Caía el sábado. La tarde languidecía dando paso a la noche. El frío de febrero se hacía notorio y las calles comenzaban a poblarse de gente disfrazada de carnaval. Los más jóvenes, entre risas y chanzas, celebran con jolgorio el culto de Don Carnal antes de entrar en una Cuaresma de penitencia que culminará dentro de unos pocos de días en la Semana Santa. Festividad que es una explosión de luz y sirve para mayor exaltación de los sentidos en la siempre hermosa primavera.
Las sombras se imponen finalmente a la luz de la tarde. En casa, al calor de hogar, recibo la triste noticia. Rafael Soria, ha muerto. Nos ha dejado el decano de los matadores de toros cordobeses. Nos ha dejado el sobrino de Manolete. Nos ha abandonado quien pudiera haber sido un gran torero. Pero sobre todo se ha ido una gran persona. Un señor, un hombre cabal y un ejemplo de honestidad para fiesta de los toros.
Tuve la ocasión de conocerlo. Su figura siempre estará ligada a mi trayectoria como informador de toros. El fue protagonista de la primera entrevista que realice para la desaparecida revista "La Montera". Desde entonces entablamos cierta amistad. También tuve la ocasión de tener participación, fui el presentador, del homenaje que le dio el ayuntamiento de Córdoba con motivo del LX aniversario de su alternativa. Y finalmente fui que le concertó la que pudo ser su última entrevista como torero a un canal de la televisión mexicana, donde el compañero Eduardo Castillo tuvo la dicha de hablar con él sobre Manolete y México.
Siempre fue amabilidad, dando facilidades para todo. Hablaba con devoción de su tío, y jamás mostró resentimiento hacia el mundo de los toros, que le privo de un ser querido y además de ver cumplido el deseo de continuar paseando su nombre y el de su dinastía por las plazas de toros del mundo.
Hoy un frió día de febrero, en pleno carnaval y en el pórtico de una cuaresma que culminará en una Semana Santa que a su término, abrirá las puertas de muchas plazas de toros, Rafael nos ha dejado. Ha iniciado el último paseillo, embutido en un terno celeste y oro, para alternar con su tío Manolete eternamente en los carteles. Rafael Soria Molina, Lagartijo, in memorian.
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