos en que vivimos, una evolución que supondría, tal vez, su resurgimiento y con ello asegurar su pervivencia. En muchos aspectos el toreo está anquilosado, viciado y anclado en algo que, si no fuera por su grandeza, sería un anacronismo en esta sociedad que nos ha tocado vivir.
Los cambios son siempre traumáticos pero, ya se sabe, renovarse o morir
Tal vez, el hermetismo que rodea todo lo que envuelve el epicentro del mundo taurino esté siendo muy perjudicial para la fiesta en sí.
Ese entramado, que desde dentro maneja los hilos de la fiesta tiene miedo a la apertura a nuevas propuestas válidas para la adaptación deseada, así como de su posterior implantación.

9/01/2019

RECUERDOS DE UNA TARDE DE VERANO (II)



El indulto, hoy tan devaluado, ha sido justo con el animal en la corrida celebrada en Sanlúcar de Barrameda hace unos días tras una faena para recordar del diestro Pepe Moral



El verano sigue inclemente. La cercanía al mar mitiga no obstante el calor. El mercurio no alcanza los registros a los que estamos acostumbrados. Aun así, el bochorno se hace notar, eso sí, de forma distinta. El calor junto al mar es pegajoso, húmedo, también más llevadero, lo que se agradece. La brisa trae desde el mar aroma a gesta. Justo donde el Guadalquivir fenece, entregándose por entero al mar, se palpa el ambiente festivo y vacacional.
Quinientos años de la partida de la expedición, al mando de Magallanes, que circunnavegó por vez primera el planeta. Sanlúcar de Barrameda celebra la efeméride. La empresa que gestiona el coqueto coso del Pino ha querido sumarse a la misma. Ha programado una corrida que ha calificado como magallánica.
En el cartel, tres toreros conocidos en la zona. El jerezano Octavio Chacón, el extremeño afincado en Sanlúcar Emilio de Justo, y cierra la combinación el palaciego Pepe Moral. Los tres espadas se enfrentaran a un encierro de Victorino Martín, quien debuta en la localidad marinera. Un cartel bien rematado para la ocasión. Por todas las calles está presente. Ya sea en escaparates, en grandes paneles o en forma de gallardetes en las grandes avenidas. En España los toros van aparejados a la fiesta, así como la fiesta lo está a la tauromaquia.
La mañana del festejo el coso del Pino es un ir y venir de gentes. Aficionados, profesionales, curiosos. Todos dan vida a la vieja plaza de toros. Unos se asoman a contemplar la alfombra de sal, teñida de una rica variedad policroma, que cubre el albero. Otros, se acercan a ver los Albaserradas que cría el nuevo Victorino Martín. El encierro es parejo. En el tipo de la casa. Sin estridencias. Una corrida con el cuajo y presencia más que suficiente para una plaza de tercera categoría, pero coqueta y bella como la que más. Cárdenos y asaltillados cinco de ellos, otro negro como una pena.
Se enlotan. Siguiendo la tradición se anotan sus números en fino papel de fumar para proceder el sorteo. Una vez terminado, todos se retiran. La suerte está echada. A la hora del festejo, largas colas de espectadores aguardan pasar a la plaza. Puntual y sincronizado con el reloj, el presidente ondea el albo pañuelo sobre el barandal de su palco. El azul dominante de la alfombra de sal es roto por las pisadas de las cuadrillas, que vestidas a la guisa de la época de Magallanes, parten plaza haciendo al paseíllo. Aunque todo es muy colorista, se añoran las sedas, el oro, la plata y el azabache.
Los victorinos resultan como de costumbre. El primero noble sin ser tonto; el segundo, bruto y vendiendo cara su vida; con transmisión y brío el tercero; encastado y bravo el cuarto, un gran toro; y listo con mucha raza el quinto. Ante ellos los espadas han estado más que dignos. Chacón con aire de torero poderoso, ha desorejado a su lote. Emilio de Justo ha cumplido con creces ante el público que lo ha tomado como vecino. Pepe Moral no estuvo acertado con los aceros en su primero. Le queda la segunda carta a jugar. Tuvo suerte, le tocó la mejor.
El único toro negro de la suelta cierra el festejo. Moral lo recibe airoso con el capote. El toro acude franco y con largueza al percal del torero de Los Palacios. Milhijos, que así se llama el de Victorino, pelea bravamente con las cabalgaduras. Dos puyazos a ley que no merman su poder, ni agotan su innata bravura. Galopa raudo tras los capotes de los banderilleros en el segundo tercio. Tocan a muerte.
El hombre y la fiera frente a frente. El animal acude presto al cite del torero. Sigue su muleta arrastrando el hocico por la sal teñida de añil. Los muletazos brotan limpios, largos y templados. El toro no se cansa de embestir tras la pañosa que le ofrece su matador. Moral cambia de mano para el toreo al natural, el de la verdad. El toro acude con más franqueza todavía. Victorino se levanta de su asiento levantando sus brazos al cielo. La faena, obra de arte pese a quien le pese, ha alcanzado el cenit. El éxtasis y la emoción prenden en los espectadores. Se pide la vida para tan bravo animal.
Las lágrimas surcan los rostros de muchos hombres. Se abren paso entre las arrugas de pieles curtidas por la mar. Los ojos brillantes de las mujeres muestran satisfacción y contento. El pañuelo naranja, que color más chillón para algo tan bello como el perdón de la vida, asoma al añejo barandal. Moral continúa toreando a Milhijos a placer, mientras este no se cansa de seguir la tela encarnada. Se simula la estocada y ese toro negro como una pena regresa como un héroe a corrales.
Ha dado lustre a su criador y a la fiesta en sí. El indulto, hoy tan devaluado, ha sido justo con el animal. Ahora solo queda perpetuar su bravura a los hijos que pueda procrear. Su nombre, al parecer, ya lo preconizaba.

