
En ocasiones me gusta escribir en frío. En caliente me puede llevar la indignación y no dejar títere con cabeza. Luego si no llevo razón, la conciencia me remuerde en exceso. Mi mal genio tiene eso. Por eso antes de hablar, o de escribir en este caso, siempre procuro contar hasta diez. Han pasado unos días desde que el pasado domingo presencie el indulto de un toro. Gratificante sobre el papel, pero la realidad fue bien distinta. El indulto vivido en la plaza de Ubrique, vino a ratificar que este premio se está convirtiendo en una gran farsa. Farsa que puede dañar más que beneficiar a la fiesta que todos queremos. Hoy el indulto se ha convertido en algo demasiado fácil y ordinario. El perdón de la vida al toro, tendría que ser cuanto menos, importante y extraordinario. Se está viendo, sobre todo en plaza de inferior categoría, como a la más mínima ocasión voces interesadas encienden la mecha e incitan al público a solicitar lo que en la mayoría de los casos no tiene razón ni defensa. Se está indultando toros por indultar. El reglamento de 1992 abrió la puerta y los profesionales, léase ganaderos poco escrupulosos, toreros ávidos de triunfos fáciles y un sector de la prensa palmera y empesebrada, han visto en el indultó una nueva forma de marketing y publicidad gratuita para todos. Unos presumen de criar toros bravos, otros de ser maestros ‘cum laude’ y los últimos aprovechan para sacar beneficio propio cantando los méritos de los primeros y los segundos.
El indulto del pasado domingo fue otro de los de al uso y abuso en nuestra región. Saltó a la arena un toro de nombre ‘Majoleto’, número 158, de pelo negro, propiedad de Jesús Janeiro Bazán y encastado en ‘cuvillo’. Muy en tipo de lo que es un toro para una plaza como Ubrique. El animal desde un principio mostró una gran fijeza, transmisión y buen son. Tomo un único puyazo, norma habitual en estos tiempos, para luego galopar en banderillas. El en tercio final tuvo calidad, tomó los muletazos con la cara abajo, humillando, con gran calidad y rebosándose en todos los muletazos. En las postrimerías de la faena hizo amago de buscar las tablas, pero su frustrado matador supo sujetarlo en el tercio, también mostró estar justo de fuerza rodando por el suelo en alguna ocasión. Animal bravito y colaborador sin más. De pronto y siempre desde el callejón, voces ‘sabias’ comenzaron a pedir el perdón de la vida para el toro. El público no sabía realmente lo que ocurría. Algunos desde el tendido, por inercia, secundaron lo solicitado desde el callejón. La presidencia, móvil en mano, tardó lo justo en sacar el pañuelo naranja. Curiosamente este pañuelo estaba muy a mano, la premura con que asomó al antepalco así lo hizo ver. Indulto concedido. La milonga se había consumado. Feliz el ganadero, radiante el torero, gozosos los comentaristas de la televisión regional y pocos más. Los sensatos protestaban. No había sido para tanto. No voy a entrar si fue de justicia o no fue. Lo que si voy a demostrar es que el indulto de Ubrique del pasado domingo no fue reglamentario.
El Reglamento Taurino de Andalucía, otra estupidez más de hoy, pues donde se ha visto que para la celebración de festejos haya una reglamentación distinta en cada región, en su artículo 60 dice textualmente lo siguiente:
1.- En las plazas de toros permanentes, exclusivamente en corridas de toros o novilladas con picadores y al objeto de preservar la raza y casta de las reses, cuando una res por sus características zootécnicas y excelente comportamiento en todas las fases de la lidia sin excepción y, especialmente en la suerte de varas, sea merecedora del indulto, podrá concederlo la Presidencia del espectáculo, de manera excepcional, cuando concurran todas las circunstancias siguientes:
a) Que sea solicitado mayoritariamente por el público.
b) Que lo solicite el diestro a quien haya correspondido la lidia de la res.
c) Que muestre su conformidad el ganadero o mayoral de la ganadería a la que pertenezca.
