


GANADERIA: Seis toros de distintas ganaderías. Su orden de lidia fue:
‘Jandilla’, bien presentado, bravito, soso y proteston;
‘Nuñez del Cuvillo’, bien hecho, bravo, con clase y enrazado. Se le pidió el indulto y fue premiado con la vuelta al ruedo.
‘Fuente Ymbro’, correcto de presentación, noble y con calidad, pero sin transmisión alguna;
‘Jaralta’, bonito de lámina, noble y con mucho temple. Duró poco.
Daniel Ruiz, correctamente presentado, manso, rajado y buscando siempre su terreno natural; y
Victoriano del Río, terciado, bravo y repetidor.
TOREROS:
JOSÉ LUIS MORENO (tábaco y oro). Pinchazo y estocada en el único que mató (oreja que paseó la cuadrilla)
EL JULI (azul y oro). Estocada (dos orejas), estocada (dos orejas), estocada (dos orejas), estocada y dos descabellos (ovación con saludos) y estocada (dos orejas y rabo).
INCIDENCIAS: Plaza de toros de
Pozoblanco (Córdoba). Corrida de toros, segundo festejo de la feria en honor de
Nuestra Señora de las Mercedes. Casi lleno en tarde soleada y de temperatura agradable. Festejo retransmitido en falso directo por
Canal Sur Tv. Antes de comenzar la corrida se leyó un manifiesto a favor de la fiesta de los toros, promovido por la
Asociación Cultural Taurina “Puerta del Gallo”. A la muerte del primer toro fue asistido en la enfermería el matador
José Luis Moreno, facilitando el
Dr. Eliseo Morán, el siguiente parte:
"Herida por asta de toro en tercio medio inferior cara interna del muslo derecho. Trayectoria ascendente de 20 centímetros que rompe aponeurosis y músculos y otra trayectoria interna de 20 centímetros que rompe músculo abductor mediano, llegando al fémur y provocando arrancamiento óseo, cuya esquirla se extrae. Otra trayectoria inferior interna de 8 centímetros con rotura de plano muscular. No lesiona vasos. Pronóstico grave. Trasladado al hospital".
La grandeza de la fiesta de los toros radica en sus contrastes. Ricos, variados y antagónicos. El sol y la sombra; el éxito y el fracaso; la sangre y la gloria. Polos opuestos siempre. Por eso esta fiesta es tan de verdad, tan pura, y todo cuando en ella acontece tiene tanto valor. Lo malo de esto no es otro que, estos valores tan contrarios entre sí, son ninguneados e incomprendidos por muchos, cuya falsa moralidad lleva a ‘torpedear’ con insistencia una bella y milenaria tradición de nuestra tierra. Estos moralistas de café, la hacen parecer una fiesta sangrienta, bárbara, cruel y desfasada en estos tiempos en los que todo lo que tenga raíces históricas, tiene que ser cercenado de este mundo cada vez más globalizado. Por eso en Pozoblanco se han vivido momentos tremendamente emotivos. De verdad y sin trampa ni cartón. Lo acontecido sobre el albero del coso de
Los Llanos no ha venido nada más y nada menos, que a cimentar con claros argumentos el manifiesto en defensa de la fiesta que ha sido leído antes de comenzar el festejo. No ha quedado como unas palabras, que el viento puede volar en cualquier momento, vacías y huecas. Lo hecho por dos toreros de verdad ha servido para comprobar, que la fiesta de los toros es única, irrepetible y sobre todo grande. Un hombre con el muslo destrozado ha tenido la vergüenza de proseguir la obra iniciada y no abandonar su menester hasta ver a su enemigo derrotado y vencido. El otro superando el difícil trago de despachar la corrida en solitario, con la categoría de una primera figura, con solvencia, con gusto y sobre todo con mucha profesionalidad. Ahí es nada. La fiesta y sus dos caras. La sangre y la gloria.
No comenzó con buen pie el festejo.
José Luis Moreno fue herido de consideración en su primero. Lo que pareció un percance menor, se ha convertido en una grave cornada.
José Luis Moreno recibió a este único toro que mato con gallardos lances a la verónica donde mostró la disposición que traía para este importante compromiso. Quitó por chicuelinas e inició el trasteo con unos pases por alto a pies juntos. Pronto comenzó el toreo de verdad y con pureza. Dos tandas con la derecha con mucho mando precedieron a otra al natural de igual trazo. Al rematar con el de pecho, fue prendido por el muslo. Permaneció en el ruedo y con la sangre empapando la taleguilla y media, prosiguió con su toreo puro y sentido. Un pinchazo precedió a una estocada y pasó a la enfermería, por su propio pie, de donde no volvió a salir. Lástima.
Moreno de seguro hubiera tenido, vista su enorme disposición, una tarde exitosa y plena que hubiera llenado de satisfacción a un público que estaba muy entregado con los dos toreros en este frustrado mano a mano.
Si para
Moreno fue la sangre, para
El Juli fue la gloria.
Julián López en esta temporada tan importante para él, fue el primer gran contrariado por el percance del compañero herido. Tardo en volver al festejo, pero con su oficio, buen hacer, disposición y ganas, consiguió finalmente ofrecer una tarde de toros importante para los aficionados de
Pozoblanco. Su primer toro fue un gran colaborador. Ante él,
El Juli, estuvo bien técnicamente, acertando en terrenos y distancias, cuajando un trasteo de mucha transmisión de cara a la galería. Pero la verdad es que todo resultó demasiado irregular. En algunas ocasiones acelerado e incluso toreando de forma rectilínea. En otras si se enroscó al
‘cuvillo’ a la cintura con buen gusto. Mató de forma contundente y cortó las dos primeras orejas. En el tercero volvió a estar en la misma tónica. Técnico y solvente, pero demasiado artificial y poco profundo, aunque muy aplaudido por los tendidos que le empujaron hacia adelante en cada momento. Buenos muletazos cuajó al toro de
Jaralta lidiado en cuarto lugar. Templado y toreando al ralentí, pareció entrar definitivamente en una corrida que se le puso muy cuesta arriba tras el percance de
Moreno. En el quinto se vio a un
Juli tremendamente solvente y con sapiencia. Un toro rajado desde el primer tercio, donde ya busco descaradamente los adentros, le planto cara para a base de ir desengañándolo cuajarle un trasteo que a todas luces parecía imposible. Entregado en el sexto y último. Llego incluso a banderillear para luego andar sobrado ante un toro bravo y con picante, al que tras una faena poderosa en la que impuso su mando, obteniendo los máximos trofeos.
Esto dio de sí la segunda de abono de
Pozoblanco. Una corrida que se cimentó en un mano a mano entre un gran torero de la tierra y una máxima primera figura, y que por un inoportuno percance, quedo en una ‘casi’ encerrona en la que se vio sobradamente la maestría y técnica de un torero llamado a ser de ‘época’.