RECUERDO DE LAS TARDES DE VERANO



Los toros conocidos como encaste marqués de Domecq, a los que se les atribuye una fuerte personalidad gracias al marqués, encuentran su origen en la cría del ganadero cordobés Antonio García Pedrajas



Mediados de agosto, España está en fiesta. En muchos lugares de nuestra piel de toro las celebraciones no se conciben sin la tauromaquia. El calor estival aprieta, aún así muchos lugareños, también los que retornan en las vacaciones a sus lugares de origen, acuden a la plaza.
El destino, o la casualidad, también que Finito de Córdoba abre el cartel, nos ha llevado hasta Socuéllamos. Estamos en la mitad de la Mancha, la gente va predispuesta a divertirse y la terna, a pesar del pobre juego de los toros, no defrauda. Nuestro Fino salpica con su buen hacer la tarde. Paco Ureña y el local Antonio Linares con su entrega –y sobre todo al atino con los aceros– consiguen salir a hombros. La verdad es que el toreo lo puso, destilado y medido, nuestro paisano.
Los toros no han permitido más, pues los pupilos de Albarreal quisieron, pero no pudieron. Tuvieron nobleza, pero les faltó la chispa que tiene que tener un toro bravo. El compañero de tendido, al verme con cámara de fotos y libreta, comenta en voz alta que el encaste Domecq es una lacra para la fiesta. Le comento que puede ser, y también que no hay encastes, que hay ganaderos.
Curiosamente, los toros de Albarreal tienen un origen que difiere bastante con lo que se conoce como encaste Domecq, aunque fuese el marqués de dicho apellido quien les dio la personalidad que les llevo a ser requeridos por las figuras del toreo en su época dorada.
Curiosamente, si profundizamos en el historial de los toros a los que el marqués de Domecq doto de personalidad, podemos comprobar cómo en su origen un cordobés tuvo mucho que ver en su génesis.
Este criador no fue otro de Antonio García Pedrajas, un ganadero que crió en la provincia de Córdoba un toro de la más pura casta de Vistahermosa, una de las que se tienen por fundacionales de la cabaña de bravo de España, aportándoles tanta personalidad que aún a día de hoy aún se recuerdan como los pedrajeños.
Una vez que el último conde de Vistahermosa se deshizo de la ganadería familiar, parte de su torada acabó en las manos del llamado Barbero de Utrera, llegando ésta tras tener como propietarios a Arias de Saavedra y luego Murube, hasta que llegó a Fernando Parladé. Este último vende un lote de vacas y un toro de nombre Bandolero a Francisco Correa, natural de Guillena, quien los disfruta muy poco tiempo, pues decide enajenarla a Félix Moreno en 1915.
Poco le dura al señor Moreno Ardanuy, quien estaba detrás de adquirir la torada del marqués de Saltillo, dado que en 1918 la vende a Antonio García Pedrajas.
La nueva vacada pasta en el término municipal de Almodovar del Río, concretamente en las fincas Fuenreal y Mesas Altas. Ya en su poder es aumentada con reses provenientes de Gamero Cívico, de igual origen vistahermoseño, presentándose en la capital de España el día 31 de mayo de 1925.
Al fallecimiento del propietario, así como al de su hijo, la ganadería es heredada por sus tres hijas Magdalena, Marina y María, García Natera, quedando finalmente como única titular la primera, que compró su parte a Marina. María vendió la suya a Isaías y Tulio Vázquez, cuyos herederos aún la conservan.
La parte de Magdalena, quien la disfrutó hasta 1946, fue vendida a Salvador Noguera, que al poco tiempo la vende a Salvador Guardiola Fantoni, responsable de su registro en la unión de criadores a nombre de su esposa, María Luisa Domínguez Pérez de Vargas.
Antes de su fallecimiento, Antonio García Pedrajas había vendido un lote de reses a los hermanos Mora Figueroa, quienes la aumentaron con otras del Conde de la Corte y de Juan Pedro Domecq Nuñez de Villavicencio.
Estas terminaron en manos de Salvador Noguera, y en 1951 la transfiere al marqués de Domecq, quien configura, a través de una ardua y escrupulosa selección, un tipo de toro que ha dado un juego muy del gusto de profesionales y públicos durante muchos años. Hoy, la sangre que modelara el marqués está en vías de extinción, ya que pocas son las ganaderías que la conservan.
Aun así, no hay que olvidar que en esta sangre tan singular tuvo una particular influencia un reputado ganadero cordobés que se llamo Antonio García Pedrajas.


