Se levanto el telón en cuanto a espectáculos taurinos se refiere en la provincia de Córdoba. Bujalance fue el marco escogido. En una plaza, que a la postre se quedó pequeña, instalada para la ocasión, se celebró un festival taurino con picadores a beneficio de la Hermandad de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores de la nombrada localidad del Alto Guadalquivir cordobés. Asimismo también se aprovechó para dar un merecido homenaje al matador de toros retirado, Agustín Castellano El Puri, nativo del lugar, que hizo el paseíllo antes sus paisanos y que a la postre, tuvo el honor de presidir el festejo.
El festejo, eso sí fue un éxito, tanto en lo económico, pues se colgó el cartel de no hay billetes, como en lo artístico, puesto que los actuantes rayaron, cada uno en atención a los oponentes que tuvieron enfrente, a gran altura, gracias sobre todo a las reses del renovado hierro de Marcos Núñez, que ha iniciado una nueva aventura, esta vez con encaste Domecq, a través de los hijos del recordado Fernando Domecq, titular que fuera de la ganadería de Zalduendo.
Abrió plaza el riojano Diego Urdiales, que se encontró con un animal que presentó problemas. Urdiales, con mucho oficio a base de tesón y con mucha disposición, trazó una faena en la que hubo pasajes emotivos sobre el pitón derecho. Por el izquierdo fue imposible cuajar muletazos de interés debido, sobre todo, a las complicaciones que presentó el novillo por el citado pitón. Se atascó con los aceros, pero aún así cortó una oreja.
Cayetano deslumbró. Se vio a un torero asentado, con más oficio y, sobre todo, con un sentido estético que ha ganado con los años. Cierto es que tuvo enfrente a un novillo de gran calidad, con una templanza en sus embestidas notable, pero Cayetano estuvo a la altura cuajando una faena interesante por ambos pitones, destacando, sobre todo, en algunos pasajes al natural que brillaron en la cálida mañana. Falló a espadas, trató de matar recibiendo al primer envite, pero la estética labor que realizó le valió para pasear dos orejas.Cerró el festejo el joven novillero Joselito de Córdoba, quien lidió y estoqueó un eral de la misma ganadería. Este novel aspirante lo hace todo con muchas ganas, capoteo con entrega, banderilleó con voluntad y fue con la muleta donde mostró sus aptitudes y actitudes, que no son otras que querer ser gente en el mundo del toro. Está aún muy nuevo, pero apunta buen concepto y buenas maneras. De hecho, cuajo naturales con vitola de torero caro. Las dos orejas y rabo de su oponente fueron a parar a sus manos.
Entretenido pues el primer festejo de la temporada taurina en la provincia de Córdoba, en que lo mejor fue ver como el toreo aún, pese a quien le pese, aún levanta expectación y pasiones, siendo capaz de congregar a muchas personas en torno a un circulo de amarillo albero.