12/20/2007

CONSERVEMOS Y SUBVENCIONES ANTES DE QUE SEA TARDE



Hace ya algunos años le tocó a los “saltillos” de la familia Moreno de la Cova. En un obligado saneamiento apareció un incomodo problema sanitario que costó el sacrificio de un montón de vientres e incluso la desaparición de uno de las ganaderías, en concreto la de Javier Moreno de la Cova. Después la vacada que poseían los hermanos Peralta en Francia, Viento Verde, tuvo que ser sacrificada en su totalidad. También los “moleros” de Valladolid, cruce singular entre “vazqueños” y “saltillos” también se vio extinguido por un positivo en un rutinario control sanitario. Ahora le ha tocado el turno a los “gallardos” de Partido de Resina. La brucelosis ha hecho que las vacas madres se hayan reducido hasta la treintena. Menos mal que las últimas camadas de eralas se salvaron de la quema y de ellas se volverá a sacar reproductoras, salvaguardando por ahora una encaste único e irrepetible.

El problema es muy grave. Hasta ahora y con mucha suerte se van salvando los muebles. Pero ¿que ocurriría si alguna ganadería poseedora de un encaste único tuviese que se sacrificada en su totalidad? ¿Se imaginan que Miura, Prieto de la Cal o el mismo Pablo Romero, tuviesen algún día un problema sanitario de este nivel? Sería una gran tragedia, se perderían encastes únicos y la rica variedad de la cabaña brava se empobrecería notablemente.

Los organismos públicos no deben de mirar para otro lado. Aunque los animales pertenezcan a una propiedad privada, estos encastes minoritarios forman parte del patrimonio ganadero del país y a su vez una especie única, autóctona e irrepetible. Se debe de subvencionar a estas ganaderías para la creación de bancos de embriones y semen, para salvaguardar lo que a todos nos pertenece, luego en caso de producirse algún incidente que acabara con algunas de estas castas, alguna considerada fundacional, quejarse sería demasiado tarde.

Los programas conservacionistas del lince o del lobo están dando su fruto, ¿acaso el toro es menos ibérico que estas dos especies?

12/15/2007

EN BUSCA DE LA CASTA "CASI" PERDIDA



Si hay un encaste histórico que me seduzca, este es el vazqueño. Su tipo de toro serio, marcado por la variedad, el cromatismo de sus pelos, la rotundidad de sus formas y el volumen de sus cabezas, es digno de ser admirado. En la plaza su casta y su bravura añeja llena a los amantes del toro, no así a los actuales coletudos que prefieren no enfrentarse a ellos, ante el temor de verse desbordados por su pujanza y raza.

Ya digo es un tipo de toro que enamora por fuera y a su vez por dentro conserva un notable fondo de lo que es la bravura en estado puro. Por todo esto viajar hasta las contadas vacadas que conservan esta sangre, me supone una terapia reparadora tras una semana de intenso stress en el despacho, los papeles y la burocracia.

Una de estas ganaderías es la que pasta en los prados de “La Valdivia” en la sevillana Osuna y que pertenece a Julio de la Puerta. Allí se conserva un reducido pero a su vez interesantísimo reducto de este encaste vazqueño. Toros jaboneros que dieron prestigio a la divisa y que en los últimos tiempos comenzaron a desaparecer en los encierros de esta vacada. Todo era debido a que se estaba buscando un raceador contrastado para perpertuar esta sangre. Casi todos los machos vazqueños eran tentados en busca del semental soñado. Tanto a campo abierto, como en la plaza muchos fueron los llamados y ninguno el escogido. Los viejos sementales de la casa con esta sangre, tenían que ser sustituidos y el nuevo semental no se acababa de encontrar.

Pero no hay mal que cien años dure. Recientemente ha sido aprobado para este menester un bonito utrero de esta rama. “Ranchero”, número 116, guarismo 4. Él esta llamado a perpetuar los asolerados vazqueños. Su espectacular juego en el tentadero así como su reata, son garantes de su selección. Hijo del legendario “Violetero”, número 99 nacido en 1994, “Ranchero” ha sido el escogido, ahora solo falta que las cosas salgan como se espera y los variopintos jaboneros vuelvan a ser asiduos en los encierros de Julio de la Puerta. Suerte ganadero.

12/06/2007

POQUITAFACHA, AÑEJA CAPA


Hace cerca de veinte años que el añejo hierro del marqués de Trespalacios llegó a la provincia de Córdoba. El añejo pial de los veraguas salmantinos fue transmitido a una sociedad cordobesa que desde su adquisición, anunció sus productos con el nombre de la finca donde se ubican, Jaralta. Ya digo han pasado cerca de dos décadas. Los viejos vazqueños, o mejor dicho lo poco que quedaba de ellos, quedó en tierras charras. Jaralta se nutrió en un principio de los “Contreras” que llegaron desde La Puebla del Río. Más tarde fueron aumentados con “ibarras” de Joao Moura o con “domecqs” a través de diferentes vías, principalmente de los hermanos Sampedro, El Torero o Jandilla vía Pablo Benigno Vázquez. Con una línea pura de Contreras, hoy minoritaria, y otra de domecq, la vacada se está poco a poco consolidando y alcanzando a su vez, una regularidad que por su variedad de sangres, parecía difícil de conseguir.

Los viejos “trespalacios” quedaron en Salamanca. Su historia, su leyenda y su encastada a la vez que enclasada embestida, así como sus pelajes variopintos están prácticamente extinguidas. El viejo hierro fue sustituido por otro de nuevo diseño. De Trespalacios solo existe el recuerdo.

Pero la genética es en muchas ocasiones caprichosa. Hijo de una vaca de origen Sampedro nació un becerro que luce la típica capa jabonera de los viejos Trespalacios. Su origen y su inmejorable reata, va hacer que “Poquitafacha” número 10 guarismo 6, sea tentado para semental. En caso de ser aprobado pronto se verán por los prados de “Rozas Viejas”, “La Atalaya” y “Cañada de la Pila” animales con la capa mas Trespalacios de todas, la jabonera, permitiendo que el viejo recuerdo de los veraguas salmantinos, al menos de forma exterior, siga vigente a pesar del paso del tiempo.