LA CIMA, LA SIMA Y LA ETERNA ESPERA



Córdoba vive de su pasado, dorado y grande por cierto, pero que mira poco por su futuro

Siempre es crítica consigo misma y recela de todo aquello que puede aportar aire fresco

Continúa Córdoba sin perder un ápice de su singular personalidad. La ciudad, el pueblo como la nombró Baroja, es apática por naturaleza. Siempre permanece indiferente ante todo lo que en ella acontece. Ya lo dejó escrito el escritor donostiarra en su novela La feria de los discretos, cuya acción transcurre en Córdoba y que describe esa personalidad de la ciudad, prácticamente inalterada desde que su autor la concibiera hace un siglo. Esto no está muerto; Córdoba es un pueblo que duerme, afirma Baroja en las últimas páginas de su novela. Todos, especialmente muchos cordobeses, esperamos que algún día se despierte de una vez y se sacuda esta galbana que viene arrastrando de manera tradicional.

En lo taurino, Córdoba es igual. Vive de su pasado, dorado y grande por cierto, pero que mira poco por su futuro. Siempre es crítica consigo misma y recela de todo aquello que puede aportar alguna corriente de aire fresco. Mientras tanto, la Córdoba taurina las ve venir. No lucha por su futuro, solo espera algo extraordinario que la saque del ostracismo y habitual desidia. Lo malo es que Córdoba está acostumbrada a la gloría. No se conforma con término medio. O se está en la cima o en la sima de la indiferencia. Tal vez por ello prefiera vivir de las añoranzas de la elegancia lagartijística, del absolutismo guerrista, de la raza de Machaquito, del estoicismo de Manolete e incluso de la revolución cordobesista.
A fecha de hoy, el panorama es triste. El coso de los Califas continúa sin albergar un mísero espectáculo taurino. Es ahora cuando se añoran las novilladas nocturnas a la luz de la luna y bajo las estrella más que nunca. Las clases prácticas de las escuelas han acabado con ellas, y no es que estos festejos sean censurables, sobre todo porque sirven para que los alumnos de las escuelas taurinas den sus primeros pasos.
¿Pero qué ocurre cuando muchos de ellos las abandonan? La respuesta es sencilla. Se quedan en casa. Las llamadas clases prácticas han ocupado en muchas ocasiones el lugar de las novilladas sin picadores, su organización es menos laboriosa administrativamente y económicamente resultan mucho más baratas, por lo que muchas empresas y ayuntamientos optan por ellas en detrimento de las novilladas sin picar.No solo es esa añoranza de los festejos menores.
La Córdoba taurina está, como dijo Baroja, dormida. Tal vez espera un nuevo estandarte que ondear. El último al que se agarro fue cuando irrumpió, y con qué fuerza, Finito de Córdoba. Fue la última época en que la afición cordobesa despertó de su habitual letargo, llenando el coso de Los Califas en varias ocasiones y entregándose a un torero al que idolatró hasta unos límites insospechados. Hoy, con el torero aún en activo, Córdoba ha optado por volver a su habitual apatía.
Es lo más fácil para ella, aún cuando el torero continúa deleitando al público con su elegancia y sus formas toreras de sabor añejo, ante la medianía, salvo contadas excepciones, del escalafón actual. Si Córdoba fuese de otra manera, Finito de Córdoba sería un torero de culto al que seguiría como lo siguió en los años dorados, pero tristemente no es así.
El último movimiento que pareció mover a Córdoba, fue la concentración que convocó el Circulo Taurino en la plaza de toros para reivindicar la defensa de la fiesta de los toros. Cierto es que fue numeroso público el que allí se congregó, pero todo mucho tememos, que ha quedado en agua de borrajas. Solo cabe esperar, como es costumbre. Saber qué empresa regentará el año que viene el coso califal y sobre todo saber si vienen de verdad a trabajar para recuperar algo que yalanguidece demasiado, o solo convertirse en otra ave de paso, que cave un poco más la fosa.
Por lo pronto nos queda la provincia. Villanueva de Córdoba celebró su tradicional corrida, donde la Córdoba taurina capitalina no respondió como debiera, pese a que se anunció el último estandarte que enarbolo. Priego de Córdoba y Pozoblanco también han dado a conocer sus carteles. El de Cabra y Lucena, donde algo se programará, están al caer. Mientras la vida sigue. Córdoba continúa a la espera. Siempre dormida ¿despertará algún día?


8/11/2019

EL VÍDEO MATÓ A LA ESTRELLA DE LA RADIO



El vídeo y la imagen también tienen su influencia en la nueva vertiente del toreo



