10/23/2016

REFLEXIONES OTOÑALES DE FINAL DE TEMPORADA


Córdoba no ha remontado el vuelo en el mapa taurino; es más, no ha hecho más que continuar con su caída.
Es complicada una vuelta de los festejos a la Monumental de Barcelona.
El agua cae, y hacía mucha falta, con fuerza sobre los canales. El suelo está brillante y el otoño muestra su cara habitual ya olvidada. La temporada taurina llegó por San Lucas, en Jaén, a su fin un año más. Los percales y las franelas se pliegan en los esportones, una vez limpios, esperando el viaje a América, o el descanso hasta el próximo año. Los campos, gracias a las lluvias, cambiarán el pasto dorado por el verde rutilante de la otoñá. Es hora de reflexionar, de meditar, de pensar sobre el futuro de esta fiesta tan nuestra. La sentencia del Tribunal Constitucional declarando nula la prohibición de la celebración de festejos taurinos en Cataluña no es más que un espaldarazo que fortalece a la tauromaquia, ante esta persecución absurda de nuestros días, movida por motivos políticos y un pseudo-animalismo vacío e intolerante que no se mueve nada más que por una más que dudosa financiación exterior.
No obstante, y a pesar del fallo favorable del Tribunal Constitucional a la fiesta, es complicada una vuelta de los festejos a la Monumental de Barcelona a corto plazo. Es obvio que si otras sentencias, por poner un ejemplo las dictadas en materia lingüística, han sido obviadas por el gobierno regional, éste, que tiene transferidas las competencias para la gestión en la organización de los festejos, va a poner mil y una trabas administrativas para la concesión de permisos de cara a la celebración de corridas, u otro tipo de festejos, en la plaza de toros barcelonesa.
Por Córdoba, taurinamente hablando, ha estado la cosa extraña. Parecía que la empresa mexicana, cuya cabeza visible es el magnate Alberto Bailleres, y que regenta el Coso de los Califas, estaba llamada a la recuperación de la plaza cordobesa. Tras una unión con otras empresas, y que dio lugar a la pomposamente denominada Fusión Internación para la Tauromaquia (FIT), Córdoba no ha remontado el vuelo, es más, no ha hecho más que continuar con su caída en barrena. Por eso su categoría, la que por historia y tradición le pertenece, está ya demasiado deteriorada y hundida en una sima que parece no tener fin.
Tanto es así que algunas plazas de la provincia, caso de Cabra o Priego de Córdoba, han servido como escenario a más festejos mayores que la de la capital. Los Califas solo ha acogido una corrida de toros durante la temporada 2016. Suspendida por la lluvia la prevista para conmemorar el 25º aniversario de la alternativa de Finito de Córdoba, quien actuaba en solitario, solo abrió sus puertas el día 27 de mayo, durante la feria de la Salud. En ella El Juli, Alejandro Talavante y Ginés Marín, que sustituía a un enfermo Morante de la Puebla, se enfrentaron a una corrida de Núñez del Cuvillo. El tradicional festival a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer, una novillada sin picadores y un espectáculo de rejones fueron lo ofrecido por una empresa llamada a recuperar una plaza de la que se dijo que era un reto, y que finalmente continúa hundida sin conocer la más mínima recuperación y con el prestigio totalmente perdido.
Atrás quedaron los años de bonanza, cuando Los Califas acogía un abono de más de diez festejos, e incluso con corridas fuera de la feria de mayo. Eran otros tiempos, en los que se sobredimensionó en exceso una feria para reducir lo que siempre fue una plaza de temporada. Hoy el problema parece no tener arreglo, y la Córdoba taurina no es más que un recuerdo en la memoria de los de más edad y la plaza cada vez está más alejada del fin para el que fue construida, convirtiéndose en marco para otros espectáculos lúdicos, como pueden ser el cine y los conciertos musicales. 
Tanto es así que días atrás, algunos aficionados locales, así como otros foráneos, han mostrado su deseo de rebajar la categoría administrativa de la plaza al objeto, argumentan, de reducir costas y abrir la puerta a la celebración de más festejos taurinos. ¿Sería esta la solución? Posiblemente no. Córdoba no debe perder su categoría, como quedó claro hace algunos años cuando se propuso la misma opción cuando la redacción del reglamento andaluz. Una rebaja de la categoría no vendría a solucionar nada. Si ahora, como primera, es ninguneada por el taurinismo, la hipotética rebaja a segunda categoría no sería más que la firma de un certificado de defunción que nadie que quiera a su tierra desea que sea firmado.

El Día de Córdoba (23/10/2016)

10/16/2016

LA GRANDEZA DEL TOREO


La temporada ha mostrado la crudeza real de la fiesta con la muerte de Víctor Barrio y su solidaridad con un festejo a beneficio de la Fundación de Oncohematología Infantil.

EL otoño trae un año más el fin de la temporada taurina. Las ferias del Pilar en Zaragoza, y San Lucas en Jaén, ponen el punto final a la campaña y son preludio de época de descanso. La América taurina tomará el relevo durante algunos meses. Algunos viajarán al otro lado del Atlántico, donde el mundo del toro late con igual pasión que en la Vieja Europa, aunque con semejantes pecados y males. La temporada taurina dormitará un año más durante el invierno, tomando energía para afrontar renovada, le pese a quien le pese, una nueva campaña que tendrá Valdemorillo por San Blas el punto de partida.

La temporada que se va nos ha mostrado la crudeza real de la fiesta de toros. El rito ancestral mostró su cara más amarga, cuando un pitón certero sesgó la vida de Víctor Barrio en Teruel. La muerte de Barrio ha hecho ver que el toreo no es un espectáculo más. En la tauromaquia la muerte está presente y el hombre la pone en liza cada vez que pisa la arena para enfrentarse al tótem ibérico por excelencia. Un tótem que muchos dicen defender sin conocerlo, anteponiendo su vida, la del toro, ante la del ser humano en una herejía ayuna de ética y razón, carente de humanidad alguna.