Hasta aquí decir que efectivamente Ubrique es plaza de toros permanente, y el espectáculo en cuestión era una corrida de toros. En cuanto a las características zootécnicas, decir que ‘Majoleto’ es un toro bien hecho y bien construido, pero ojo, para una plaza de segunda o tercera categoría. En Sevilla, Córdoba o Málaga no hubiese pasado el reconocimiento seguramente. El comportamiento fue excelente en el segundo y tercer tercio, por lo tanto no fue un toro completo ni excepcional. En la suerte de varas hizo una pelea pobre, por no decir que ni siquiera hizo pelea. El indulto no fue solicitado mayoritariamente por el público. Su matador tampoco lo hizo, solo cuando el callejón gritaba al montar el estoque, miraba con cara de tonto al palco. El asesor llamó telefónicamente vía móvil a alguien, o lo llamaron, si Jesús Janeiro fue el interlocutor se cumplió este punto. Pero aquí hay que hacerse otra pregunta. Si al ganadero le gustaba tanto el toro ¿porqué no lo tentó en su casa?
Prosigamos pues con lo reglamentado:
2. Ordenado por el Presidente o Presidenta del espectáculo el indulto mediante la exhibición del pañuelo naranja, se procederá, sin más, a la devolución de la res a los corrales para proceder a su cura y regreso a la ganadería.
El presidente sacó rápidamente el pañuelo naranja que como ha quedado dicho, estaba muy a mano. El espada siguió toreando y simuló la suerte de matar. Se incumplió en esta ocasión nuevamente el reglamento.
3. Concedido el indulto a la res, si el diestro fuera premiado con la concesión de una o de las dos orejas o, excepcionalmente, del rabo, se simulará la entrega de dichos trofeos. Automáticamente, la concesión del indulto supondrá la vuelta al ruedo del ganadero o su mayoral.
Nueva pasada por el forro de aquello del reglamento vigente. Sorpresivamente al girarme para mirar la presidencia, vi con sorpresa tres pañuelos blancos otorgando los máximos trofeos. Si fue escaso el público que solicitó el indulto, menos aún fueron los que solicitaron trofeos algunos para el lidiador. Pero éste paseó las dos orejas y el rabo como si hubiesen sido concedidos por aclamación popular. A pesar de lo que dice este punto, ni el ganadero ni su mayoral dieron la vuelta al ruedo. El ganadero lo hizo a la muerte del quinto a invitación del espada de turno.
4. Cuando se hubiera indultado una res, el ganadero deberá reintegrar al empresario la cantidad estipulada contractualmente.
En este punto no vamos a entrar. No habría problema de seguro entre ganadero y empresa, debida a la relación profesional existente entre ambas partes.
5. Queda prohibido conceder el indulto en plazas no permanentes o portátiles, así como en festivales taurinos u otros espectáculos distintos a los previstos en el apartado primero. Los Presidentes o Presidentas del espectáculo que incumplan estas prohibiciones o las condiciones reglamentarias para otorgar el indulto, podrán ser declarados no aptos para tal función por la Dirección General competente en materia de espectáculos taurinos, previa audiencia del interesado.
Sobre este punto y visto lo ocurrido solo queda solicitar a la directora general de Juegos y Espectáculos de la Junta de Andalucía, Doña Macarena Bazán, el declarar no apto al presidente de la corrida de Ubrique por incumplimiento del reglamento en los puntos que anteriormente hemos visto. Si se actuase de esta manera, otro gallo nos cantaría. Ya los presidentes con afán de notoriedad y protagonismo, se lo pensarían más a la hora de atropellar lo reglamentado.
Comentario aparte merecen todos los palmeros y provocadores que incitan todo esto. Están engañando al que sustenta la fiesta, o sea, al público. De paso están tirando piedras sobre sí mismos. Sea como sea, decir que el indulto tal y como está legislado es positivo, ahora solo hace falta que todo se cumpla tal y como está escrito. Si así fuese, ganaríamos todos. La fiesta integra y sin manipulaciones sobre todo.
FOTO: "Majoleto" de Jesús Janeiro, indultado en Ubrique el 25 de octubre de 2009.