Estaba la década de los setenta aculada en tablas cuando un grupo pop británico de la denominada new wave, y que se anunciaba como The Buggles, copó el número uno de las listas de éxitos con un tema de música pegadiza y rítmica. Aquella canción llevaba por título Video killed the radio star, lo que traducido a la lengua de Cervantes venía a decir, más o menos, El vídeo mató a la estrella de la radio.
De los que vivimos aquel boom, nos queda el recuerdo de la vivacidad y ritmo del tema, de su innovación para la música con la aportación de sonido salido de la moderna electrónica y de lo que lo bailamos a las primeras de cambio, sobre todo cuando era puesto en las emisoras de radio de moda, así como cuando se pinchaba en los primeros locales de ocio a los que pudimos acceder.
En aquellos años lo que profetizaba la letra de ese tema era difícil de entender. Sobre todo para una sociedad como la española, en la que todo lo concerniente a las nuevas tecnologías aún estaba muy alejada de nuestros quehaceres cotidianos, que por cierto, estaban más pendientes del mundial del 82 que en la evolución del mundo de la informática y la electrónica.
El paso de los años ha venido a ratificar el mensaje de aquella canción de moda. Hoy, salvo contadas ocasiones y a magníficos profesionales, las grandes estrellas de la radio han cedido parte o mucho, según se mire, de su protagonismo a la imagen que nos ofrece el mundo de la informática y la electrónica. Es inconcebible una noticia sin imágenes. Lo que no se ve, no existe. Las nuevas generaciones no conciben nada sin imágenes.
Atrás quedaron los grandes narradores añorando tiempos de éxito, y donde sus voces formaban parte de nuestras vidas. Muchos lectores se estarán preguntando qué tiene que ver una canción de un grupo británico de la new wave con el planeta de los toros. La respuesta es fácil. El vídeo y la imagen también tienen su influencia en las nuevas vertientes del toreo. Hoy todo se graba.
Los ganaderos recurren a él para repasar el juego de las reses que se tientan para reproductoras. ¿Cuántas y cuántas se habrán ganado la vida tras haber repasado sus criadores, una y otra vez, las imágenes de su tienta? El vídeo también lo emplean los profesionales. El objeto no es otro que visionar sus actuaciones para buscar fallos o ver por qué aquel toro no acabó de rematar aquella faena que pareció iba a ser cumbre. También se utiliza en las escuelas taurinas. Es empleado para hacer llegar a las nuevas generaciones, aquellas que sueñan con la gloria del chispeante, los modos y formas de los grandes toreros del pasado, como también los del presente.
Hoy es muy accesible, gracias a los vídeos subidos a la red, mirar el toreo de principios del siglo XX, admirar el dominio de Gallito, la quietud de Belmonte, la solemnidad de Manolete, la gracia de Pepe Luis, o los duendes de Romero o Paula. Son las ventajas del momento de vivimos.
El vídeo tiene muchas ventajas, pero también muchos pecados. Uno de ellos es el morbo. Las graves cogidas son repetidas hasta la saciedad. También la parte golfa de la fiesta, que la hay y mucha. Los vídeos nos enseñan mucha picaresca, que se sabía existía, pero que no se constataba desde los tendidos y que hoy las imágenes nos muestran de forma cruda y real. Es el mundo de la imagen. Según como se emplee puede tener beneficios para la fiesta de los toros.
También efectos negativos. Uno de ellos puede ser algo fácilmente comprobable y no es otro que la falta de personalidad de los nuevos toreros, que al empaparse de las formas y modos de sus referentes asumen sin querer también todas sus carencias. Bienaventurados los que me copian porque de ellos serán todos mis defectos.
Y lo que es principal. El vídeo muestra la verdad cruda de todo al carecer del alma del instante vivido. Grandes faenas que una vez vividas pierden la esencia y sensibilidad al ser visionadas en una fría pantalla. En resumidas cuentas, el vídeo no solo mató a la estrella de la radio, sino muchas más cosas, entre ellas la esencia de una liturgia única.