Los comentarios vertidos contra el torero caído, su viuda y el toreo en sí, han servido para comprobar donde llega la irracionalidad de algunos que se dicen defensores de los animales. Un movimiento orquestado ferozmente contra la fiesta, que no hace más que mostrar las miserias que puede alcanzar el ser humano en su lado más oscuro y siniestro. El alegrarse de la muerte y desgracia de un semejante, poco favor hace a quien se hace llamar defensores de los animales.

La gota que ha colmado, por ahora, el vaso ha sido la reacción de esta gente, si se les puede llamar así, ante la ilusión de un crío que lucha contra un terrible mal como es el cáncer. Un chiquillo que sueña con ser torero y con el que el toreo se ha solidarizado de forma unánime. Días pasados se celebró un festival a beneficio de la Fundación de Oncohematología Infantil, y no para sufragar el tratamiento del crío como maliciosamente se ha afirmado, y que tuvo como marco la plaza de toros de Valencia. El toreo se mostró solidario una vez más. Muchos fueron los que acudieron a la plaza para sentarse en sus tendidos, y otros muchos colaboraron aportando su donativo en lo que se ha dado en llamar en estos tiempos tendido 0. El niño hizo el paseo junto a los actuantes y finalmente abandonó el coso a hombros como reconocimiento a su entereza y lucha ante una enfermedad tan cruel.

Ante la solidaridad de unos pronto surgió la crudeza y maldad de los otros. Si ya han demostrado que anteponen la vida animal a la de las personas, algunos ahora han llegado a desear la muerte a un niño que no hace más que soñar con sanar y cumplir su sueño de ser torero. Las redes sociales se han mostrado llenas de bilis de quien se dice ser humano. Se ha mostrado una crueldad que roza la ignominia más cruda. Ahora sólo hace falta que la Ley haga su trabajo, y si se ha vulnerado caiga su peso sobre aquellos que la han quebrado.

¿Hay algo más bello que la felicidad de un niño? Para algunos parece que no. Lo malo es que sus ojos no ven a un niño enfermo que, a través de una ilusión lucha por curarse de un mal terrible. Un chiquillo que para ellos no es más que un monstruo porque sueña con faenas radiantes a toros imaginarios mientras soporta duras sesiones de quimioterapia. ¿Dónde puede llegar la crueldad humana? 

La fiesta sigue adelante. Con sus males internos, más preocupantes que los que la atacan desde fuera, pues son los que verdaderamente le hacen daño. Los otros no son más que modas, posiblemente con dudosa financiación desde el extranjero, y que algún día languidecerán como lo hicieron más de una vez cuando la fiesta muestre su cara más integra. Una cara que la realce y engrandezca mostrando que no es un espectáculo más al uso, pues la tauromaquia no es más que un rito milenario en que el hombre pone en juego su propia vida ante la fuerza bruta del toro.



10/09/2016

LÍO E INTEGRIDAD

La adaptación a nuestros tiempos sólo pasa por la implantación de una legislación coherente y fuerte y cuyo motivo fundamental sea una garantía para la integridad del toro de lidia.

La sentencia del Tribunal Constitucional sobre la prohibición del toreo en Cataluña está próxima a hacerse pública. De hecho se ha adelantado por algún medio, tal vez de forma interesada y para calibrar a la opinión del respetable, que la misma es favorable para la tauromaquia, pues se constata que la comunidad autónoma catalana, a quien en su día se transfirió la competencia de gestión de la misma en la región, no tiene entidad para prohibir algo que no le compete.

Estando próxima a ser conocida la tan esperada sentencia del Constitucional, que por cierto ha tardado más de lo esperado y deseado, si ésta, como parece que puede ser, desmonta todo el circo político montado por los inquilinos de la Generalitat, movido por intereses políticos amparados a su vez por un subvencionado animalismo hueco y vacío, la fiesta de los toros jamás debió de ser abolida de aquella región de España que tanta gloria dio a la fiesta del toreo.

A la espera pues de la publicación de la sentencia definitiva, muchas preguntas son las que se hacen los aficionados. Quizá la mayoritaria es si volverán los toros a la Monumental, pues una vez mostrado que la prohibición vulnera los derechos de los españoles preceptuados en la Carta Magna, nada impediría la celebración de festejos taurinos en Barcelona, así como en otras plaza de la región. En la práctica sería viable, pero teniendo en cuenta otros fallos del tantas veces nombrado Tribunal Constitucional, en otras demostradas irregularidades, hace vislumbrar que todo no será tan fácil como parece. No hay que olvidar que la gestión para la organización de espectáculos taurinos depende de la Generalitat, que obviamente hará todo lo posible para no acatar, una vez más, poniendo todas las trabas posibles a lo dictado por el Constitucional.

Se habla, y mucho, que la fiesta necesita una adaptación al siglo XXI. Puede ser, pero con el organigrama instaurado hoy, todo se hace más difícil y complicado. La variedad de legislación sobre el toreo, prácticamente una por comunidad autónoma, hace más difícil esa adaptación que propugnan algunos. La falta de unidad es notoria y la tauromaquia corre serio peligro en aquellas comunidades de menor tradición taurina y que son regidas por políticos de corte nacionalista, que hacen del toreo algo maldito y que es aparejado, de forma interesada y sesgada, al pasado más reciente en la historia de éste país. Esto unido al movimiento en defensa de derechos de los animales, financiado y potenciado por estamentos extranjeros, hace que el toreo, a día de hoy, tenga el estigma de algo cruel, salvaje y políticamente incorrecto.

Ante todo esto hace falta unión y mostrar una fiesta repleta de integridad, así como poner en valor todos sus valores ancestrales que no hacen más que enriquecer nuestra cultura. Pero esa unión no es tangible. Existen muchos intereses que no benefician para nada una puesta en común. Sería interesante unificar criterios y crear una legislación común. El reglamento de 1962, posiblemente el más completo de los escritos, fue adaptado a los tiempos actuales en 1992. Una reglamentación ésta que se adapta a nuestro siglo, tomada como referente para la elaboración de todas sus hijas autonómicas, que no han venido nada más que para enredar y complicar algo que siempre fue unitario y único, cuya misión era legislar el segundo espectáculo de masas de este país llamado España.

