6/01/2011
MEMORIA DE LA FERIA DE CORDOBA DE 2011
Terminó la feria de Córdoba. Es la hora de los balances, de los resúmenes, de la memoria. De ver lo que ha quedado en el recuerdo y de ver lo que será espejismo dentro de poco. Una feria marcada por un triunfalismo poco habitual por estos lares. ¿Hueco?, ¿vacío? ¿De verdad o llevado por el entusiasmo barato? El tiempo lo dirá.
Ha llegado la hora de hacer nuestra particular memoria de lo ocurrido. No he querido escribir antes. He preferido que el tiempo asentase en mi memoria lo mejor y decantase lo peor. Es mejor no dejarse llevar por euforias o enjuiciar algo con el calentón del momento. Por eso pasados unos días desde que se arrastró el último toro de la feria, voy a dejar mi particular testimonio de lo ocurrido en el Coso de Los Califas de Córdoba.
La presente edición ha tenido la organización de una nueva empresa. Tras unos años, donde se tocó fondo, la casa Chopera aterrizó en Córdoba. Prometió calidad y trabajo. El objetivo reflotar la plaza, la feria y la afición cordobesa. Se ha notado el cambio. Córdoba se ha sacudido el polvo de la mediocridad y aparentemente el trabajo de la nueva empresa se ha notado. Se ha uniformado a los trabajadores de la plaza, se ha facilitado la adquisición de abonos y localidades mediante convenios suscritos con entidades, se ha tratado de acercar a los más jóvenes mediante las nuevas tecnologías, léase internet y redes sociales, y sobre todo se ha trabajado en tratar de hacer una rebaja sustancial en los precios de los abonos y entradas para la feria, se ha programado una feria con los toreros mas interesantes del momento. El esfuerzo ha sido considerable y digno de elogio. Los resultados no tanto. La crisis fundamentalmente y el resquemor de la afición a que le dieran una vez más gato por liebre, han pesado. El público no ha acudido a la plaza. Ahí no hay que hacer ningún reproche a los nuevos gestores, sino a un público que no ha sabido valorar el esfuerzo de una nueva empresa que si algo le sobra es profesionalidad.
Hablando de público, hay que decir que en Córdoba no existe el término medio. Es un público amable, a veces en exceso. Que se deja llevar por modas y corrientes. Que a pesar de la historia de la ciudad en el mundo del toreo, tiene unos conocimientos taurinos muy limitados, por no decir casi inexistentes. Hace falta ser coherente, censurar y alabar las cosas con conocimiento. No se puede protestar un toro de salida, para luego ovacionarlo en el arrastre. No se puede pedir un trofeo por una estocada baja, no se puede aplaudir la colocación de un par de banderillas que cae desigualado y de ejecución dudosa. Tampoco es de recibo pedir un trofeo y luego no hacer saludar al espada con una ovación cerrada. No se puede andar pidiendo música como si se estuviera en una verbena. El público de Córdoba falla en muchas cosas. Hacen falta labores formativas por medio de las peñas, de su federación o de la nueva y flamante unión de abonados y aficionados. Córdoba es plaza de primera, y los que se sientan en sus escaños también deben de serlo.
Otro aspecto a censurar ha sido el toro. Córdoba no tiene un tipo de toro definido. La empresa tiene que subir un escalón en el aspecto ganadero. Plausible y digno de elogio el encastrar en el abono una corrida de encaste santacoloma, aunque luego fallara, pero los demás encierros han dejado mucho que desear en presentación y juego. Córdoba no precisa ni quiere el toro de Bilbao, pero tampoco el de una plaza de menor categoría. Todos los días se protestaron ejemplares, excepto el sábado de feria donde la corrida llegada desde los campos gaditanos con el hierro de Torrestrella, puso de manifiesto el tipo de toro que Córdoba exige. La corrida no fue un dechado de virtudes, ni de defectos, pero por fuera tuvo presencia y por dentro muchas cosas interesantes, que no se vieron los días previos. Movilidad y raza. No obstante los demás encierros fallaron. Cierto es verdad que se han cortado muchas orejas y que ha habido cuatro puertas grandes, pero ¿hubo toro? Sin toro la fiesta se desmorona y en Córdoba ha fallado el toro. Decepcionaron La Palmosilla, Juan Pedro Domecq e incluso La Quinta. Esta última esperada con ansia. Era la ventana que traía el aire fresco de una sangre olvidada, pero falto la emoción, la transmisión y la pimienta. La novillada de Fuente Ymbro fue muy irregular, con tres novillos interesantes y los erales de Los Guateles dejaron a los noveles soñar.