8/04/2019

SIN NOVILLADAS NO HAY PARAÍSO

Marta Reillo el pasado Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo


Estos festejos no pasan por su mejor momento en una época en el que el mundo del toro ya está sufriendo demasiados ataques; las picadas han desaparecido de la práctica totalidad de las ferias
La temporada taurina sigue su caminar. El periodo estival es tiempo de fiestas y rara es la que no lleva aparejada algún divertimento de carácter taurino. Va en el sentir del pueblo español desde que España es España. Los toros, y todo lo que les rodea, es una señal de identidad española. A pesar de que no corren buenos tiempos para el llamado arte de Cúchares, todo se repite un año más. La feria en honor del santo patrón y con ello el consabido espectáculo taurino.
Pese a quien pese, el toreo continúa siendo algo inherente al ocio festivo de un país, de caracteres tan diversos como el nuestro, aunque por unos motivos u otros, en ocasiones más de carácter internos que externos, el toreo no pasa por su momento más álgido.
Las corrientes animalistas, de las que partidos sin escrúpulos y sin programa, pretenden arañar un puñado de votos, han hecho de la fiesta un enemigo a batir. Hoy la fiesta de toros no es políticamente correcta. Está en el punto de mira de esta sociedad, tan aséptica con la muerte, que nos ha tocado vivir. Por dentro de la fiesta en sí, los problemas son otros. Nos ha tocado una etapa de tecnócratas que solo piensan en el presente. Para ellos el mañana no existe. Solo viven el presente. De ahí es por lo que intentan arañar el último céntimo que se pueda. Poco les importa el futuro de la tauromaquia.
Para ellos el problema general es banal. No ven, y si lo ven miran para otro lado, los peligros que se ciernen sobre el torero. Nada les afecta. Solo imponen sus criterios, abusando de su poder, menoscabando el interés de los aficionados, a los que ningunean hasta la saciedad, lo que está llevando a que estos estén abandonando las plazas, hastiados del abuso de poder de los tecnócratas del sistema. Mientras tanto, un público ocasional, con una afición incipiente y muy elemental, va copando los tendidos, viendo y aceptando con beneplácito, el nuevo modelo de fiesta impuesto por el sistema en defensa de sus fines.
La renovación es necesaria en todo. En la tauromaquia también. Antes a un torero le bastaban cuatro o cinco temporadas buenas, para ser considerado una primera figura. Hoy hay toreros con más de diez años de alternativa a los que todavía se les espera ese paso adelante para hacer historia. Otros viven de las rentas de sus años cenitales. Pasó su momento, pero ahí siguen. Tratando, con el consentimiento de los tecnócratas que conforman los trust empresariales, de apurar hasta el último momento, cerrando con ello el paso a las nuevas generaciones que apenas tienen la oportunidad de reivindicar su nombre y, en ocasiones, su buen momento.
El principal pecado –la penitencia va a ser durísima– del momento actual es la falta de novilladas picadas. Cierto es que a través de las escuelas taurinas, los noveles comienzan su camino. Certámenes, bolsines, tentaderos a puerta abierta, cubren los primeros pasos de los que sueñan con ser toreros. Ahí no está el problema, aunque afloren muchos tejemanejes, que haberlos los hay, la dificultad comienza cuando estos chicos, una vez superado el primer filtro, deciden dar el paso y convertirse en matadores de novillos-toros.