¿Se imaginan que en cada comunidad autónoma de España, se jugara al fútbol con un reglamento diferente? ¿Qué ocurriría si el Polideportivo Ejido tuviera que jugar un partido de competición con la Unió Sportiva Lleida? Es obvio que el lío estaría servido. Las razones caen por su propio peso. El ejemplo muestra que hay que consensuar y poner puntos en común. La reglamentación del toreo debe de ser una, única y unitaria en todo el territorio español. 

Los de las transferencias de las competencias legislativas y administrativas a las distintas comunidades autónomas no ha servido nada más que para debilitar la fiesta de forma alarmante. La adaptación a nuestros tiempos, que piden algunos veladamente de forma interesada, solo pasa por la implantación de una legislación fuerte y cuyo motivo fundamental sea una garantía para la integridad del toro, seguridad para los actuantes y defensa de los derechos del consumidor del espectáculo, que no es otro que el público, sancionando de forma contundente a todo aquel que vulnere el reglamento. Lo demás sobra y no son más que cantos de sirena, que sólo pretenden continuar estrujando algo que a la larga se les escurre por entre los dedos.


10/03/2016

CAPAS, PELOS Y SUPERCHERÍAS


Ocurre en el toreo que, cuando se alcanza la elite, o cuando pensamos que la hemos alcanzado, se comienza a cuestionar aquello que no es de su agrado.

Cuando se alcanza la elite, o cuando pensamos que la hemos alcanzado, el ser humano comienza a cuestionar aquello que no es de su agrado. En algunas ocasiones sus razones pueden ser justas, pero en otras, las más, la soberbia de su ego comienza a rechazar todo aquello que piensa, o puede pensar, que no le beneficia para mantener su posición elitista. Es entonces cuando surgen los vetos y las censuras sin tapujo alguno a todo aquel, o aquello, que se intuye que molesta e incómoda. La creencia de estar en posesión de la verdad más absoluta, lleva al ser humano a un punto en el que desprecia cosas, que en ocasiones, les fueron favorables para alcanzar ese lugar por el que se lucha de forma denodada. 

En el mundo de los toros ocurre lo mismo. No hay que olvidar que este estamento del toreo, propio de nuestro país, es un fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos. El torero se puede incluso ampliar a otras piezas del tablero como apoderados, ganaderos o empresarios, cuando alcanza la cima suele adoptar posturas de imposición de todo aquello que cree que le favorece. Obviamente también inicia un desecho de todo aquello que le molesta. Es cuando se veta a compañeros, ganaderías, plazas, informadores o medios, por ser incómodos para sus intereses particulares, la mayoría contrapuestos con los del público que les ha llevado a ocupar su ventajosa posición.


A veces estas actitudes, la mayoría infundadas y caprichosas, rozan el absurdo más absoluto. Una de ellas fue siempre -la historia así lo demuestra- el erradicar algo superficial e insustancial como puede ser el pelo o capa del animal al que hay que enfrentarse. Al imponerse en la cabaña brava la sangre procedente de Vistahermosa, cuyo pelo negro es mayoritario, otros pelos más variados comenzaron a sufrir el acoso de los toreros, por considerarlos de sangres, castas y ganaderías menos proclives para el lucimiento. Por eso capas como la jabonera, hoy gracias al discutido Juan Pedro Domecq otra vez en boga, la cárdena, o la berrenda comenzaron a desaparecer de los ruedos por las manías de aquellos que alegaban que tenían algún goterón de sangre bastarda y que no era propicia para el toreo.

En la pasada feria de Salamanca Miguel Ángel Perera obtuvo un triunfo que tuvo repercusión nacional. El extremeño tuvo una actuación redonda ante un bravo toro con el hierro de Montalvo. Faena para el recuerdo y que se seguro será una de las referentes de la temporada. Perera bordó el toreo. Ese andar metido en terrenos del toro que, a poco que haya un toro exigente, hace vibrar a los espectadores. Frente a él un animal con el hierro de Montalvo, de nombre Brivón, bravo y que fue premiado con la vuelta al ruedo. Teniendo en cuenta que la ganadería charra de Montalvo hoy es mayoritariamente de sangre Parladé-Domecq, todo normal. Pero si decimos que Brivón lucía una capa poco común y que nos retrotraía al pasado podemos desvelar que un pelo pinturero no marca jamás las condiciones de un animal para una lidia lucida, completa y estética. 

Brivón, el toro de Salamanca, tenía un pelo berrendo en negro aparejado, propio de la ganadería a la que pertenecía, así como a los orígenes más primigenios de la misma. Un toro que lucían los de Vicente Martínez, quien aconsejado por Salvador Sánchez Frascuelo, cruzó su piara de reses colmenareñas con un toro andaluz, de igual capa, de la casta vazqueña y procedente de la de Concha y Sierra. Un pelo que a pesar de la absorción de la sangre primitiva con sucesivos cruces con elementos de la vacada de Ibarra, fue característico en la casa y que eran vistos con buenos ojos incluso por aquel privilegiado del toreo que fue Joselito El Gallo. Un pelo que poco a poco fue marginado por la torería andante y reinante, desapareciendo prácticamente de las grandes plazas y conservado de forma testimonial por el ganadero como vestigio de la vieja y recordada ganadería de Martínez. Tanto es así que en la otra ganadería procedente de ella, como es la de nuestro paisano Ramón Sánchez, hace años que desapareció por completo.

Brivón con su juego demostró que en ocasiones, cuando se llega a la elite, el veto puede ser algo caprichoso y arbitrario. Algo que puede rozar la superchería y la superstición que bien casan con la falta de formación y preparación del ser humano. La bravura es algo aparejado al comportamiento en la lucha y no en el fenotipo o características externas. La variedad de capas, o pelos, es algo que enriquece la cabaña brava, y este argumento es suficiente para erradicar vetos caprichosos que solo cercenan lo que antes era lógico y normal.

FOTO: Gentileza de MENACHO

9/19/2016

LUIS FRANCISCO ESPLA EN CORDOBA


Como complemento a la entrada anterior de esta bitácora, dedicada al maestro Luis Francisco Esplá, hay que decir que se prodigo poco por Los Califas. El espada de Alicante solo partió plaza en el coso cordobés en cuatro ocasiones, donde siempre dio muestras de su personalidad y su tauromaquia con sabor a otra época del toreo.

