5/02/2016

HERRADERO A LA ANTIGUA USANZA EN CASA DE JUSTO BARBA

Hierro de la ganadería en la palomilla
La ganadería de bravo mantiene vivas muchas tradiciones. A pesar de la evolución de los tiempos, hay criadores que intentan mantener costumbres clásicas y añejas, que no viejas, en las labores de las faenas camperas. Cierto es que a día de hoy, muchas de estas faenas han evolucionado y cuesta mucho menos trabajo su realización, pero carecen del sabor de antaño.
El animal es enlazado...
Una faena en el campo bravo muy arraigada es el herradero. En ella los animales de la vacada adquieren personalidad propia dentro de la misma. Dejan de ser el hijo de tal vaca y tal semental para ser nombrados y herrados con el pial de la ganadería a la que pertenecen. Un ceremonial que es todo un ritual y toda una  celebración dentro de la vacada el día en que se lleva a cabo.
....derribado...
Hay ganaderos que gusta de conservar estas tradiciones tal y como fueron en tiempos pasados. Prescinden de las comodidades que traen los tiempos y prefieren hacer las cosas como siempre fueron hechas. Con tiempo, paciencia y gusto por lo clásico.
...e inmovilizado.
El pasado sábado el ganadero cordobés Justo Barba decidió herrar la camada del 5, como en tiempos pasados. A mano. Los becerros eran enlazados por sus incipientes cuernas para ser derribados e inmovilizados por la cuadrilla de turno. Una vez en el suelo, y bajo la atenta mirada del veterinario de la Asociación de Ganaderos de Reses de Lidia quien levanto acta de la faena, se fueron colocando a fuego los distintos hierros que son obligados en una explotación de este tipo. 
El ganadero coloca su marca.
Poco a poco todos los becerros herrones fueron alcanzando su propia identidad en la ganadería. Dentro de dos años las hembras serán probadas para ver su bravura para perpetuar la casta. Los machos deberán de esperar más para ver si la casta vazqueña-veragueña se perpetua en la sierra cordobesa y por ende en la cabaña brava de nuestra ciudad.
Los animales ya tienen identidad propia.
Tras la faena vino la comida, donde se comentaron los porrazos, volteretas y anecdotario del día entre risas de todos los asistentes, degustando vino de la tierra y saboreando un rico guiso de carne elaborado por la ganadera consorte.

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