En las campañas precedentes, con la actual empresa o incluso con otras, uno de los caballos de batalla de nuestra plaza, ha sido el ya clásico movimiento de toros en los corrales del coso de Los Califas. Y es que el trasiego de camiones los días de feria, sobre todo en los carteles fuertes, así como lo que acontecía en la meseta de toriles, era más propio de una comedia típica del cine italiano, que de lo que deben de ser los preludios de una corrida de toros. Las presiones de los toreros y sus representantes, las reses impropias para una plaza como la de Córdoba y las suspensiones flotando en el ambiente, daban lugar a un espectáculo en que la falta de integridad era la nota general. Para colmo de males, al no tratarse Córdoba de una afición de tono torista, el espectador tragaba en la mayoría de las ocasiones con toros mermados, faltos de trapío e incluso presuntamente manipulados, con el consiguiente enfado de lo más granado de la afición. Se había tocado fondo. Por todo ello, y debido a más de un escándalo desatado, con investigación policial incluida, la sociedad propietaria del coso, exigió a la empresa mayor celo para la elección y señalamiento de las reses a lidiar durante la Feria de la Salud, con el objeto de evitar lo que de siempre se tenia que haber cuidado, pues ya se sabe, sin toro la fiesta se derrumba.
La empresa, al objeto de ir cogiendo puntos en vista de una posible adjudicación del coso, se puso manos a la obra y en la recién terminada feria, el movimiento en los reconocimientos ha bajado y el ganado lidiado al menos ha sido presentable.
Pero ojo, todo no está hecho. Hay que aclarar que si el problema de años anteriores se ha subsanado, se ha debido a que tan bajo y tan dejado estaba el tema ganadero que a poco que se ha trabajado, la mejoría ha sido notable, pero todavía queda para que el toro que salte al albero de Los Califas sea el que la historia taurina de la Ciudad merece. También hay que hacer constar que tanto los facultativos como la autoridad, han puesto mucho de su parte para evitar los desaguisados de años anteriores, colaborando con la empresa en la normalización de un tema que era el principal problema que tenía nuestra plaza, al cual si no se le hubiera puesto freno, hubiera resultado terrible en estos momentos en los que vive la fiesta de los toros.
Pero no cantemos victoria, ya ha quedado dicho, aún queda camino por recorrer. Si nos damos por satisfechos con la mejoría de este año, nos estamos equivocando. Hay que mejorar más. Lidiar al menos una o dos corrida que esten fuera del monoencaste imperante, exigir una presentación mas igualada entre toro y toro, y sobre todo buscar en el campo lo que se encuentre en mejor momento, sin no dejar de mirar a aquellas vacadas que no están inscritas en la Unión.
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