También es de reseñar que su presentación como matador de toros, estaba prevista para el día 25 de septiembre de 1976, donde actuaría alternando con Agustín Parra "Parrita" y Alfonso Galan, quienes lidiarían seis toros de la desaparecida ganadería de "Los Campillones", encaste "contreras". Finalmente tal debut no se llevó a cabo, pues Esplá resultó herido días antes, lo que hizo imposible su comparecencia en el coso situado en la vieja Huerta de la Marquesa. A la postre aquella corrida donde se anunció, ante la ausencia del maestro Esplá, la alternativa de Antonio Benete "El Mesias", fue suspendida finalmente por la imposibilidad de reunir toros suficientes a la hora del sorteo (nihil sub sole novum).

Luis Francisco Esplá se presentó en Córdoba el día 25 de mayo de 1980, segundo festejo del abono de la Feria de Nuestra Señora de la Salud, acompañado de Francisco Rivera "Paquirri" y José María Manzanares, ante toros de la vacada de "Torrestrella". Durante toda la tarde mostró Esplá lo que sería años después. Un torero dotado de una técnica envidiable, así como una tauromaquia con sabor al pasado, lo que unido a una barroca puesta en escena y un constante contacto con los tendidos, le llevaría a alcanzar altas cotas en el escalafón de matadores convirtiéndose en un torero de culto. Vestido de azul añil y azabache cuajó una notable faena a su extraordinario primero, de nombre "Rompevientos" y premiado con la vuelta al ruedo. Le montó un lío en el segundo tercio, siendo obligado incluso a dar una vuelta al anillo a su conclusión, y al que el mal uso de la espada, su punto flaco, le impidió cortar trofeos quedando en otra aclamada vuelta al ruedo. Sin fortuna en su segundo, solo pudo demostrar que existe lidia para los mansos siendo despedido con aplausos.

Ausente durante las campañas de 1981 y 1982, volvió a Los Califas en 1983, posiblemente a consecuencia del éxito obtenido un año antes en Madrid, con toros de Victorino Martín, en la llamada Corrida del Siglo. En esta ocasión alternó con el mexicano Manolo Arruza y Vicente Ruiz "El Soro", lidiando toros de Diego Puerta que sustituyeron a los anunciados de "Torrestrella". Esa tarde, de matadores-banderilleros, Esplá, de grana y oro, cuajo dos trasteos en su línea de variedad y sabor añejo. Una oreja de cada toro y salida a hombros junto al "Soro" por la Puerta de Los Califas, posiblemente en su actuación más redonda en Córdoba.

El torero de Alicante tarda ocho temporadas en volver a Los Califas. No es hasta 1991, en la corrida-concurso de ganaderías que trató de poner en valor la empresa Martín Gálvez, cuando Esplá vuelve a Córdoba. El festejo se celebra en la desaparecida feria de septiembre, en concreto el día 28 de septiembre. Alterna con Fermín Vioque y Enrique Ponce, jugándose toros de Ramón Sánchez, Guardiola Fantoni, Fermín Bohórquez, Sayalero y Bandrés, Marqués de Ruchena y Sancho Dávila. En una tarde marcada por el viento Luis Francisco Esplá, de azúl y oro, sólo puede mostrar su disposición, su sentido de la lidia y su oficio, donde cumplió con creces, además de en la labor ante sus dos toros, de Ramón Sánchez y Sayalero y Bandrés, en la dirección de la lidia como espada de más antigüedad.

Su última comparecencia en el coso califal, tuvo lugar en la temporada de 2000. Es durante la feria de mayo. Cierra el ciclo, el domingo 28 de mayo. Se anuncian toros de Victorino Martín. En el cartel, Esplá, Raul Gracia "El Tato" y José Luis Moreno. Esplá, de marino y oro, es un torero ya plenamente definido tras más de veinte años de alternativa. Conocedor de todos los entresijos del oficio, y también del comportamiento de variados encastes, se mostró en Córdoba como un maestro totalmente consolidado y que debió de servir como referente a nuevas generaciones. Lidiador y hábil con su peligroso primero, cuajó una torera e interesante faena al segundo de su lote, destacando en el toreo fundamental, así como en los adornos desempolvados de antiguas tauromaquias. Tras dejar media estocada y buscar el animal las tablas en junto a la puerta de cuadrillas, ordenó a su cuadrilla retirarse. Al llegar a los medios, el torero se volvió hacía donde estaba su oponente viéndolo doblar. Gesto de sapiencia de quien sabía que con aquella media estocada, había despenado a su oponente. Una oreja cortó de este toro y fue despedido de la plaza con una cerrada ovación que a la postre, será la última que reciba de luces en la plaza de toros de Córdoba.






9/18/2016

ESPLÁ, ALGO MÁS QUE EL TOREO VINTAGE


Cuando dicen que se torea mejor que nunca, volvió a aparecer de forma fugaz, una tauromaquia con reminiscencia del pasado. Unas formas ante el toro con aroma clásico, de sabor añejo y con regusto a otros tiempos de la historia del toreo. Lo clásico nunca pasa de moda, siempre está vigente. Es una concepción distinta de la tauromaquia, que se nutre de modelos tomados de un glorioso pasado. Después de siete años de ausencia, tras la triunfal despedida en Las Ventas ante el toro "Beato" de Victoriano del Río, el alicantino Luis Francisco Esplá volvía a los ruedos, ésta vez de forma puntual en la corrida goyesca de Arles.

Vestido impecablemente, con un traje goyesco color tabaco con pasamanería celeste y toques naranjas, tocado con un tricornio y redecilla, con medias color perlino y zapatillas a juego con el vestido, el torero de Alicante partió plaza de forma extraordinaria, para mostrar que su tauromaquia, preñada de ortodoxia y concebida para dotar de dinamismo al espectáculo, no ha perdido vigencia.

