Todo se ha cumplido. La afición de Córdoba pedía un cambio, un chorro de aire fresco. La propiedad de la plaza no, prefiere respirar un aire viciado. Un grupo de empresarios cordobeses estaba dispuesto a luchar por devolver a la Córdoba taurina su prestigio. La sociedad propietaria no vela por la categoría de la plaza. El grupo de empresarios cordobeses estaba dispuesto incluso a perder dinero. El consejo de administración del coso de Los Califas no quiere perder un solo céntimo. El pueblo de Córdoba clamaba por un cambio en la dirección empresarial. La propiedad no ha tenido en cuenta el sentir popular, solo sus intereses particulares. Como dueños del coso pueden hacer con él lo que quieran, pero ojo, tienen que pensar que además de sus intereses particulares, tienen que cuidar el buen nombre de la ciudad. Pero creo que la ciudad, su historia, sus Califas, sus toreros, su afición, su público y sus gentes, no le importan a los propietarios de la plaza un bledo. Solo les importa la pela, bueno ya el euro. Pero que tengan cuidado. Córdoba le puede dar la espalda. No ya a la empresa designada. Si no a la plaza misma, y eso ya seria mortal de necesidad para una ciudad que taurinamente cada día importa menos y menos peso tiene. Cuidado la gallina de los huevos de oro de los propietarios puede estar a punto de morirse y entonces que harán. ¿Pedirán entonces que las empresas de Córdoba les ayuden? Creo que sería tarde. Todo el mundo les daría la espalda. Se consumaría su tragedia.
Por el bien de Córdoba, esperemos que su válido no se resbale mucho. Que traigan toros de verdad, integros y en puntas. Que los toreros que contraten vengan a justificar su caché y su nombre. Que tengan en cuenta a los toreros de la tierra y no los marginen. Pero que infeliz soy. Si en cinco años no han sido capaces, dudo mucho que lo sean ahora. Consumatum est.
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