8/12/2011
A CANTINFLAS EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO.
Hoy se cumplen cien años del nacimiento de los uno de los genios del pasado siglo, Mario Moreno “Cantinflas”. No vamos a recordar su extensísima carrera como cómico, Chaplin nada menos llego a calificarlo el mejor del mundo, ni sus simpatiquísimas películas, ni sus chispeantes monólogos. No hace falta. Su personalidad le ha convertido en un mito, no solo en su México natal si no en todo el mundo.
Pero Cantinflas además de ser un cómico sin igual, fue además un gran aficionado a los toros. Un excelente torero bufo, y un excepcional ganadero de reses bravas en tierras mexicanas. Como torero actuó en un sinfín de plazas aztecas con un particular estilo. Tanto es así que tras coincidir con Manolete en un festival benéfico, le comentó al califa de Córdoba: “Manolo, a ti, te dicen “El Monstruo” porque toreas en terrenos muy cortos y yendo siempre para adelante. Yo también soy “El Monstruo”, pero al revés, porque lo hago en terrenos muy largos y para atrás.” Genio y figura. Las nuevas generaciones pueden contemplar las evoluciones del actor mexicano en los ruedos a través del cine, concretamente en los filmes, “Así es mi tierras”, “Ni sangre ni arena”, o “El Padrecito”, entre otras.
Lleno cosos en las ocasiones en las que actuó como torero, como ya ha quedado escrito, pero también logro destacar como un ganadero importante. Su vacada se denominó “Moreno Reyes Hermanos” y de ella el genial Cantinflas dijo de su vocación ganadera: “Los ranchos y la cría de ganado bravo fueron una de las cosas que mayor expansión me dieron en la vida. La fiesta brava será siempre insustituible, ya lo he dicho anteriormente, porque en ella se conjugan elementos únicos: valor, las facultades y el talento, como sucede en cualquier manifestación artística”.
Heriberto Murrieta, crítico taurino mexicano, escribió sobre la ganadería que creara el genial actor: “En 1959 fundó la ganadería de Moreno Reyes en el estado de México. Le compró al ganadero José Antonio Llaguno, hijo del célebre criador Antonio Llaguno, el semental Gladiador, número 10, el mejor que existía en el campo bravo de San Mateo. También obtuvo el semental Cascabel y cien vacas de vientre de Torrecilla, quedando así formado el pie de simiente de su campo bravo con sangre pura de Marqués de Saltillo. Para establecer su ganadería compró 55 hectáreas del rancho La Purísima, a cinco kilómetros del pueblito de Ixtlahuaca, Estado de México. Mandó construir un pintoresco tentadero al que llamó Doña Cholita, en honor a su madre doña Soledad. Para su divisa, que son el crespón y los listones que sirven de distintivo a toda ganadería de toros bravos, seleccionó los colores obispo y oro.” Continua escribiendo Murrieta: “Los primeros cinco ejemplares de su ganadería fueron lidiados en Jiquilpan, Michoacán, el 20 de noviembre de 1963. No se lidió un encierro completo de seis toros debido a que uno se lastimó durante una pelea. Al año siguiente, presentó otra corrida en Tijuana para Jorge Ranchero Aguilar, Fernando de la Peña y Manuel Benitez El Cordobés. Pero el taco grande habría de armarlo en su presentación en El Toreo de Cuatro Caminos, que se recuerda como una de las más exitosas de ganadero alguno en todas las épocas. Ese acontecimiento sucedió la tarde del 6 de enero de 1966 en el gigantesco coso del Estado de México. Joselito Huerta le tumbó el rabo a Espartaco, negro bragado, facado, marcado con el número diez” (el único toro indultado en el Toreo de Cuatro Caminos).”
Su pensamiento sobre la fiesta, nos da una visión de que fue un aficionado cabal. En una entrevista, reproducida en los números 112 y 113 (abril-mayo de 1980) de la revista de la Comunidad Conacyt, Mario Moreno dice lo siguiente:
“Para hablar de toros, cualquiera puede hablar… pero, para hablar de toros bravos, ya hay que cambiar de toro y de tercio… y así poder hablar de pitón a pitón, siempre dando el pecho… Porque ya se ha dicho, que no es igual ver los toros desde la barrera, que estar en la barrera y no saber de toros… Yo, desde luego, no pretendo saber más que aquellos que de veras saben, pero mi punto de vista es diferente, porque yo si he estado cerca del toro, o más bien, el toro ha querido estar cerca de mi… Que el toro es una cosa seria, sí se los puedo asegurar… Tan seria, que yo no he visto reír a ningún toro. Eso no quiere decir, que en la fiesta no haya alegría y cosas que provoquen risa. Por ejemplo, yo he visto, porque a mí me consta -sin poder asegurarlo- que muchas veces se dan casos en que no se sabe y sin embargo, ahí está el toro. ¿Qué quiere decir?… ¡Que hay toros alegres! … ¿O usted nunca ha leído de algún cronista, que el toro embistió con alegría?… En cambio, nunca habrá sabido de ningún toro que haya muerto embargado de tristeza… Pero, pasando a otro tercio y con permiso de la autoridad, yo he hecho muchas veces el paseíllo y pueden creerme, que el miedo no anda en burro… ¡sino en toro!… Y es que el toro va a lo que va… y el matador viene a lo que viene. Y si el que va, se encuentra con el que viene y no hay un entendimiento, entonces ya sabe a lo que se atiene. Ahora, que yo pienso que el buen aficionado, el que sabe ver toros, debe tener en cuenta que aunque el toro es un animal noble que sale al ruedo a pelear con nobleza y en buena lid, no es justo que se encuentre con una bola de montoneros, ventajosos, agazapados detrás de los burladeros, esperando burlarse de él, frente a miles de espectadores que se hacen cómplices de ese engaño. Y al noble animal no le quedan más que dos alternativas para seguir viviendo: o es muy bueno y aguanta con bravura y con casta todo lo que le hagan, para ganarse el indulto… O es reservón, manso y muy menso y no aguanta nada, y en ese caso, también lo devuelven al corral vivito y coleando. De todas maneras, la fiesta brava es insustituible, porque ahí se conjugan el valor, el arte, las facultades, el talento y todo eso que hay que tener para pararse frente a un toro. Estas reflexiones que me hago, pudieran ser fruto de las correteadas que he sufrido, ante públicos muertos de risa, que saben de antemano que soy comediante y torero bufo y que ningún daño les hago a los toros… pero, los toros no lo saben…
¡Y ahí está el detalle!. . .
Sirva este recuerdo como homenaje a uno de los grandes mitos del siglo XX, y que además fue un amante de la que denominó otro genio, García Lorca, la fiesta mas culta de todas las fiestas.
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