Desplegó su capote, de vueltas azules, como lo hubiera hecho en los primeros años ochenta el siglo pasado. Lances personalísimos a la verónica, rematados con dos medias a la cadera, trajeron la luminosidad del Mediterráneo de su Alicante natal y un añejo quite a la Navarra mostró la variedad capotera sin necesidad de importar nada del otro lado del Atlántico. Esplá no banderilleó en esta fugaz reaparición. Una lesión en un píe impidió poder vibrar con sus pares de poder a poder, sus vistosos jugueteos con los toros y sobre todo, admirar el compendio pleno del arte de banderillear en temerarios pares por los adentros. Con la muleta Esplá ofreció dos versiones. Una, en su primero, donde se mostró poderoso, con oficio y capaz de estructurar un trasteo con lucimiento ante un toro que poco se prestó al mismo. Otra, donde puso en escena la variedad, el clasicismo y el dinamismo que siempre fue aval en su toreo. Incluso se llevó una paliza brutal, con su peculiar sentido del humor declaró que también las cogidas entran en el contrato, de la que se levantó maltrecho y sin mirarse dispuesto a concluir con brillantez lo que había iniciado minutos antes. Al final salió del coliseo romano de Arles a hombros, parece que por última vez, dejando antes patente que su toreo continua vivo.

Muchos solo toman de Esplá la cascara. Sus decimonónicos ternos, el muletear su segundo toro tocado con la montera si no lo ha brindado, o sus trastos toreros de vueltas y forros azules. Pero Luis Francisco Esplá es mucho más que eso. El toreo de Alicante ha sido, y es, un torero importante. Un torero que concibe el toreo como un espectáculo total en los tres tercios. Un espada que se ha preocupado de rescatar detalles que permanecían vetustos y olvidados. Quites y galleos perdidos, pares inverosímiles de banderillas, y faenas de muleta donde siempre intentó dominar a sus oponentes con un toreo donde predominaba la curva y el cargar la suerte, ante las líneas rectas y el alivio. Desplantes deslumbrantes, como el de aquella mítica tarde de junio de 1982 al toro de Victorino, y sobre todo sacar el ostracismo la gallarda suerte de recibir.


Un torero al que la historia aún debe de colocar en mejor sitio, porque ha cubierto un hueco más que necesario en la fiesta. Lástima que, de su figura y persona, no hayan bebido las nuevas generaciones que pretenden abrirse paso en la fiesta. El torero alicantino, que siempre gustó de buscar en los que le precedieron, no ha sido, por desgracia, modelo a seguir. Puede que Esplá solo haya uno, ni antes su hermano, ni ahora su hijo, se han aproximado a él, pero hay que reconocer que su aportación desde fines de los setenta del pasado siglo, hasta el pasado fin de semana en Arles, ha servido para cubrir un hueco necesario en la fiesta de los toros. Con él estaba asegurado el toreo total, el lucir a los toros en el tercio de varas, el gusto por lo añejo, que no viejo, y el mostrar con orgullo el legado de todos aquellos que le precedieron en el arte del toreo. Luis Francisco Esplá mostró en Arles lo que siempre fue, un modus vivendi que formó parte de su vida y que nos trasladó para demostrar que el toreo clásico siempre está vivo. Desgraciadamente muchos no lo comprendieron y no descubrieron la profundidad de una tauromaquia, que a simple vista parecía superficial y liviana. Pocos o ninguno han bebido de quien bebió en numerosas fuentes. La tauromaquia desarrollada por Esplá es necesaria en la fiesta del mañana, porque Esplá y sus formas, son algo más que un torero y una puesta en escena vintage.

Foto: Laure Crespy


El Día de Córdoba

9/11/2016

DE FRAUDES Y PUBLICOS


La manipulación fraudulenta de los pitones en los festejos taurinos siempre, en mayor o menor medida, fue práctica común Lo de hoy comienza a ser flagrante y escandaloso.
La tauromaquia es sustentada por su principal protagonista. Éste no es otro que el toro. Sin él sería inviable la corrida. El toro es el eje sobre el que gira todo el ritual desde tiempo ancestral. Por eso sin el tótem ibérico nada es posible. Es el auténtico pilar sobre el que se cimenta el espectáculo y en el momento que falla, todo se viene abajo como un castillo de naipes. El toreo se puede aderezar con mil una cosas. Se está viendo como las faenas son amenizadas, en ocasiones, por composiciones que nada tienen que ver con el clásico pasodoble. También por un rebuscado y artificioso flamenco, e incluso por música de cámara. Se buscan para exorno de la plaza estéticas de influencia picassiana o de vanguardia. Combinaciones, todas ellas, rebuscadas, que aunque vienen a traer un aire heterodoxo y fresco, quedan como mamarrachos si el toro lidiado está hueco de todas las virtudes que debe de tener un animal destinado a la lidia.

El toro, en estos tiempos, suele fallar más de lo deseado. Las imposiciones de los toreros y empresas, principalmente los primeros, ha venido a traer a los ganaderos una selección en la crianza alejada de la búsqueda de la bravura. Hoy se persigue un animal ad hoc para el tercio de muerte. Se busca un toro que colabore con su antagonista solo en uno de los tres tercios en que se divide la lidia. Los dos primeros tercios poco importan. El toreo hoy solo se valora en lo que se pueda desarrollar en la faena de muleta. Lo demás comienza a ser algo testimonial. Una selección equivocada que no deja de ser un fraude a la tradición, a la integridad de la lidia y sobre todo un engaño al público, que a fin de cuentas es quien sustenta, pagando su entrada, el espectáculo y al que se le está privando, por ejemplo, de un tercio como el de varas, autentico baremo de bravura. Si a esto unimos además la falta de integridad física del toro, apaga y vámonos. La manipulación fraudulenta de los pitones siempre, en mayor o menor medida, fue práctica común. Lo de hoy comienza a ser flagrante y escandaloso. Salvando contadas plazas de primera, los pitones de los toros que se lidian hoy aparecen presuntamente manipulados por la mano del hombre, encima de forma burda y chapucera, que no hace nada más que ver las miserias de todos aquellos que se lucran de la tauromaquia.

