12/06/2017

LAGARTIJO. LA ESPERANZA Y LA ILUSION ESTRENAN EQUIPO DE CARA A 2018


Desde la primera vez que le vi torear aprecie que tenía algo distinto. No era un torero adocenado, como la mayoría de hoy, con todas las carencias de los que empiezan pero en él se atisbaba una personalidad innata.

A pesar de mil y un contratiempos, siguió adelante con su carrera, toreando aquí y allí, donde le dejaban y siempre mostrando esas ganas de ser torero, que le hicieron desorejar, por partida doble, a un eral de La Quinta en Los Califas, lo que hizo que se convirtiera en la gran esperanza de la dormida y sufrida afición cordobesa.

Llego la presentación con los montados y con ellos se volvió a ver a un torero ilusionador. Fueron bastantes los contratos y en todos dejo su impronta de torero distinto. Vestido de mercurio claro y plata se presentó en Los Califas y cortó dos orejas a un ejemplar de Algarra, algo que no le sirvió para nada, pues el sistema que rige los destinos del toreo le cerro cuantas puertas le podía abrir, incluso las de la repetición en su tierra ganada a buena lid sobre la arena.

Ese mismo sistema le relegó al banquillo durante la temporada siguiente y a pesar de la lucha, y el trayecto recorrido, el destino se presentaba oscuro para alguien, de quien se piensa y cree, puede ser revulsivo en la ciudad que le vio nacer.

El año pasado se jugó su carrera a dos cartas. Sevilla y Madrid. Poco paso. Solo mostró disposición y tal vez, conociéndolo se puede afirmar con seguridad, la presión pudo ser detonante que el balance fuese el de un aprobado por los pelos.

Si algo tiene nuestro torero, es fijación con su meta, por eso nunca arroja la toalla. A pesar de los varapalos que el toreo está dando a los que empiezan, retoma la actividad pensando en la temporada 2018 como la última como novillero. Tras estoquear dos galanes con kilos y pitones en casa de Juan Pedro Domecq, Javier Moreno, Lagartijo en los carteles, ha anunciado sus ilusiones y una nueva etapa al lado de Manuel Plá y acompañado de Melquiades Garrido.

Esperamos todos que está vez sea la definitiva. El nuevo Lagartijo necesita el calor de alguien que conozco la tramoya del toro, ya se vió con Ángel Luis Carmona en su primera étapa, y Melquiades puede ser ese bálsamo que haga que el torero desarrolle todo lo que lleva dentro.

Lagartijo puede y debe ser ese clavo ardiendo, esa tabla de salvación, ese punto de inflexión que necesita Córdoba. Su entorno familiar me dice, con todo el cariño del mundo, que tal vez exiga mucho al joven espada, pero es porque tiene mimbres para revitalizar una afición que duerme y solo espera que alguien le pegue un buen "zamarreo" para devolverle la vida.

Animo y suerte Javier. Solo hay que esperar que la diosas fortuna, para los páganos, o la Divina Providencia, para los creyentes, te sonrían en esta temporada de 2018.




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