Una más en su historia. El coso de Los Califas puso punto y final a la
feria de su cincuentenario. Como ya es tradicional la corrida de rejones supuso
el broche al ciclo. Un ciclo corto del que ya habrá ocasión de hablar con más
detenimiento para analizar lo acontecido este año de conmemoración.
El rejoneo atraviesa un momento dulce. El motivo no es otro que se ha
llegado a una perfección impensable. Antaño solo era burlar las acometidas, en
la mayoría de las ocasiones de ganado de dudosa procedencia, preparar su muerte
para matarlo de la manera más breve posible.
Hoy todo ha evolucionado. La doma ha llegado a límites insospechados,
rayanos en la perfección, se cuida la lidia, evitando querencias y buscando los
terrenos más propicios para el lucimiento. Tanto es así que los subalternos a
pie se han convertido en convidados de piedra, pues su labor se ha visto
reducida por la tauromaquia ecuestre que desarrollan los llamados antiguamente,
caballeros en plaza.
Estos festejos tienen un público muy distinto al de los festejos
tradicionales. El espectador de la corrida de rejones es un apasionado del
caballo. En ocasiones, muchas, la forma en que caen rejones y banderillas poco
les importa. Solo admiran la belleza de los équidos. Sus evoluciones, su doma y
su estética son lo más valorado. Por ello que en este tipo de festejos el
desarrollo de la lidia pase un tanto desapercibido.
También el toro poco importa. El animal que se juega en las corridas de
rejones, más seleccionado para el toreo a caballo de hoy, pasa más
desapercibido para todos. Del despuntado reglamentario se ha pasado a una
mutilación vergonzosa que resta sensación de verdad a lo que ocurre en el
ruedo. Solo importa la exhibición ecuestre, tanto que en demasiadas ocasiones
prima más la preparación y la ejecución que la colocación de banderillas y
rejones. Es el principal pecado del toreo a caballo en nuestros días, donde, se
ha alcanzado un límite realmente insospechado y cercano a la perfección.
Abrió plaza el rejoneador jerezano Fermín Bohórquez que se despedía de la
afición cordobesa en esta temporada de su adiós. Bohórquez siempre fue un
rejoneador clásico y ortodoxo. Un caballista que a pesar de los años y la
evolución del toreo a caballo ha permanecido fiel a un estilo heredado de una
época pasada de la historia.
Recibió a su primero con Gallo con quien paso un momento de apuro en
terrenos del tendido 3. Quiso restar empuje a su oponente colocando un doble
rejón de castigo. El toro lo acusó y se paró. Con Nevado no pasó de la
discreción colocando banderillas de forma desigual. Con un toro totalmente
aquerenciado en terrenos de dentro buscó levantar a los tendidos con un par a
dos manos. Pésimo con los aceros: cuatro pinchazos y un descabello fue su
balance final. Fue silenciada su labor.
Mejor en su segundo. Un toro que tuvo más motor. Lo paró con la yegua de
tres sangres Rubia para luego lucir en banderillas, aunque no siempre cayeron
en lo alto, con Bohemio. Volvió a enardecer al público con un par a dos manos y
en esta ocasión si viajo el acero en buena dirección despenando a su oponente.
Dos orejas y puerta grande en su adiós a Córdoba.
Gran culpa del buen momento del toreo a caballo en la actualidad la tiene
Pablo Hermoso de Mendoza. El rejoneador navarro pasó por Córdoba como lo que
es, una auténtica figura del toreo a caballo. Perfecto en la doma y en la
lidia. Escogiendo siempre los terrenos adecuados para el toreo. En su primero,
al que paró de forma magistral a lomos de Napoleón, le hizo una faena que tuvo
como virtud principal el temple. Destacó en banderillas, principalmente
montando a Berlín. Entusiasmó con Ícaro por la expresión de un caballo que
parece desafiar cara a cara a los toros. Fin de fiesta con las banderillas
cortas a dos manos y como mató certeramente cortó dos aclamadas orejas. En su
segundo mantuvo la misma tónica. Tras parar al toro con un caballo espectacular
de raza azteca de nombre Churrumey, volvió a lucir con Berlín y Dalí en
banderillas, entusiasmando con las piruetas de éste último en la cara del toro.
Terminó de calentar a los tendidos con tres banderillas cortas montando a
Pirata, caballo que le permite pisar unos terrenos inverosímiles, para concluir
con un par de cortas a dos manos. El triunfo estaba de nuevo asegurado, pero en
esta ocasión un pinchazo precedió a un defectuoso rejón trasero y todo quedó en
una oreja.
El triunfo en su primero de Hermoso de Mendoza espoleo a Diego Ventura. La
rivalidad entre ambos es beneficiosa para la fiesta. El rejoneador lusitano,
afincado en La Puebla, salió a por todas en su primero. Lo recibió de forma
campera con la garrocha, metiéndose literalmente en la puerta de toriles. Clavó
un rejón y tiró de artillería pesada sacando un caballo que seguro que va a
escribir páginas de oro en la historia del rejoneo: Sueño. Lástima que el toro
se rajase y no diera más de sí. A pesar del esfuerzo con Nazarí y el albino
Remate todo quedo muy difuminado por la falta de casta del murube con el hierro
de Bohórquez. Para colmo no estuvo afortunado con los aceros, pero su tesón fue
premiado con una oreja.
El lío vino en el sexto. Primero clavó un rejón en todo lo alto con
Maletilla para formar un alboroto, esta vez sí, a lomos de Sueño. ¿Cómo es este
caballo? Pues un caballo para soñar. Bello, de una plasticidad impresionante y
con una elasticidad asombrosa. Tres banderillas bastaron para poner Los Califas
boca abajo. Dejándose venir al toro desde largo, para quebrar y clavar en un
palmo de terreno. El éxtasis viene cuando galopa a dos pistas dando un costado
u otro al toro. ¡Sencillamente colosal! Terminó de nuevo con el albino Remate,
con el que clavó tres banderillas cortas, una de ellas al violín. De nuevo
falló con el acero, pero lo hecho con Sueño aún estaba presente y cortó dos
orejas que le abrieron la puerta Califal.
Al finalizar el festejo, el público y personal de la plaza aplaudieron
emotivamente, y al son del pasodoble Manolete, al presidente del coso cordobés,
Manuel Rodríguez Moyano, quien ayer se despidió de esta labor tras una
trayectoria en la que ha brillado por su integridad y dedicación.
FICHA:
FICHA:
Plaza de Toros de los Califas. Ganadería: Seis toros de Fermín Bohórquez,
reglamentariamente despuntados. Justos de presentación, desiguales entre sí y
de variado juego. Los mejores los corridos en segundo, cuarto y quinto lugar. Rejoneadores: Fermín Bohórquez.
Silencio y dos orejas. Pablo Bohorquez de Mendoza. Dos orejas y oreja. Diego
Ventura. Oreja y dos orejas. Incidencias: Plaza de toros de Los Califas. Cuarto y último festejo de
la Feria de Nuestra Señora de la Salud. Corrida de rejones. Media entrada en
tarde de temperatura agradable. Al término del festejo los tres rejoneadores
abandonaron la plaza por la Puerta de Los Califas. Igualmente, a los sones del
pasodoble Manolete y entre una cerrada ovación puso punto final a su trayectoria
como presidente de la plaza, Manuel Rodríguez Moyano.
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