Cuando somos niños nos
gustan que nos cuenten cuentos. Conforme nos vamos haciendo mayores, nos damos
cuenta, que las historias que nos narran, siempre tienen el mismo final. Pase
lo que pase durante la trama, todo acaba de la mejor manera posible y todos tan
felices. Por eso al final, al saber el desenlace de todo, los cuentos que tanta
ilusión nos hacían, llegan a ser aburridos y vamos perdiendo ese ansia infantil
por escucharlos. A la fiesta de los toros le está ocurriendo algo parecido. El
final cada vez es más previsible, sobre todo en las plazas alejadas de los
grandes tropeles y largos ciclos feriados. Está claro que el público de
provincias, el cual merece el más absoluto respeto, acude a la plaza a
rentabilizar el precio que paga por su localidad y su único objetivo es pasarlo
bien a toda costa. El toro, la lidia, la ortodoxia e incluso el reglamento cada
vez importa menos, en algunos casos nada, el objetivo es pasar una buena tarde
a costa de todo, incluso de los valores fundamentales de la fiesta misma.
Cuando causa más regocijo un florido gorgoreo de corneta en un cambio de
tercio, o las desventuras de los carpinteros de la plaza, que la integridad del
toro, la lidia o la pureza del toreo, mal camino llevamos.
Hecha esta reflexión,
decir que la plaza registro una buena entrada, rozando los tres cuartos. Abrió
cartel Francisco Rivera Ordoñez quien se tropezó con un primer animal, que a la
postre no prestó muchas facilidades, al que recibió correctamente con el
percal. El toro empujo en un largo puyazo, que acusó en la faena de muleta.
Rivera lo intentó, pero su deseo resultó infructuoso y opto por abreviar, hecho
que causo el disgusto del respetable. A su segundo lo recibió con lances muy
templados que fueron jaleados por la concurrencia. Tras el paso por el caballo,
el toro quedó muy mermado, dando la impresión de estar muy descoordinado de
movimientos, por lo que asomó el pañuelo verde y fue devuelto al corral. Su
sustituto, un animal con volumen y pobrísimo de pitones, permitió al matador
realizar un trasteo compuesto y con algunos pasajes, que aunque breves,
tuvieron fundamento y toreo recio. Mató de forma efectiva, precisando un
descabello, y cortó una merecida oreja. Destacar que estuvo como director de
lidia pendiente de la misma durante toda la tarde.
Lo del Fandi es digno de
estudio. El matador granadino hace lo que sabe y lo que puede tarde tras tarde.
Su tauromaquia dista mucho del toreo propiamente dicho, pero El Fandi en este
tipo de plazas es caballo ganador. A su primero lo recibió con largas cambiadas
de rodillas en el tercio, para proseguir con un toreo de corte populista y
eléctrico. Tras un simulacro de suerte de varas, a este paso va a quedar como
un testimonio de algo que fue de vital importancia, banderilleó a su forma, es
decir con poco reposo y exceso de velocidad, para proseguir con una faena sin
profundidad que estuvo muy por debajo de lo que ofrecía en buen toro de Marca
que le tocó en suerte. Mató de una estocada baja y fue premiado con dos
excesivas orejas. En su segundo más de lo mismo. Valeroso con el capote,
atlético en banderillas, aunque destacó en el tercer par, que colocó de dentro
a fuera, y trasteo muleteril con el mismo concepto y guión. Estocada caída y
dos nuevas orejas al esportón. El Fandi gusta al público festivo y aburre al
aficionado, que continua preguntándose el motivo de su inclusión en muchas
ferias y carteles, en detrimento de otros espadas, maduros o emergentes, que
esperan en casa a que suene el teléfono.
Julio Benítez, el nuevo
Cordobés, lo intentó pero no acabó de encontrarse consigo mismo. La tarde de
ayer podía haber supuesto un punto de inflexión en esta nueva etapa que ha
iniciado junto a Tomás Campuzano, pero al final las dudas no se despejaron.
Nueva ocasión de tomar el tren y nueva estación perdida. Cierto es que su
primero no fue un dechado de virtudes, pero el torero tenía que haber apostado
más fuerte. Quedó inédito con el capote, para con la tela roja estar sin sitio,
movido, vulgar y desbordado. Eso sí, dio la estocada de la tarde, y como antaño
el buen uso del acero le permitió pasear un trofeo. Mas dispuesto estuvo en el
que cerró plaza, al que recibió con una valerosa larga de rodillas en el
tercio, pero volvió a evidenciar muchas carencias que tras tantos años de
alternativa no son comprensibles. Faena larga que terminó por aburrir a un
público amable y benevolente que únicamente quería tener un final de cuento
feliz, como así fue con la salida a hombros de El Fandi y una tarde en la que
vibró con cualquier cosa, aunque no tuviera que ver con la tauromaquia.
GANADERIA: Seis toros de José Luis Marca, bien presentados,
aunque romos de pitones, y de juego desigual. El lidiado en segundo lugar fue
el mejor de la tarde. Destacaron igualmente los jugados en cuarto lugar como
sobrero, quinto y sexto. Primero y tercero deslucidos.
TOREROS: PAQUIRRI (verde esperanza y oro). Pinchazo y
estocada corta (silencio) y estocada con descabello (oreja). EL FANDI (teja y
azabache). Estocada baja (dos orejas) y estocada baja (dos orejas). Julio
Benítez "EL CORDOBES" (rioja y azabache). Estocada (oreja) y pinchazo
y estocada (silencio tras un aviso y leve petición).
INCIDENCIAS: Plaza de toros de Cabra. Corrida de toros con
motivo del Sábado Santo. Dos tercios de entrada en tarde agradable. Entre las
cuadrillas destacaron Curro Jiménez y Angel Luis Carmona. Al finalizar el
festejo El Fandi abandonó la plaza a hombros por la puerta principal.
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