El toro descastado e impuesto, así como el serrucho y la escofina, ganan enteros. Si ante la falta de fuerza y casta, solo cabe una selección dura y mandar muchas vacas al matadero, ante la manipulación de los pitones poco se puede hacer. Solo exigir el cumplimiento del reglamento respecto a los reconocimiento post-morten y aplicar las sanciones correspondientes. A día de hoy son pocos los pitones que se analizan durante la temporada. La legislación actual, variada, difusa y distinta según la comunidad autónoma donde se desarrolle el espectáculo, lo prevé, pero la autoridad competente, bien por desidia, o bien porque hace la vista gorda, no actúa con la contundencia que sería de desear. Ante esto los mercachifles que manejan entre bastidores la fiesta campan a su antojo. Los pocos pitones que se analizan, si dan positivo, solo sirven para largos procesos judiciales, que no acaban más que en sanciones e inhabilitaciones, que poco o nada trascienden al público.

El público de hoy también es muy condescendiente. Pocas veces se ven protestas por la presentación de un animal. Sólo si la falta de fuerza es manifiesta protesta exigiendo su derecho. Ahora de los pitones nadie dice nada. Será la fuerza de la costumbre de ver lo mismo tarde tras tarde, que no se da por engañado. Pero, ojo, el público será condescendiente pero no tonto. 

Joselito, el Gallo, fue un autentico adelantado a su época. Su aportación al toreo fue máxima. Tanto en el fondo como en la forma. Gallito puso los cimientos del toreo moderno. Impuso el encaste de Vistahermosa sobre todos los demás, cambió conceptos y sobre todo pensó en el público, que a fin de cuentas es que sostiene económicamente la fiesta. Por eso concibió plazas monumentales de gran aforo con el solo objeto de que más público, y a precios más baratos, acudiera a las plazas. Era la forma de asegurar ingresos y fidelizar la clientela a largo plazo. Hoy todo se ha vuelto de al revés. Las entradas cada vez tienen precios más altos y asistir a un festejo, salvo contadas plazas, es muy gravoso para una economía modesta. Por todo esto es muy difícil mantener la llama de la afición, quien ante tanto desmán y ante la variedad de otros espectáculos para cubrir su ocio, puede que se canse de acudir a las plazas.




9/08/2016

BREVE GALERIA GRAFICA DE LA CORRIDA DE AYER EN CABRA
























LA TERNA TRIUNFA EN UN FESTEJO QUE MERECIÓ MÁS PÚBLICO


GANADERIA: Seis toros, el 6º lidiado como sobrero al devolverse el titular, de Núñez de Tarifa. Correctamente presentados y buenos para el torero. El mejor el 3º, de nombre Clavituerto, fue premiado con la vuelta al ruedo. Entre los seis tomaron siete varas, aunque en ocasiones el tercio de varas fue meramente testimonial.

TOREROS: FINITO DE CORDOBA (azul noche y oro). Estocada (oreja con petición) y estocada (oreja). EL FANDI (amapola y oro). Estocada (dos orejas) y estocada (oreja). ALEJANDRO TALAVANTE (lila y oro). Estocada (dos orejas) y estocada y dos descabellos (oreja).

INCIDENCIAS: Plaza de toros de Cabra. Corrida de toros con motivo de la Feria en honor de Nuestra Señora de la Sierra. Menos de media entrada en tarde calurosa. Al finalizar el festejo la terna abandonó la plaza en hombros.

Atraviesa la fiesta un momento extraño. El público, por motivos difíciles de comprender, acude a las plaza de una forma ambigua y arbitraria. Tras magnificas entradas en festejos anteriores, los tendidos del centenario coso egabrense, presentaban una entrada de público poco acorde con la calidad del cartel. Una combinación muy atractiva, frustrada en principio por la ausencia de Roca Rey, aunque sustituido por un torero, como El Fandi, que cuenta con el beneplácito de público en general, y muy especialmente en la Subbética cordobesa, no hizo que el público acudiese a la plaza como era esperado. ¿Los motivos? En principio inexplicables, pero resulta muy extraño que con semejante cartel el público prefiriera quedarse en la feria, o al fresco de la consola de aire acondicionado en el sofá de casa.

Lo cierto es que a la postre, y como era lo esperado, la corrida resulto muy entretenida. Durante la tarde pasaron muchas cosas que hicieron, que los que si fueron pasaran una buena tarde de toros. La corrida de Núñez de Tarifa, como ahora se denomina la vacada que luce el hierro de Benjumea, tuvo muchas virtudes para el toreo moderno. Toros colaboradores en el tercio de muleta, que a la postre es en el que se centra la lidia en la actualidad y el que depara los momentos de mayor brillantez en la fiesta de nuestros días. Ante los toros hubo tres toreros, de distinto concepto, que satisficieron de pleno a los concurrentes.

Abrió plaza Finito de Córdoba, en su primera actuación en la provincia en el año que cumple su veinticinco aniversario como matador de toros. Cumplió con creces en su compromiso. A su primero, al que recibió con plásticos lances de capote, le realizó una faena rebosante de belleza. Un trasteo pulcro, justo; tal vez pecara de falta de ajuste, pero que por su estética y buen hacer hizo las delicias de los asistentes. Destacaron las tandas al natural, sentidas y preñadas de torería, así como el toreo accesorio, donde hubo algún muletazo por bajo digno de ilustrar una pintura de Roberto Domingo. Mató con facilidad y paseo la primera oreja de la tarde. Muy dispuesto y centrado estuvo con su segundo, una animal que tuvo más complicaciones, pero que con porfía logró cuajar un trasteo, que aunque con muchos dientes de sierra, tuvo momentos donde el caro toreo del Fino de Córdoba se esparció por el albero. Volvió a estar hábil con el acero lo que le permitió cortar otro trofeo y asegurar la salida a hombros.

Alejandro Talavante atraviesa un momento dulce. Su toreo resulta luminoso, variado, improvisado y de un corte muy personal. A su primero, al que recibió de forma variada con el percal, le cuajó una labor donde fue primordial la variedad y la improvisación. Resaltar el toreo al natural, muy por encima de las arrucinas, martinetes y espaldinas, que no son más que adornos churriguerescos al toreo fundamental. Finalizo su barroco trasteo, con unas manoletinas donde la quietud fue su principal virtud. Recetó una magnífica estocada, que aunque produjo un feo vómito, fue lujosa en ejecución. En el último de la suelta volvió a mostrarse variado en una faena donde vio rápidamente las condiciones de su oponente. Sorprendió el que se pusiera a torear al natural sin probar las aptitudes del toro. Dos golpes de verduguillo pusieron rubrica a otra estocada, que de haber doblado el animal, le hubiera supuesto mayor premio.