Las novilladas picadas, salvo Madrid y Sevilla, han desaparecido de la práctica totalidad de las grandes ferias. También de las plazas de menor categoría. Donde antes se organizaba un festejo de este tipo, hoy se organiza una corrida de toros. La presión fiscal es la misma, se argumenta desde el sistema, y ante ello mejor organizar una corrida que un festejo menor. Nadie mira el escalafón novilleril.
¿Recuerdan aMarta Reillo? Sí, la maletilla que causó sensación en Ciudad Rodrigo. Pues a pesar de que le prometieron El Dorado, no ha toreado ni un solo festejo tras la repercusión mediática que tuvo. ¿Es normal? No. Como tampoco lo es que el escalafón novilleril, a día de hoy, lo encabece a estas alturas un espada que suma tan solo diez festejos, como es el caso de Javier Orozco. Ferias y ferias que han prescindido de una novillada con picadores como era de costumbre. La culpa, según dicen, la tiene la presión fiscal, a lo que hay que añadir que también la poca vergüenza de empresarios sin escrúpulos.
Es por ello por lo que hay que agradecer a localidades como Arnedo, Calasparra, Algemesi u otras que velen por las novilladas picadas, que son las que de verdad pueden traer aire fresco a la fiesta. En nuestra Córdoba pudo ser Montilla. ¡Cómo se añoran sus novilladas de lujo! Pero entre unos y otros se las cargaron y hoy son solo son un bonito recuerdo. Córdoba, como siempre, a lo suyo. Solo desidia y abandono. Pareció que la concentración que organizó el Círculo Taurino podía encender la mecha para reivindicar muchas cosas, pero al parecer la mecha era corta y finalmente la bomba no explotó. Las cosas de Córdoba.

7/28/2019

NADA NUEVO BAJO EL SOL



El sistema empresarial de hoy en día es una gran lacra para la fiesta de los toros ya que solo piensa en sus intereses y no en los del espectáculo, que poco a poco va cayendo en una sima


La temporada taurina está en todo lo alto. Quedaron atrás los puertos de primera categoría de Sevilla y Madrid. Pamplona también pasó, eso sí, con un público muy cambiado, ya excesivamente festero y con poco rigor.
Pamplona fue una feria donde se lidiaba un toro imponente en conjunto; hoy solo importan kilos y pitones. Lo demás poco va importando, sobre todo ese concepto abstracto llamado trapío.
En la capital del viejo reino de Navarra se premia con benevolencia cualquier cosa. Sobre todo lo que capte la atención de un público cada vez menos entendido y heterogéneo.
Un público al que solo importa que el toro caiga pronto de la primera estocada, sin importar para nada ejecución de la suerte, ni la colocación del acero. Si esto ocurre, el espada de turno tiene los trofeos asegurados.
A pesar de todo, paradójicamente, Pamplona aún pesa en estos tiempos. Un triunfo en su plaza puede servir para que las puertas de los despachos se abran de par en par y sea un salvoconducto para un buen número de contratos, en detrimento de otros espadas que triunfaron con más rotundidad en plazas como Sevilla o Madrid.
Son las cosas de nuestros tiempos. Antaño un triunfo en Madrid podía arreglar una temporada; hoy abrir la puerta grande de Las Ventas no es garantía de nada.
PLAZAS OTRORA DE POSTÍN Y TRADICIÓN HAN PERDIDO SU CARISMA POR GESTIONES NEFASTAS

