12/22/2013

REFLEXIONES A LA LUZ DE LA LUMBRE


Ha llegado el invierno. El frío hace que apetezca estar en casa al calor de la lumbre. Este tiempo, frío y lamentablemente seco, invita a muchas cosas. El ruido del crepitar de los troncos, es la sintonía de nuestros pensamientos. Es hora de reflexionar, de pensar, de poner en orden muchas cosas en nuestro interior. También de hacernos muchas preguntas relacionadas con el mundo de los toros. Todo porque el mundo del toro, digan lo que digan, atraviesa por un momento delicado. El sistema por que el se rige es injusto, nefasto y hasta inmoral. Al igual que en la sociedad, el mundo de los toros pierde a pasos agigantados sus valores. Esta pérdida hace que los que están arriba hagan lo que les viene en gana, sin importarles nada sus consecuencias, sin importarles la verdad de la fiesta y con la única consigna de que todo les sea muy favorable, para repartirse, abusando de su privilegiada posición y  de forma egoísta e injusta, las últimas migajas de un pastel cada vez más insípido.

La última de los “presuntos” salvadores de la fiesta ha sido la amenaza hecha a la empresa que regenta la plaza de toros de Sevilla. Es más, han llegado a vetarla mostrando su  disposición a no pisar el dorado albero maestrante. Una vez más lo quieren todo para ellos, sin importarles nada y dejando “cadáveres” en el camino. De 10 han pasado a 5, pero con una sola misma idea. Buscar su propio beneficio. Así le luce el pelo a la fiesta que se marchita por culpa de estos ególatras egoístas y avariciosos. Mejor sería que se preocuparan por devolver a la fiesta de todo lo que le han privado. Hace falta una competencia leal, sin vetos, sin imposiciones y sobre todo devolviendo a los ruedos un toro integro, enrazado y con toda la diversidad que pasta en la cabaña brava. Otro gallo cantaría para todos si esto fuese así, pero me temo que van a estrujar el limón hasta la última gota. Por lo pronto Pagés, el empresario, ha reculado. No ha tenido la casta que Mosquera, el empresario de Madrid al que tocó bregar con el llamado pleito de los Miuras. Mosquera no cedió. Los "demandantes", Bombita y Machaquito, estuvieron dos años sin pisar Madrid. Cuando volvieron, vencidos y derrotados, comprobaron que otros habían aprovechado su ausencia, y con ello el lugar de privilegio.

La fiesta no tiene color político alguno, aunque muchos la tachen de arcaica, conservadora y de derechas. Pero la política parece que no puede vivir sin la fiesta. Unos la arrean y vilipendian, y otros tratan de legislarla. La última ha sido el nuevo invento del ministro Wert, lo que se ha venido a denominar PENTAURO. Un programa al que le falta consenso por todas las partes y en el que el último consumidor de la fiesta, el aficionado o espectador ocasional, no cuenta para nada, bueno, para pasar por taquilla y consumir un producto cada vez mas descafeinado. La fiesta no tiene unión. Sus distintos componentes siempre van pensando en su beneficio sin contar con el del al lado. Así no se pueden alcanzar puntos en común en beneficio de la última liturgia ancestral de la cultura mediterránea. Mas unión y más pensar en el consumidor es lo único que serviría para elaborar un programa de puesta en valor de la fiesta de los toros.

Por Córdoba andan las aguas revueltas. Esta semana se ha presentado la campaña de abonados para la feria, cada vez más corta, de la próxima temporada 2014 en la capital califal. Muchas son las quejas de los aficionados por la subida de precios. Subida que puede echar por tierra el trabajo de los que ya no están y que pelearon por una plaza que estaba herida de consideración. La empresa no va a rectificar. Desde el otro lado del océano, y vía twitter, el empresario ha justificado la subida. Sube porque no tiene beneficio en sus arcas. ¿Ya ha olvidado la consigna de cuando vino? Aquella que decía que para recoger había que sembrar?. La memoria es frágil pero las hemerotecas no. Puede haber desbandada general de nuevos abonados e incluso de antiguos hastiados de los vaivenes de este barco sin rumbo y que se llama Los Califas. ¿Para esto hacía falta buscar a alguien venido de tan lejos?


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