El faenón de Finito y lo que luego vino marcan la
Feria de 2015 Falló el público, pero hay indicios de que la empresa quiere dar
proyección a la plaza.
Terminó la feria taurina de Córdoba. Un año más, la ya
clásica corrida de rejones puso el broche final. Un ciclo ideado por los nuevos
gestores de la plaza, como punto de inflexión en aras de devolver a Córdoba al
lugar que, por tradición e historia, le corresponde. Una feria corta, como
tradicionalmente fue cuando Córdoba era plaza de temporada. Dos corridas de
toros, muy rematadas, con las figuras del escalafón. Una novillada de lujo,
donde se acartelaban dos figuras del escalafón inferior junto a un emergente
torero de la tierra que puede darnos muchas alegrías. Y como remate un cartel
redondo en la corrida de rejones con dos figuras como Hermoso de Mendoza y
Ventura compitiendo entre sí, hecho que sucederá en contadas ocasiones durante
la temporada, y la despedida de un clásico como Fermín Bohórquez.
Ante las combinaciones presentadas por la nueva empresa, el público no respondió como debiera, si bien se pudo observar mejores entradas que en la campaña anterior. La demora en la concesión de la gestión del coso y la brevedad de tiempo para la promoción de la feria pudieran haber pesado en el resultado final. El mejor aforo se produjo en la corrida del sábado y el peor en la novillada con picadores, como era previsible. Es de esperar que, con tiempo para la promoción de los espectáculos a celebrar en un futuro, la empresa sea capaz de atraer al público a la plaza.
Ante las combinaciones presentadas por la nueva empresa, el público no respondió como debiera, si bien se pudo observar mejores entradas que en la campaña anterior. La demora en la concesión de la gestión del coso y la brevedad de tiempo para la promoción de la feria pudieran haber pesado en el resultado final. El mejor aforo se produjo en la corrida del sábado y el peor en la novillada con picadores, como era previsible. Es de esperar que, con tiempo para la promoción de los espectáculos a celebrar en un futuro, la empresa sea capaz de atraer al público a la plaza.
Uno de los problemas crónicos de la plaza de Córdoba es
la presentación del ganado. Como plaza de primera se debe de cuidar con rigor
la presencia de los toros a lidiar. Un toro armónico, con el tipo de su encaste
y sobre todo con integridad. Los encierros deben de ser parejos, como
corresponde a la categoría de la plaza. La pérdida de diversidad del campo
bravo hace que no se abra la posibilidad de lidiar otros encastes distintos al
mayoritario, extremo que cuando sea posible y se amplíe el número de festejos
debiera de tenerse muy en cuenta. Los problemas de corrales siguen existiendo
en Córdoba y las presiones no faltaron. El escándalo llego en la mañana del
sábado cuando los mentores de Morante exigieron la inclusión en la corrida de
un toro previamente desechado. El animal fue recuperado por la autoridad como
sobrero, pero se exigió que el toro entrase como titular en el encierro bajo la
amenaza de que tanto Morante como Talavante no torearían la corrida. Equipo
gubernativo y representantes mantuvieron un pulso, incluso se faltó el respeto
al papel de Córdoba en la historia del toreo por parte de los apoderados de los
toreros, y se sorteó cerca de las dos de la tarde, una vez que la autoridad,
con el pretexto de no dejar a Córdoba sin toros el sábado de feria, aceptó la
inclusión del animal en cuestión. La autoridad, pese a que tuvo muy buena
voluntad, debió de no ceder a los chantajes y suspender.
En cuanto a resultado artístico, lo más destacable fue
la faena de Finito al cuarto de la suelta en la corrida del sábado. Una faena
que pudo pasar a la historia por su rotundidad, buen gusto y extraordinaria
belleza. Un trasteo que rozó la perfección. La pena será que todo quedó en la
nada por la sinrazón y la soberbia. Finito de Córdoba se empeñó en indultar a
tan noble colaborador y la presidencia, con buen criterio, no concedió el
perdón solicitado por un tendido muy mediatizado por la excelsa faena que había
visto. Cierto es que la faena, ya quedo dicho, fue redonda, pero el animal, a
pesar de su nobleza y bondad, no era merecedor del máximo premio por su pobre
pelea en el tercio de varas, donde salió suelto en el segundo encuentro con el
caballo, y por haber amagado con rajarse a tablas durante la faena cuatro o
cinco veces. No quedo ahí el escándalo, pues el torero tras oír los tres
recados del palco y pese a las advertencias de alguaciles y delegado
gubernativo, entró a matar y despenó al toro de una certera estocada. Su
sinrazón le llevo a cambiar un triunfo de época por una polémica absurda que
será recordada como un capricho ante un palco que no perdió jamás el criterio.
En esa misma jornada Morante y Talavante cortaron una oreja a una bonancible
corrida, muy justa de presentación por no decir pobre, de Nuñez del Cuvillo.
En el primer festejo, un hueco y descastado encierro de Juan Pedro Domecq dio al traste con todo. El hijo de Paquirri, que por cierto sorteó dentro de lo malo lo mejor, pasó de puntillas sin justificar su inclusión. Tanto Morante como Manzanares estuvieron dispuestos pero fue un querer y no poder, fundamentalmente por la falta de raza de los toros.
La corrida de rejones fue a la postre la más exitosa de
la feria, pues los tres caballeros en plaza salieron por la Puerta de los
Califas. Destacó Diego Ventura, que organizó un auténtico lío a lomos de Sueño. Este caballo puede
marcar una época dorada, junto a su jinete, en la historia del rejoneo.
Espectacular en la preparación, ejecución y sobre todo en la salida de la
suerte toreando a dos pistas. Hermoso de Mendoza no le fue a la zaga al de La
Puebla y gustó con su estilo depurado, así como con su magnífica cuadra.
Bohórquez se despidió de Córdoba con una labor sobria y clásica, que bien
rematada con el acero le valió para cortar dos orejas.
La novillada con picadores volvió a ser incluida en el
ciclo ferial tras dos años ausente. En ella se pudo ver el nuevo valor de la
tierra. Javier Moreno Lagartijo se mostró antes sus paisanos como un
torero que puede dar muchas alegrías a los cordobeses. Ahora sólo hace falta
paciencia y seguir trabajando con humildad. Madera hay, y de la buena. Ginés
Marín demostró porque es considerado figura en el escalafón inferior y Varea
pasó desapercibido, naufragando con un novillo que le planteó una lidia
distinta a la habitual de todas las tardes.
Esta feria ha sido también la de las despedidas. En esta
edición han dicho adiós el cirujano Eugenio Arevalo y el presidente Manuel
Rodríguez Moyano, tras años de dedicación y trabajo en Los Califas.
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