10/25/2010
REFLEXIONES A LAS MANIFESTACIONES DE PRIETO DE LA CAL
A través de la blogosfera taurina me entere de lo que había manifestado Prieto de la Cal. No me cogió de sorpresa. Anoche lo escuche en el programa de Rafael Cabrera y los argumentos de Tomás Prieto de la Cal tienen solidez, razón y verdad. Lo conozco desde hace varios años. Mi pasión por sus ‘jaboneros’ me hace compartir con él un cien por ciento muchos de sus pensamientos sobre el actual momento de la fiesta. Por eso me ratifico en todo lo que ha dicho.
Los taurinos han llevado a la fiesta de los toros a un lugar favorable para ellos, pero muy peligroso para el espíritu de una fiesta pura y verdadera. Con ello están matando su particular gallina de los huevos de oro. Han privado al toro de todo su protagonismo, de su poder, de su pujanza. Han impuesto un toro, dicen que más bravo, que no transmite emoción alguna al tendido. Se ha suprimido el primer tercio, que realizado con pureza es la mejor forma de baremar la bravura. Los toros salen del chiquero picados, sin alma ni fondo. Luego en el tercio final la monotonía es común denominador tarde tras tarde. Muletazos y muletazos ante animales disminuidos y carentes de alma, cuando recientemente Juan Mora ha demostrado, que con veinte muletazos se pueden cortar dos orejas en Madrid.
También nos han privado de la variabilidad de la cabaña brava. Se han formado un gran número de vacadas, con desechos pagados a precio de oro a ganaderos egocéntricos y sin escrúpulos, que llevan lustros sin vender una cabeza al matadero. Por el contrario se han eliminado, extinguido como de una limpieza étnica se tratase, encastes egregios de nuestro campo y de nuestra historia. Sangres bravas o mansas, pero distintas al toro aborregado que tarde tras tarde salta a nuestras plazas.
Dentro de la rama, fecunda y mayoritaria hoy, de Parladé, donde hay alguna que otra ganadería brava de verdad, tienen derecho a coexistir con ella y con la misma importancia, otras sangres positivas para la fiesta de los toros. Veragua, Saltillo, Santacoloma, Coquilla, Vega-Villar, tienen mucho que decir. Comportamientos distintos que conllevan a una lidia distinta, variada y con ello viva. Se ganaría no solo en el ruedo, sino en el pilar básico de la fiesta, el toro. Con esto se regeneraría su importancia. Un toro que haría innecesario el peregrinar del taurineo de Ministerio en Ministerio mendigando y pidiendo importancia para una fiesta, que si ha sido privada de ella, lo ha sido por sus propios integrantes. Devolviendo al toro su importancia, se le devolvería a la fiesta el alma que pierde temporada tras temporada. Por eso, repito, estoy de acuerdo con el ganadero onubense.
Habrá quien piense que Prieto de la Cal se ha descolgado con estas manifestaciones buscando notoriedad. Esta fuera del circuito, de las ferias y sus corridas las suelen matar los desheredados del escalafón. La polémica le puede valer como promoción para el producto que cría. Prieto de la Cal ha hablado así porque es lo que siente. Está viendo como muchos aficionados, que el alma de nuestra fiesta brava se escurre entre los dedos de las manos del actual taurinismo andante. Por eso no busca notoriedad, quiere lo mejor y necesario para la fiesta. Quien piense que inquiere publicidad gratuita está equivocado. Tomás es un escrupuloso ganadero, pero a su vez en un magnifico aficionado. Lástima que la mayoría de sus colegas solo piensen en toros adocenados, en escribir libros de éxito, en presidir por presidir asociaciones varias, en programas informáticos para llevar sus vacadas en lugar de montar a caballo al alba y descabalgar con el ocaso, así como figurar en la cartelería de las ferias importantes. Si mirasen para dentro en vez de para fuera otro gallo cantaría. La fiesta necesita verdad y pureza. Hay que devolvérsela.
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