El Fandi estuvo en su línea en los dos toros que mato. Bullidor y variado con el capote, espectacular y atlético en banderillas, con entrega total con la muleta. Nada que reprochar al torero de Granada, que tarde tras tarde hace lo que sabe y lo que gusta a su público. Su honradez sumada a la facilidad que tiene con el estoque hace que sea un espada que satisface a un público menos ilustrado, pero que es hora que tenga mayor reconocimiento por el sector más purista de la afición.

9/04/2016

EL PERIODISTA DAVID CASAS PRESENTA LA FERIA DEL TORO Y EL CABALLO DE POZOBLANCO CON LA PRESENCIA DE DAVID MORA Y LEA VICENS


En la noche de ayer el Coso de Los Llanos de Pozoblanco fue escenario del acto de presentación de la feria del toro y el caballo 2016. Fue conducido un año más por el periodista taurino de la Cadena Ser y Toros TV David Casas. Estuvo acompañado por el matador de toros David Mora y la rejoneadora Lea Vicens, ambos actuantes en la próxima feria. Mostraron su ganas e ilusión por formar parte de la misma y comentaron los  aspectos más positivos tanto de su actual temporada como de su trayectoria en general.

El acto estuvo respaldado por el alcalde de Pozoblanco Emiliano Pozuelo y su concejal de festejos Eduardo Lucena. Ambos destacaron la ilusión que tienen en los carteles de este año y su máxima confianza en la empresa Caído y Soledad S.L. Trasmitieron a los allí presentes ,que si todo va bien,para la próxima temporada se plantean incrementar el número de festejos del abono pasando de 2 a 3.


También tomó la palabra el empresario Antonio Tejero, gerente de la empresa, comentando  que quiere devolver la feria taurina de Pozoblanco donde merece y la importancia de los carteles que ha cerrado con la presencia de las máximas figuras actuales.

BREVE CRONICA GRAFICA DE LA CORRIDA DE AYER EN PRIEGO DE CORDOBA













UN EXCELSO DANIEL LUQUE A HOMBROS EN PRIEGO DE CORDOBA


Volvían los toros de Adolfo Martín a Priego de Córdoba. El buen sabor dejado el año pasado, era argumento más que suficiente para la repetición. Los ‘saltillos’ que el conde de Santacoloma dejara en manos de su hermano, el marqués de Albaserrada, hoy vigentes en las ganaderías de la familia Martín, suelen ser reclamo para el público que gusta del toro encastado y con un comportamiento distinto al que se suele lidiar de forma más frecuente. Ayer en Priego, si no fuese por las capas cárdenas y por la conducta de alguno de los lidiados, que si se acordó de sus antepasados, lo acontecido no fue muy diferente de lo que sucede de forma más habitual en los ruedos una tarde tras otra. Los ‘albaserradas’ criados por Adolfo Martín no cumplieron con las expectativas. Inéditos en el tercio de varas y muy previsibles en el tercio de muerte, quizás pudieron defraudar a parte del público que se congregó en el añejo coso de las Canteras. ¿Defraudaron? Si y no. La botella medio llena o medio vacía, según como se mire, pero lo importante, al menos, es que la corrida tuvo un carácter menos temático que las que lucen otros hierros, llamados equivocadamente “comerciales”.

De los toros corridos hubo uno, el tercero, que para si hubiesen querido muchos ganaderos. Un animal que fue a parar a manos de un inspirado Daniel Luque, que curiosamente se enfrentaba por vez primera con toros de esta sangre, y que posiblemente cuajará la faena de la temporada en la provincia de Córdoba. Un Daniel Luque excelso, que ya se gustó cuando recibió con mecidos lances a la verónica a su primer oponente. La faena de muleta resultó bella, estética y hermosa. Los muletazos surgían de adelante hacía atrás, rematados por debajo de la pala del pitón, con un torero encajado de riñones y por momentos abandonado a su suerte. El toreo al natural resultó un compendio de torería muy difícil de describir. El de Gerena se gustó a si mismo, contagiando, con su buen hacer, al público de los tendidos. Los cambios de manos y algunos remates merecieron pinceles de la categoría de Ruano Llopis, o alguno de los cartelistas de los años veinte del siglo pasado para ser inmortalizados. Remató el trasteo, ya de forma más arrebatada, con las llamadas ‘luquesinas’ que terminaron por enloquecer a los tendidos. La estocada, un poco trasera, resultó fulminante y fue premiado con dos orejas de justicia. El público pidió el rabo. El presidente, quizás por la colocación trasera de la espada, no lo concedió, pero que más da. El arte efímero del toreo brilló en Priego de Córdoba de forma luminosa. En su segundo, Luque, solo pudo estar valiente y porfión ante un toro poco colaborador y que acabo desarrollando un peligro sordo.

Paco Ureña puede ser uno de los toreros con más pureza del escalafón. En contraposición con el toreo florido de Luque, el de Ureña resulta más macizo. El murciano pisa unos terrenos donde esta la gloria, y también la tragedia. Destacó en la faena al segundo de la tarde. Una faena que fue modelando el torero a base de verdad y mucha pureza. Su toreó gusta por la ortodoxia y clasicismo del que lo impregna. Brilló en el toreo con la mano izquierda, donde engancho las embestidas para llevar al toro con mano baja y mucho temple. Lástima que marró con los aceros porque de seguro hubiera cortado trofeos. En su segundo, un animal a la defensiva, solo pudo poner en liza su voluntad y las ganas por redondear una tarde en la que demostró que sus triunfos en plazas de mayor categoría no son fruto de la casualidad.

