
Se acabo la temporada en la provincia de Córdoba. Atrás quedaron meses duros de trabajo, muchos kilómetros y muchas fotos hechas, menos mal que los carretes pasaron a la historia. Temporada en la provincia muy plana, muy poco brillo y sobre todo con muy poco que destacar. Bueno, lo de siempre. El fraude, el medio toro, las ventajas, el poco riesgo, la falta de verdad, la falta de integridad y mas, mucho mas. Muchas veces confieso, que me cuesta trabajo salir de casa alguna tarde cuando más aprieta el sol. Pienso que la fiesta es imprevisible y que puede saltar la liebre cuando menos se espera. Eso y las labores de informar nos hacen salir muchas tardes al año a presenciar festejos en cualquier sitio de la provincia de Córdoba. Cosos centenarios, otros más recientes, otros efímeros como son las portátiles, pero a todos acudimos con esa esperanza que algo ocurra, aunque como siempre por desgracia nunca pasa nada.
Ayer el destino me deparo una tarde al menos entretenida. En Montoro se vivió una tarde de toros, que vino al llenar el vaso que se había vaciado en nuestro animo los meses anteriores. Todo porque la materia prima, el toro, no falló. No fue una corrida brava, pero al menos tuvo casta. No fue una corrida fuerte, alguno se cayo, pero al menos tuvo movilidad. No fue una corrida boba y tonta, pero al menos tuvo muchísima transmisión. Por eso nos divertimos. Ponce estuvo en su linea, magistral, fácil y estético. El Fino en la suya, artista, con gusto y dando ese paso que por desgracia tan pocas veces da. Una pena que un torero así solo se prodigue en provincias y esté fuera de las ferias. David Valiente no desentonó. Hace honor a su apellido y al menos la entrega por ahora es su bandera. Final feliz para una temporada gris.
Para el año que viene me ilusionan dos chavales de la Escuela, Iván de Aguilar y Manuel Rodríguez, espero que cuajen y despierten a la afición cordobesa de nuevo, porque falta está haciendo. Ahora viene el invierno. Volveré a lo que realmente me gusta y por lo que empece en todo esto. El campo. El toro en su hábitat natural es la mejor medicina para mi espíritu. Es la manera en la que repongo fuerzas y recupero la ilusión. La que me hará falta para afrontar la temporada de 2009.
También vendrán las tertulias, alguna peña o algún club taurino me reclamará para que les hable del encaste vazqueño o de la leyenda negra de Miura. Un placer salir de Córdoba para departir con gentes amantes de nuestra fiesta, es muy gratificante saber que esto, pese a todo y a los palos que le están dando, siga vivo.