El pódium de los triunfadores quedó claro. José María Manzanares, José Luis Moreno y El Juli, por ese orden. Inconmensurable el alicantino. Está en buen momento. Bordó el toreo. Hizo disfrutar a Córdoba en dos faenas de buen gusto, temple y ligazón. Rememoró la vieja y añeja suerte de recibir, matando a su primero en la misma boca de riego. Compartió el éxito con su cuadrilla. Curro Javier, Trujillo, Blázquez, Barroso y Chocolate. José Luis Moreno volvió a triunfar en su casa. Son muchos los que quieren menoscabar el éxito del torero cordobés, hablando de triunfo menor con carácter localista. Otros han dicho que Moreno no estuvo a la altura del pasado año, cosa imposible, pues lo de Moreno en 2010 resulta poco menos que irrepetible. José Luis Moreno no defrauda a nadie y no merece ocupar el sitio que tiene en el escalafón, ni tampoco ser ninguneado por nadie, empezando por muchos cordobeses envidiosos. Da pena ver a un torero de su dimensión fuera de las ferias o matando corridas, que ninguna figura quiere, a contra estilo. El mundo del toreo es injusto con José Luis Moreno. El Juli es un torero poderoso. Se anotó el gesto de apuntarse a la de La Quinta, gesto vacío pues las figuras del toreo siempre se han acartelado con los santacolomas. Se inventó dos faenas. Técnicas, correctas, de buen trazo y templadas, pero sin alma alguna. La técnica y el oficio se aprenden toreando. Pero la gracia, el arte y el buen gusto, ni se aprende ni se compra. Se nace con él. En líneas menores Alejandro Talavante cortó una oreja muy barata. Oreja indigna de una plaza de primera. Más peso tuvo la de Leandro, que reaparecía tras su percance en Valladolid, ante un toro encastado y bravo. Buen corte de torero el del castellano que dejó buen sabor de boca. Finito celebró su veinte aniversario y poco más. Enrique Ponce le pesa la purpura de tantos años. Morante de la Puebla se motivo con el triunfo de Manzanares e hizo un esfuerzo preñado de torería y buen gusto ante un toro mansote e imposible. Cayetano, Perera, El Cordobés y El Fandi, desaparecidos, inéditos y pare usted de contar. Alguno si no viene más, no será echado en falta. Algunos son toreros de tono menor, de arenales y gachés, no de ferias ni de carteles de postín. Destacar al novillero, cordobés de adopción, Juan Ortega. Tiene personalidad, buena concepción y seguro que puede ser el torero que necesitará Córdoba en un futuro.
Para terminar agradecer a la empresa Chopera el haber contratado una cuadra de caballos a tono con la plaza. La cuadra francesa de Alain Bonijol se ha mostrado como una cuadra cabal, con buena doma, con caballos racionales, con petos y defensas más racionales si cabe para poder realizar el primer tercio con belleza. Una cuadra de primera categoría para una plaza que con trabajo y esfuerzo volverá a ser de primera categoría, aunque ya lo sea administrativamente.
Queda trabajo que hacer y mucho camino que recorrer. El fundamental buscar el toro de Córdoba, si se encuentra pronto, lo demás vendrá rodado.
FOTOS: El Juli, José Luis Moreno, José María Manzanares y el novillero Juan Ortega (Ladis)
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1 comentario:
Lo de Córdoba y el taurinismo con Moreno es de juzgado de guardia de Nueva York, porque los de aquí funcionan casi igual que el Jurado del Premio Manolete.
Y lo del público de Córdoba, es un claro exponente de cómo está la "afisión" y nos da las claves de tantos triunfos "apoteóticos" en Sevilla ,Madrid y los que vienen de camino.
¡Pobre Fiesta!
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