A pesar de cortar una benévola oreja, la de ayer no fue la tarde de Javier Castaño. Triunfador del año pasado, el torero castellano se ha ganado el cariño de la afición prieguense, pero solo pudo mostrar su voluntad y ganas, ante un lote que no le ayudó a brillar con rotundidad. Aún así volvió a intentar su toreo poderoso y añejo ante este tipo de toros, que ayer no le prestaron colaboración alguna.

GANADERIA: Seis toros de Adolfo Martín, bien presentados, aunque excesivamente romos de pitones, y de variado juego. 1º Soso con clase; 2º noble con poca fijeza; 3º noble con calidad por ambos pitones; 4º orientado y desarrollando peligro; 5º distraido y 6º complicado y tobillero. Tomaron seis puyazos, uno por barba. El mejor el jugado en tercer lugar para el que se pidió la vuelta al ruedo.

TOREROS: JAVIER CASTAÑO (marfil y oro con remates negros). Estocada caída (oreja) y tres pinchazos y descabello (palmas tras aviso). PACO UREÑA (malva y oro). Pinchazo y media estocada (ovación con saludos desde el tercio) y cuatro pinchazos y descabello (palmas tras aviso) y DANIEL LUQUE (siena tostada y azabache). Estocada (dos orejas) y estocada enhebrada, estocada y cuatro descabellos (silencio).

INCIDENCIAS. Plaza de toros de Priego de Córdoba. Corrida de toros con motivo de la Feria Real. Menos de media entrada en tarde agradable. Paco Ureña y Daniel Luque se presentaron como matadores en la plaza. Destacaron con los palos Fernando Sánchez de la cuadrilla de Castaño en el cuarto y Raúl Caricol en sexto. En la brega Marco Galán. Al finalizar el festejo Daniel Luque abandonó la plaza a hombros.








8/31/2016

MANOLETE, SU SOMBRA Y EL TOREO.


A Manuel Rodríguez 'Manolete', sesenta y nueve años después, todavía se le recuerda. Muchos lo imitaron, aún hoy lo imitan, pero nadie ha logrado igualarlo, y superarlo sería utópico.

HA pasado mucho tiempo. Sesenta y nueve años, pero su figura aún está presente en la ciudad. Los últimos días de agosto traen de nuevo su recuerdo. Su sombra alargada y hierática se hace visible en la Lagunilla, donde de niño soñaba con la gloria. Santa Marina rememora su presencia, soñando que todavía pasea por sus calles en una España sacudida por las heridas de la contienda. Su esbelta figura sube Colodro arriba buscando el convento de San Cayetano en su obligada visita a Jesús Caído. Lo mismo que se le intuye, elegantemente vestido con chaqueta cruzada de lino, zapatos bicolor y sus clásicas gafas oscuras, coronar la cuesta del Bailío antes de postrarse ante su Virgen de los Dolores. 

El mito sigue siendo mortal en su tierra. Al menos durante los últimos días de agosto. Aunque ganó por derecho propio habitar en el Olimpo de los elegidos, el torero de Córdoba aún continua presente en ella como uno de sus hijos más preclaros. Sesenta y nueve años ya desde aquella tarde negra en Linares, Manolete aún vive en la tierra que le vio nacer, y cada agosto vuelve a formar parte del paisaje urbano de esta ciudad. El tiempo no ha conseguido borrar su huella, como tampoco su innata personalidad. La ciudad dormita tratando de creer que jamás ocurrió nada en Linares, pero la realidad es que aquel torero es una leyenda que nació justamente cuando moría el hombre. 

Córdoba, injusta en ocasiones con sus hijos, continua recordando al torero. Los homenajes se sucedieron ayer como de costumbre ante su monumento en la plaza de los Condes de Prieto. Conjunto erigido gracias a otro torero, mexicano para más señas y llamado Carlos Arruza, para el que aún se reclama un reconocimiento en forma de placa por parte del consistorio. Placa que fue arrancada por manos barbarás que no conocerán jamás, la generosidad y admiración por ningún compañero caído. Su marmóreo mausoleo, esculpido por Ruiz Olmos, se teñirá de rojo carmesí en forma de cláveles ofrendados por los aficionados, gracias a una iniciativa de la Tertulia Taurina La Montera. El rito se repetirá un año más. 

La vieja palmera, que junto con otra que ya sucumbió con el tiempo, que escoltaban la puerta grande de los Tejares, recordaran las veces que el torero, en hombros de la multitud, paso entre ellas en tardes llenas de gloria. La primera el día de su debut aquél 25 de julio de 1935, acompañado del mallorquín Pericas y el mexicano Cepeda, con utreros de Enriqueta de la Cova, si bien ya había actuado sin picadores en anteriores ocasiones. Luego llegaron más tardes. El torero se fue curtiendo por sí solo hasta llegar a la soñada alternativa. Pero la meta no se había cumplido.

El torero luchó y se afanó por llegar a la cúspide. Una vez alcanzada jamás bajo, ni lograron que se bajara, de ella. La admiración por su figura era máxima. Allá por donde iba era idolatrado por las masas y también por los compañeros que compartían cartel con él. Pronto la envidia, pecado capital, comenzó a corromper a los públicos y el torero comenzó a cargar con el peso de la púrpura. Los parabienes de antaño se convirtieron el feroces críticas. A las gentes ya no le gustaba que el que fuera su santo y seña, se hubiera convertido en alguien que gozaba de dinero, fama y demás cosas mundanas.

El torero estaba cansado. Se disponía a decir basta. Sentía que lo que tenía que hacer en el mundo de toro ya estaba realizado. Cuando ya vislumbraba el final, Linares se cruzó en su destino. Allí la providencia le deparó encontrarse con un toro que le convirtió en mito. Fue entonces cuando aquellos que se habían cebado con él se dieron cuenta de la enorme injusticia que la envidia les había llevado a hacer. 

Sesenta y nueve años después todavía se le recuerda. Muchos lo imitaron, aún hay quien lo imita, pero nadie ha logrado igualarlo, superarlo sería utópico. Aquel torero llenó una época del toreo y aportó al mismo lo que hoy se conoce como el toreo moderno, o el toreo de nuestro tiempo. Por eso es inmortal. Su legado aún permanece vivo. 

Gloria siempre a Manolete.