Córdoba vive de su pasado,
dorado y grande por cierto, pero que mira poco por su futuro
Siempre es crítica consigo
misma y recela de todo aquello que puede aportar aire fresco
Continúa Córdoba sin
perder un ápice de su singular personalidad. La ciudad, el pueblo como la
nombró Baroja, es apática por
naturaleza. Siempre permanece indiferente ante todo lo que
en ella acontece. Ya lo dejó escrito el escritor donostiarra en su novela La
feria de los discretos, cuya acción transcurre en Córdoba y que describe esa
personalidad de la ciudad, prácticamente inalterada desde que su autor la
concibiera hace un siglo. Esto no está muerto; Córdoba es un pueblo que duerme,
afirma Baroja en
las últimas páginas de su novela. Todos, especialmente muchos cordobeses,
esperamos que algún día se despierte de una vez y se sacuda esta galbana que
viene arrastrando de manera tradicional.
En lo
taurino, Córdoba es igual. Vive
de su pasado, dorado y grande por cierto, pero que mira
poco por su futuro. Siempre es crítica consigo misma y recela de todo aquello
que puede aportar alguna corriente de aire fresco. Mientras tanto, la Córdoba
taurina las ve venir. No lucha por su futuro, solo espera algo extraordinario
que la saque del ostracismo y habitual desidia. Lo malo es que Córdoba está acostumbrada a la gloría. No
se conforma con término medio. O se está en la cima o en la sima de la
indiferencia. Tal vez por ello prefiera vivir de las añoranzas de la elegancia
lagartijística, del absolutismo guerrista, de la raza de Machaquito, del
estoicismo de Manolete e
incluso de la revolución cordobesista.
A fecha de
hoy, el panorama es triste. El coso de los Califas continúa sin albergar un
mísero espectáculo taurino. Es ahora cuando se añoran las novilladas nocturnas
a la luz de la luna y bajo las estrella más que nunca. Las clases prácticas de las escuelas han
acabado con ellas, y no es que estos festejos sean censurables, sobre todo
porque sirven para que los alumnos de las escuelas taurinas den sus primeros
pasos.
¿Pero qué
ocurre cuando muchos de ellos las abandonan? La respuesta es sencilla. Se quedan
en casa. Las llamadas clases prácticas han ocupado en muchas ocasiones el lugar
de las novilladas sin picadores,
su organización es menos laboriosa administrativamente y económicamente
resultan mucho más baratas, por lo que muchas empresas y ayuntamientos optan
por ellas en detrimento de las novilladas sin picar.No solo es esa añoranza de
los festejos menores.
La
Córdoba taurina está, como dijo Baroja, dormida. Tal vez espera un
nuevo estandarte que ondear. El último al que se agarro fue cuando irrumpió, y
con qué fuerza, Finito de Córdoba. Fue la última época en que la afición
cordobesa despertó de su habitual letargo, llenando el coso de Los Califas en
varias ocasiones y entregándose a un torero al que idolatró hasta unos límites
insospechados. Hoy, con el torero aún en activo, Córdoba ha optado por volver a
su habitual apatía.
Es lo más
fácil para ella, aún cuando el torero continúa deleitando al público con su
elegancia y sus formas toreras de sabor añejo, ante la medianía, salvo contadas
excepciones, del escalafón actual. Si Córdoba fuese de otra manera, Finito de Córdoba sería un torero de culto al
que seguiría como lo siguió en los años dorados, pero tristemente no es así.
El último
movimiento que pareció mover a Córdoba, fue la concentración que convocó el Circulo Taurino en la
plaza de toros para reivindicar la defensa de la fiesta de los toros. Cierto es
que fue numeroso público el que allí se congregó, pero todo mucho tememos, que
ha quedado en agua de borrajas. Solo cabe esperar, como es costumbre. Saber qué
empresa regentará el año que viene el coso califal y sobre todo saber si vienen
de verdad a trabajar para recuperar algo que yalanguidece demasiado, o solo convertirse en otra
ave de paso, que cave un poco más la fosa.
Por lo
pronto nos queda la provincia. Villanueva
de Córdoba celebró su tradicional corrida, donde la
Córdoba taurina capitalina no respondió como debiera, pese a que se anunció el
último estandarte que enarbolo. Priego
de Córdoba y Pozoblanco también han dado a conocer sus carteles.
El de Cabra y Lucena,
donde algo se programará, están al caer. Mientras la vida sigue. Córdoba
continúa a la espera. Siempre dormida ¿despertará algún día?
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