La lesión de Roca Rey ha motivado que muchos carteles, hechos en ocasiones con mucha antelación, se hayan descompuesto por la inesperada baja del torero peruano. Su maltrecho hombro ha dejado muchos huecos en el aire y se esperaba, en esta temporada llamada a ser de renovación, que fueran cubiertos por espadas que vienen empujando y que han ratificado su buen momento en plazas importantes.
Pero, desgraciadamente para la fiesta en sí, no ha sido como se esperaba. Los huecos de Roca Rey han sido cubiertos por espadas con años de alternativa y cuyas carreras son gestionadas por empresarios que forman parte del entramado del sistema que maneja a su antojo todo lo que ocurre en el planeta de los toros.
El sistema empresarial de hoy es una gran lacra para la fiesta de los toros ya que solo piensa en sus intereses y no en los del espectáculo, que poco a poco, por su avaricia y despotismo, va cayendo en una sima de la que será complicado que salga.
Los grandes trust manejan sin escrúpulo todo. Son a su vez gestores de plazas, apoderados de toreros y, en algunas ocasiones, hasta ganaderos. Forman un circuito muy cerrado en el que es complejo entrar, y que como ya ha quedado dicho, solo piensa en sus intereses, intentando obtener el máximo beneficio posible arriesgando cada vez menos.
De ahí que no apuesten por el futuro, cerrando puertas a los que empujan y cercenando de las ferias que organizan algo tan vital para la fiesta como son las novilladas y promoción de todos aquellos que empiezan en este mundo de los toros.
Plazas otrora de postín y tradición han perdido su carisma por gestiones nefastas de este sistema impuesto. Ferias donde se organizaban varios festejos mayores no hace mucho, hoy solo abren sus puertas cuatro o cinco ocasiones al año, y son muchas, como el caso de Córdoba, El Puerto de Santa María o incluso Linares, donde esta temporada la feria de San Agustín, tal vez se quede sin toros.
Los valores y tradiciones se van perdiendo. Antes los carteles se organizaban con un torero veterano abriéndolos, una máxima figura y un espada emergente. Con este modelo se garantizaba un sitio para todos.
Hoy el sistema monta los festejos con tres figuras, cuyas carreras gestionan, que en numerosas ocasiones, viendo lo que estamos viendo muchas tardes, no es garantía de éxito. Al contrario, pues luego cada uno quiere cobrar lo que entiende que es suyo, y los resultados económicos tampoco son como nos quieren hacer ver.
Hacen falta aires de renovación. Esta temporada parecía que podía ser, pero viendo lo que se está viendo, todo parece seguir como siempre. Los grandes machacan a los pequeños.
Tanto que algunos se aburren, como el caso de Varea, que esta semana, cansado de tanta piedra en el camino, decidió cortarse la coleta y abandonar la profesión. Cuentan que José Flores Camará le dijo a Manolete: “Para ser martillo primero hay que ser yunque, pero cuando seas martillo; golpea, golpea, golpea”.


