EMOTIVA CEREMONIA DE ALTERNATIVA.
Ganadería. Dos toros de Román Sorando (1º y 2º bis). Bien presentados, bravos, nobles y de buen juego; y cuatro de Domingo Hernández, muy justos de presentación, descastados, faltos de casta y raza que acabaron rajándose.
Toreros.
FINITO DE CORDOBA (negro y oro). Media estocada tendida (oreja); y pinchazo, otro hondo y dos descabellos (ovación con saludos tras aviso).
CAYETANO (sangre de toro y oro). Estocada corta trasera desprendida y dos descabellos (ovación con saludos); y estocada atravesada y dos descabellos (ovación con saludos).
EL CORDOBES HIJO (blanco y oro). Media estocada (oreja); y pinchazo hondo y cinco descabellos (palmas tras aviso).
Incidencias. Séptima del ciclo de
Pasaban unos minutos de la siete y media de la tarde. Córdoba se preparaba para que uno de sus hijos pasara a escribir su nombre en la ya larga lista de hombres que, tarde tras tarde, juegan sobre la arena con la muerte. El ritual primigenio de la lucha de la racionalidad con la brutalidad, se perpetúa una vez más, a pesar de los tiempos en que el materialismo parece ser lo único que importa.
La ceremonia del doctorado en tauromaquia parecía que iba a se una más, pero surgió lo imprevisto e inesperado. El padrino tuvo el detalle de invitar al último Cálifa del toreo, esa leyenda viva, que se llama Manuel Benítez, y se apoda El Cordobés, a que fuese participe en el doctorado. Benítez se hizo presente en el ruedo y, en un momento altamente emotivo, entregó los trebejos de torear a su hijo. El Cordobés hijo, como quiere ahora que le llamen, ya era matador de toros.
Pero la fiesta sigue. El momento pasó, emotivo para padre e hijo, y ahora había que torear y demostrar que viene de verdad a perpetuar ese apodo en los anales del toreo. Difícil papeleta. El toro no sabe de nombres y apellidos, solo pide verdad y disposición a perder.
Julio, que había estado dispuesto y cumplidor con el capote, brindó su primera faena al Califa y fue a la cara del toro dispuesto a demostrar su capacidad. El nuevo Cordobés templó las embestidas del toro con la mano derecha. Tandas limpias, por abajo, por donde el toro pedía. Se pasó a la mano que él prefiere, la zurda. Más colocado al hilo, siempre trató de llevar al enemigo largo y atrás. Volvió a la mano derecha para concluir rodilla en tierra, valeroso y entregado. Bien. El joven Benítez pudo estar mejor, sí, pero en un día como el de ayer puede tener disculpa. En su segundo, un animal rajado y mando, solo pudo demostrar entrega. El toro no tenía nada más.
Finito, tras 17 años de matador de toros, no venía a ser un convidado de piedra. Enfibrado como alguien que empieza, mostró dos caras bien distintas. A su primero, toro noble y enclasado, lo cuajó con ambas manos. Inició su trasteo con la derecha, corriendo la mano con largueza, temple y buen gusto. Al natural, con toques imperceptibles, iba embarcando al toro en la muleta para llevarlo más allá. Cuando el toro se apagó, los fue sacando uno a uno, pero siempre con gusto y buen trazo. Media estocada que bastó. El Finito artista estuvo presente.
En su segundo, un toro que desarrollo genio y malos modos, estuvo en ese torero que echamos de menos, pero que sabemos que existe. El Finito dispuesto y capaz. Se fue haciendo con las brutas embestidas del burel, en muletazos en los que lo llevaba en línea, con el objeto de irlo empapando en la muleta. De pronto bajo la mano y rompió las acometidas del animal atrás. El morucho, cuando se vio domeñado, se acabó. Su genio era eso, sólo genio. Ahí se vio que la bravura es otra cosa. La lección para los que confunde una cosa con la otra fue más que gráfica. Mato mal y lo que pudo ser una oreja a la predisposición y resolución de problemas quedó en la nada.
Se presentaba en Córdoba Cayetano. Su trayectoria como novillero ha sido sorpresiva, pero, como todos, el paso del utrero al cuatreño se acusa. Con un público muy predispuesto y muy a favor, hilvanó dos trasteos muy similares. Colocado muy al hijo en su primero, no se pareció al torero que deslumbró hace un par de campañas. En su segundo, más disposición, pero poco más. Capacidad tiene, y al cambiar de terrenos para matar a su segundo, la demostró. Ahora sólo falta que le coja el aire al toro. La popularidad que tienen los mediáticos se esfuma pronto.
Publicada en el diario "El Día de Córdoba", el 26 de mayo de 2007
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