7/21/2019

MANOLETE Y EL TOREO DE CAPOTE



El impacto de la particular y personal tauromaquia del maestro de Santa Marina vino con la muleta, de ahí que poco se hay exaltado su toreo con la tela rosa, que es digno de admirar



Continúa julio haciendo gala de sus rigores. El calor del estío, propio de estas fechas, no da tregua en esta Córdoba un año más. Poco apetece en las horas centrales del día. Las calles de la ciudad quedan solitarias y en ocasiones parece un pueblo fantasma. Es la hora de dejarse seducir por la lectura y también por la nostalgia. Es esta última la que nos lleva a recordar que en este mes de julio se cumple el aniversario del nacimiento y alternativa del inmortal Manolete. Es por ello que la figura del torero cordobés, pese a los años, continúa viva no solo en la ciudad califal, sino también en el planeta del toro.
El toreo, o tauromaquia, de Manuel Rodríguez está vigente. Sus formas marcaron una época. Manolete sobre los ruedos –fuera de ellos es un ídolo– trajo una nueva tauromaquia, una última actualización, posiblemente definitiva, al toreo. Unas formas propias, concebidas para mayor lucimiento en el último tercio, donde los trasteos dejaron de ser simples fogonazos para contar con una uniformidad que vino de su mano. Mucho se ha escrito, se escribe y escribirá del toreo de Manolete en el tercio final.
Su manera de colocarse ante los toros, su forma de poner la muleta, el inverosímil embroque dejándose llegar al toro, su ligazón y unidad en los muletazos. Es la tauromaquia que vino con el Monstruo. Pero llegado este punto ¿por qué se habla tan poco de su toreo con el capote? ¿Acaso no tiene importancia? ¿Era banal y superficial Manolete en el primer tercio?
SU MEDIA VERÓNICA, FRONTAL Y A PIES JUNTOS, ES UN ALARDE A LA PLASTICIDAD QUE SIEMPRE SE LE NEGÓ

Muchas son las preguntas que se pueden hacer del motivo por el cual los amanuenses del Monstruo hablen tan poco, y de pasada, de la tauromaquia del coloso cordobés con el percal. No hay nada más que echar mano de las videotecas, hoy tan fácil, para comprobar que Manolete manejó el capote con la misma fórmula que lo hacía con la muleta. Es por ello por lo que se puede decir que también marcó una época con el capote, pese a que ello ha pasado desapercibido. El impacto de su particular y personal tauromaquia vino con la muleta, de ahí que poco se haya exaltado su toreo con el capote, quedando la imagen de un torero corto y cumplidor con la tela rosa.
Viendo viejas películas se puede comprobar que el toro de la época de Manolete, debido a su edad, tiene muchísima movilidad. Es un animal que, de salida y antes de pasar por el fielato de la puya, se muestra indómito y con un comportamiento aún no definido. Manuel Rodríguez, como ha quedado plasmado, aplica los mismos parámetros que con la muleta. No se coloca de frente. La ubicación de Manolete es perfilada. No adelanta las bambas del capote para embarcar la embestida de la res. Lo espera y, es al llegar a su jurisdicción cuando adelanta el capote y con la mano de salida trata y consigue llevar las embestidas lo más largas posible, bajando la mano contraria para dar mayor firmeza al lance.
Los toros al volverse, se encuentran el percal ante sus ojos y Manolete repite los lances con una ligazón compleja ante animales de tanto empuje. De ahí se desprende que el maestro de Santa Marina mueve un capote muy poderoso, capaz de ir domeñando unas embestidas inciertas. Eso está solo al alcance de los elegidos. Sus lances a la verónica, toreo fundamental, con el capote, vienen a completar lo que iniciara años antes Belmonte e intentaran sus seguidores. Su personalidad, innata y propia, hace lo demás. En ocasiones carga la suerte con el compás más abierto.

En otras lo hace con los pies más juntos, pero igualmente carga el toreo hacía el lado de salida. Su media verónica, frontal y a pies juntos, es un alarde a la plasticidad que siempre se le negó. Es un remate bello y a la vez descarnado. En ocasiones gira sobre su eje y se lía el capote a su enjuto cuerpo en un alarde pinturero que contrasta con su toreo pleno de misticismo.
¿Tal vez eso no es estético? La verónica y medía verónica de Manolete son monumentos al toreo de capa. Por si solos llenaron y remataron una tauromaquia única. Aquél capote suelto, de poco apresto, por lo tanto de más difícil manejo, pocas veces fue cantado. No tenía la gracia del toreo de sus coetáneos sevillanos o mexicanos, pero poseía una rotundidad ante los toros única. Debido a ello, no hay más remedio que reconocer a Manolete como un capotero único, que con el percal no hacía otra cosa más que poner los cimientos a lo que vendría en el tercio final. El toreo definitivo.